La psicóloga Brené Brown lleva años pidiéndonos “abrazar nuestra vulnerabilidad” y el coach Stephen Shedletzky dice que se deben “reconocer las habilidades blandas como habilidades humanas” demostrando la importancia que tiene hablar de lo que sentimos en voz alta, especialmente de esas acciones que no siempre nos enorgullecen, como el llanto.
Ahora, Lourdes Márquez Barrios también nos ha invitado a sentir y emocionarnos con su primer libro “Reuniones para llorar”, editado por Huerga & Fierro Editores.
Lourdes nació en Maracaibo, Venezuela, hace 46 años pero lleva veinte en Madrid, España. Dos “M” que han marcado su vida en un antes y un ahora que siempre, de alguna forma, están presentes en todo lo que escribe.
En su vida profesional ha informado y comunicado pues es periodista y esta semana inicia su labor de emocionar, entretener e inspirar al convertirse oficialmente en autora.
El bautizo del libro fue una jornada emotiva donde, haciendo caso al título, hizo llorar a varias personas por muchos motivos: las canciones de Ignacio Izcaray, el discurso rebosante de amor de su padre, el conocido cantautor zuliano, Víctor Hugo Márquez, y las palabras de agradecimiento de Lourdes a una sala, física y virtual, llena de personas que la quieren y admiran.
“Reuniones para llorar” es un libro nostálgico como indica su nombre y que tiene origen en encuentros que Lourdes tenía hace un tiempo en la capital española con amigas que se convirtieron en familia. Está lleno de momentos que su autora ha vivido como mujer, migrante, hija, hermana mayor, sobrina, profesional, amiga y corredora, pero también de historias que ha visto y que le han contado por lo que piensa que muchas personas pueden sentirse identificadas.
“La mitad de mi existencia me la he pasado extrañando lugares, gente, olores, música. La mirada femenina es esencial. Incluso en los relatos que están escritos con voz de hombre es posible notarlo. Es inevitable para mí”, explica.
Un año después…
Lourdes cuenta que el libro estaba originalmente planeado para salir en abril del 2020 y que el confinamiento no representó “una época de especial inspiración” por todo lo que vivimos colectivamente.
Al preguntarle si hay algún cuento en particular que le genere emoción responde “todos”, pues cada uno nace de la emoción.
“Hay uno en especial dedicado a una amiga que murió y me hace llorar siempre. También el que se titula «El muro» y tiene que ver con la debacle venezolana y la gran tristeza que nos produce a todos tanta separación y tanta ausencia. «Anacrusa» que habla de mi infancia y mi relación con mi padre. Pero la emoción no es solo de tristeza, también hay alegría y locura”, asegura.
Un sueño que ahora es realidad
En 100 páginas, Lourdes narra experiencias y vivencias llenas de honestidad pues admite que su proceso de escritura no estaba pensado para un libro, por eso hay cuentos que existen desde hace mucho.
“Llevo años escribiendo por puro placer, pero tuve la suerte de encontrarme con gente maravillosa que le vio potencial a mis cuentos para ser publicados. Yo nunca me he sentido una escritora y tengo el síndrome del impostor exacerbado. Publicar un libro es súper emocionante y a la vez aterrador y uno tan bonito como este es maravilloso”, confiesa Lourdes quien también detalla que a veces posteaba en su blog o guardaba para ella sus relatos.
Sin embargo, las cosas empezaron a cambiar con un taller de escritura creativa que recibió como un regalo de cumpleaños y que le permitió adquirir más recursos y “soltar la mano”.
La autora no quiere dejar de agradecerle a su prima, Ana Teresa Barrios por ser la ilustradora de la portada. “Es una gran artista y la admiro mucho”, dice orgullosa.
“De verdad, me gustaría mucho que quienes me lean disfruten, se rían o se conmuevan. Con no dejarlos indiferentes ya me sentiría inmensamente feliz”, afirma.
Comment (1)
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Hola Alejandra, estoy interesado en conocerte… me encantó la apertura que le diste a este escrito donde haces la reseña de Lourdes Marquez. Yo también soy de Maracaibo y me dedico al periodismo.