Ómicron y la recuperación del trabajo femenino

Ómicron y la recuperación del trabajo femenino
enero 19, 2022 Susana Reina
omicron

La variante Ómicron con su rápida propagación en estas últimas semanas nos trae de nuevo la tensión, agotamiento y estrés vividos en el 2020 y que, por su carácter acumulativo, ha minado en gran medida nuestro bienestar emocional, sobre todo porque pensábamos que ya estábamos al final de la crisis.

La realidad es que el mercado laboral mejoró durante 2021 comparado con el 2020. Según las últimas cifras disponibles en el Observatorio Laboral COVID-19 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en 2021 América Latina y el Caribe recuperó más de 8 millones de los 31 millones de empleos que se perdieron a causa de la pandemia. Una parte importante de este avance se explica por la apertura económica que han permitido las vacunas. Sin embargo, esta recuperación del empleo está en riesgo ante la incertidumbre que trae esta nueva mutación del virus que está generando altos niveles de ausentismo por contagios, más teletrabajo, más retrasos en la apertura de escuelas y más cierre de negocios.

Trabajar en medio de estas condiciones de crisis prolongada e intentar al mismo tiempo sostener el empleo, bien sea presencial o a distancia, se está convirtiendo en un desafío enorme a nivel mundial, tanto para las empresas como para las personas, muy particularmente, para las mujeres.

¿Por qué las mujeres lo llevan peor?

En todos los países para los que se disponen datos, ha quedado registrado que para las mujeres se han perdido fuentes de trabajo a un mayor ritmo que para los hombres. Esto se debe a que durante la etapa más dura de la pandemia las mujeres sufrieron una pérdida de empleo e ingresos desproporcionada debido a su excesiva presencia en los sectores más afectados, como los servicios de alojamiento, comidas, salud, educación y el sector manufacturero, y esto fue peor en América Latina y el Caribe, que ya era la región más desigual del planeta antes de la pandemia.

Según la Organización Internacional del Trabajo, en el futuro próximo las desigualdades entre mujeres y hombres en el mundo del trabajo agudizadas por la pandemia de COVID-19 persistirán.  En su más reciente reporte, en comparación con 2019, en 2021 habrá 13 millones menos de mujeres empleadas, mientras que el empleo de los hombres habrá recuperado los niveles de 2019: “Aunque el crecimiento del empleo femenino previsto para 2021 supera al de los hombres, no alcanzará para devolver a las mujeres a los niveles de empleo anteriores a la pandemia”. Proyectan que, a nivel mundial, en 2021 solo el 43,2 por ciento de las mujeres en edad de trabajar estarán empleadas, frente al 68,6 por ciento de los hombres en edad de trabajar.

Ya sabemos que la productividad es uno de los aspectos que se considera más relevante en el área laboral y que, para las empresas, ese objetivo no es compatible con la maternidad. Sabemos también que los hombres en abrumadora mayoría siguen siendo ajenos al cuidado de niñas y niños. Todas las encuestas de uso del tiempo realizadas por los gobiernos en el último año arrojaron el hecho de que las horas que las mujeres dedican al trabajo del hogar aumentaron, lo que provocó la interrupción de sus estudios, así como la reducción en la entrada y/o permanencia en el mercado laboral. Esto impactó dramáticamente sus ingresos y las privó del acceso a la seguridad social.

Por ello la corresponsabilidad en el trabajo de cuidados debe estar al centro de la respuesta ante la crisis si se le quiere imprimir urgencia al avance hacia una recuperación económica sostenible e incluyente en medio de esta pandemia.

La igualdad de género como centro del esfuerzo de recuperación

La Directora Regional para América Latina y el Caribe de ONU Mujeres, María Noel Vaeza, cree que la inversión en un Sistema Nacional de Cuidados genera un “triple dividendo” ya que, además de contribuir al bienestar de las personas, permite la creación directa e indirecta de empleo de calidad y facilita la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo, lo que supone un retorno de ingresos para el Estado vía impuestos y cotizaciones y una mayor renta para las personas y las familias. En otras palabras, dice, la inversión en sistemas de cuidados universales y de calidad es viable económicamente y representa una medida fiscal inteligente.

Está demostrado que las políticas de permisos para el cuidado y las fórmulas de trabajo flexible pueden fomentar una división más uniforme del trabajo en el hogar entre mujeres y hombres, por lo que esta parece ser una vía inteligente dirigida a fortalecer los planes de equidad empresarial.

Por otro lado, un hallazgo interesante que nos ofrece el BID, es que los países con menor recuperación de sus mercados laborales en 2021 (en promedio) son aquellos donde el impacto diferencial entre hombres y mujeres ha sido mayor. Es decir, “en los países en cuyos mercados de trabajo las mujeres tienen un menor peso relativo, su regreso a la actividad económica se ha retrasado con respecto a los niveles previos a la crisis, y esto está directamente relacionado con las oportunidades laborales disponibles, los riesgos de contagio y la asignación de tiempo en el hogar y el mercado laboral”. Sin duda este es un excelente argumento para apostar a una recuperación que incluya a las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres. O hacemos esfuerzos en el corto plazo para salvarnos todos juntos, o en el largo plazo no se beneficiará nadie.

Pensar el presente y el futuro

Estados y empresas deben y pueden poner en marcha medidas que tengan en cuenta este impacto diferenciado de la crisis, que no solamente atiendan la coyuntura (subsidios, acuerdos laborales flexibles, etc) sino también y sobre todo, pensar en las estrategias que cambien de raíz las causas de la desigualdad por sexo. Para ello las recomendaciones básicas van por la línea de invertir en la economía del cuidado ya que los sectores de la salud, asistencia social y educación son importantes generadores de empleo; trabajar por el acceso universal a una protección social integral, adecuada y sostenible, con el fin de reducir la brecha de género actual en la cobertura de la protección social; promover la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor; erradicar la violencia y el acoso del mundo del trabajo, ya que esto socava la capacidad de las mujeres para participar en el empleo remunerado; y promover una mayor participación de las mujeres en los órganos de decisión, entre otras.

Voluntad política y foco en la transformación de las relaciones laborales, nos ayudarán a aprovechar las enseñanzas que nos está dejando este virus y sus variantes, para que tanto sufrimiento no haya sido en vano.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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