La sexualidad femenina es un asunto del cual se habla cada día con más naturalidad en todos los espacios. Lo que antes era tabú o cosa de “malas mujeres” es una reivindicación feminista que ha tomado fuerza en la cuarta ola gracias la posibilidad de conexión con otras y a la creación de comunidades en redes sociales.
Con esa idea fue que Ángeles Navarro Blanco, venezolana residente en España, decidió escribir “Los ángeles también ven porno”, un compendio de once relatos eróticos que abordan temas como la masturbación femenina, el aborto, el poliamor, la religión, los estereotipos y la violencia de género. Su objetivo, narra, es “intentar desmontar la narrativa patriarcal asociada a este género literario.”
“Muchas creemos que nuestra valía reside en nuestra belleza y nuestro cuerpo, que es empoderante salir desnudas en redes sociales, mercantilizarnos como objeto de deseo, o reducir nuestro valor al tamaño de nuestros senos o nalgas”, nos explica la socióloga egresada de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Navarro recuerda que al principio pensó en escribir una novela sobre el poliamor, pero que la investigación le reveló muchas cosas y le hizo reflexionar en cómo todo lo que creía sobre los estereotipos del amor romántico estaba vinculado a la educación católica que recibió en casa y en el colegio hasta los 17 años.
“Até cabos y descubrí la forma en que el patriarcado y la iglesia católica castraron mi cuerpo. Estudié trece años en un colegio de monjas donde escuchaba constantemente frases como “las mujeres son como las rosas, mientras más las tocas, más rápido se marchitan”, “el mejor método anticonceptivo es colocarse una aspirina entre las dos rodillas y no dejarla caer”. También crecí en una familia de tradición católica donde la única relación con el sexo se limitaba a decirnos a las mujeres: “ni se te ocurra quedar embarazada”. Con esa educación sexual me enfrenté a mis relaciones de pareja, siendo un hueco donde el otro se masturbaba, pero nunca sentí interés, no me explicaron, ni me cuestioné la función que cumple el placer y los orgasmos en la vida de una mujer”, detalla.
Virgen o pecadora
Hablar con mujeres de diferentes edades durante el proceso para los relatos solo le confirmó que todas, en algún momento de sus vidas, han tenido pensamientos limitantes en cuanto a su cuerpo y relaciones. Por ejemplo: “sentir placer es pecado”, “las que gozan son putas”, “mi vulva es fea”, “no puedo gozar porque estoy gorda (o flaca) y tengo celulitis” o “tengo que satisfacer a mi pareja y si su felicidad pasa por reproducir lo que ve consumiendo porno, no importa sentirme humillada o que me duela.”
En su opinión, el patriarcado va de la mano con dos elementos que dirigen la sociedad: la religión monoteísta y el capitalismo.
“En la mayoría de las religiones solo existe un único Dios, varón y dos arquetipos de mujer, la virgen pura, buena e inmaculada que pare sin ser tocada por un hombre y Eva, la mala, irreverente capaz de llevar a la humanidad a la miseria y la culpable de enfadar a Dios. También la construcción social que colocó a la mujer en una posición de objeto valioso por su capacidad de reproducir. No podemos hablar con naturalidad de nuestra sexualidad porque nuestro lugar es estar en casa, con nuestro marido, tener hijos y contribuir para que los varones reproduzcan la vida pública y las mujeres la vida privada”, expone.
Experiencia migrante
La autora forma parte de los millones de venezolanos que hacen vida fuera del país, en su caso desde hace 15 años, y al preguntarle sobre qué ha significado para ella vivir en España asegura que culturalmente no son naciones tan distintas.
“Son sociedades con un marcado carácter patriarcal y machista. Si bien ambas son apasionadas del bienestar y el goce de la vida en sí misma, tanto en España como en Venezuela las mujeres somos oprimidas y al mismo tiempo unas guerreras luchadoras incansables, capaces de organizarnos y levantar nuestra voz. España va un poco por delante en temas relacionados a conseguir derechos fundamentales como el aborto libre y seguro, revisar leyes sobre la violencia contra la mujer y el trabajo de ONGs para movilizar estructuras percibidas aún hoy por las venezolanas como inamovibles.”
Activismo feminista
Además de usar su cuenta de Instagram @lady.tabu para promocionar su libro, Navarro dice que ha sido una herramienta para “ponerse los lentes morados”, responder a sus propias inquietudes y desaprender estructuras y construcciones sociales propias del patriarcado.
“Intento tener perspectiva de género en cada post, soy consciente de mis limitaciones en el tema y en ocasiones cometo errores. Procuro ser cuidadosa, porque el feminismo es algo muy serio, complejo y con muchas aristas.”
Finalmente, sostiene que “aunque quizás muchas de las que lean esto pensarán que en el siglo XXI esto no es tan perceptible, porque el feminismo ha conseguido involucrarnos en la vida pública, todavía queda mucho trabajo para lograr una transformación social. El papel que tenemos las mujeres en la actualidad es pensarnos, descubrirnos, sentirnos, emocionarnos, aceptarnos y respetarnos a nosotras mismas en nuestra totalidad, sin esperar la validación de nadie. Somos seres sexuales, no objetos sexuales.”