Que lance la primera piedra quien no haya puesto en duda sus capacidades, subestimado su potencial, obsesionado con el perfeccionismo o inventado excusas frente a algún reto.
Si algo de lo mencionado te suena familiar, probablemente, sin saberlo, caíste en las redes del auto sabotaje, una serie de comportamientos o patrones de pensamiento que nos detienen e impiden hacer aquello que realmente queremos lograr.
Aunque es un fenómeno increíblemente común en todas las personas, las mujeres somos más propensas a incurrir en este tipo de prácticas.
De acuerdo con Shadé Zahrai, una posible explicación de este fenómeno podría encontrarse en el condicionamiento que experimentan las mujeres a lo largo de su vida, básicamente referido al “deber ser” del rol de la mujer generado dentro de los grupos sociales, y a lo que “se espera” que esta sea y haga. Esto logra que, en incontables ocasiones, el asumir riesgos, aprovechar oportunidades y llevar al máximo el potencial que se tiene, simplemente no se dé, y en su lugar, exista una inhibición total que busca excusarse de alguna forma.
En muchos casos, el auto sabotaje es tan usual que no se identifica e incluso, la sola idea de que somos capaces de ponernos trabas en el camino, es una idea difícil de aceptar pero realmente sucede. No siempre los obstáculos o barreras se encuentran en nuestro entorno (que no podemos negar que aún existen muchas y muy variadas), sino que los creamos de manera inconsciente, sea comparándonos en diferentes ámbitos con otras personas, siendo nuestras más duras críticas, buscando alcanzar un canon de perfección imposible que sacamos de algún referente irreal, conteniendo nuestra ambición por miedo a “no dar la talla”, no confiando en nuestras habilidades o simplemente haciendo callar nuestra voz por el miedo al qué dirán.
Es decir, no solo nos enfrentamos a barreras propias de nuestro entorno inmediato, sino que, además, creamos otras limitantes que afectan diferentes campos, sea el personal, profesional, educativo e incluso el romántico. Limitantes que pueden llevar a la inconformidad, frustración o decepción por no alcanzar algo que se desea lograr.
Por suerte, esa narrativa puede replantearse y poco a poco se puede mitigar esa nefasta práctica que nos acecha en un rincón de nuestra mente y que obedece a años de condicionamientos sociales donde a las niñas se les coloca en un rol en el que la obediencia, la perfección, la sumisión y el silencio están presentes.
A pesar de que reconfigurar la mentalidad para evitar el auto sabotaje y males similares es un trabajo interno y un proceso bastante personal, el reconocimiento resulta una pieza fundamental para hacerle frente.
El reconocerTE como un ser humano valioso, con una voz y opinión válida, con habilidades, conocimiento, esfuerzo y logros, constituye un primer paso, no solo para evitar el auto sabotaje y el síndrome del impostor, sino además para desprenderte del miedo y comprender (y aceptar) las herramientas que se tienen para lograr aquello propuesto y conquistar cualquier reto que se tenga de frente.
