«Ceguera situacional» debe ser el fenómeno por el cual muchas personas, sobre todo mujeres, no ven «tan grave» el tema de la igualdad, sobre todo cuando no han sido víctimas de maltratos o tienen un trabajo remunerado en los mismos términos que sus pares hombres, por ejemplo. O cuando se rodean de compañeras que están en su misma situación y piensan que es una exageración de “feministas amargadas”, que ven todo más negro de lo que es.
Las cifras no mienten. Basta con consultar cualquier fuente oficial del propio país o de un organismo internacional para tener a la mano evidencia estadística de los altos porcentajes de la incidencia de problemas de violencia doméstica, muertes por abortos clandestinos, embarazo precoz, baja participación de la mujer en escaños parlamentarios o en posiciones gerenciales de empresas privadas, denuncias por acoso sexual, feminicidio y una larga lista de problemas que las mujeres tenemos que enfrentar a diario, unas con mas éxito que otras.
Pero más allá de que me pase a mí, yo pudiera interesarme por lo que le pasa a las demás. Siempre se nos ha señalado a las mujeres lo poco solidarias que somos entre nosotras. Me desalienta escuchar de compañeras de trabajo y amigas, cuando les pido que apoyen el feminismo decir: “y eso que ahora eres feminista?”, “tu de verdad crees que esto es necesario?” “pero no es tan así, mírame a mí lo que he logrado”…
Entonces para ellas les tengo este mensaje. OK si no puedes ver lo que no está en tu círculo, fíjate a ver si detectas pruebas de micromachismo… que eso sí te debe estar afectando a ti. Las formas visibles y explícitas del machismo, cuando no se dan, nos hacen pensar que vivimos en una sociedad de iguales. Pero cuando hacemos visibles las formas sutiles o los llamados micromachismos, entonces se pone sobre la mesa el tema de la necesidad de luchar por más igualdad.
Micromachismo es un término propuesto por el psicólogo Luis Bonino Méndez que constituye la base y caldo de cultivo de las demás formas de la violencia de género o misoginia: maltrato psicológico, simbólico, emocional, físico, sexual y económico, que serían normalizados. Se trataría además de prácticas legitimadas por el entorno social, en contraste con otras formas de violencia machista denunciadas y condenadas habitualmente.
Algunos ejemplos:
- Cuando ves en un Congreso o Jornadas un «mannel». Panel sin una sola mujer invitada.
- Cuando tu jefe te «invita» a salir o a tragos y hace parecer todo muy casual, como exagerado de tu parte si protestas.
- Cuando te preguntan en una entrevista de trabajo cómo harás para cuidar a tus hijos, pero a ellos no.
- Cuando una idea tuya no es oída, pero la de tu colega hombre sí. O peor, la vende como propia.
- Cuando un cliente pide hablar con un «experto» sobre todo si es empresa de autos, tecnología o ingeniería.
- Cuando te dicen que si tienes el síndrome premenstrual por tener mal humor.
- Cuando vas a una reunión con tu asistente y el Ejecutivo habla solo con él… man to man
- Cuando a la mujer del grupo se le pide que haga café o lleve minuta.
- Cuando tu novio o esposo te controla lo que te llega por el móvil o te dice con quién puedes o no salir, qué ropa ponerte, si conduces un auto o no…
- Cuando le quita valor a tus ideas y opiniones, haciéndote sentir que no son importantes tus inquietudes
- Cuando caes en complacencia extrema haciendo cosas en contra de tu gusto o voluntad solo por complacerlo a él.
- Justificar sus celos diciendo que eso lo hace porque te quiere.
- Cuando te gustan los cuentos, películas, canciones o novelas donde el hombre es salvador y la mujer actúa roles de damisela rescatada
Viéndolo así ¿Crees que es importante o no trabajar por la igualdad de Género? Esas y muchas otras cosas más pasan delante de nuestros ojos y son las pequeñas trampas de la vida cotidiana, porque vivimos en una estructura patriarcal y fuimos educadas en ella.