“Es que las mujeres de ahora ya no salen buenas como las de antes, por eso es que hay tantos divorcios”. Escuché esta frase en una conversación de dos señores que estaban detrás de mí en la cola de la panadería para pagar y tuve que controlarme para no soltarles cualquier barbaridad, aunque debo admitir que la psicópata reprimida en mi cabeza se imaginó con cierta satisfacción lo encantadores que se verían ambos bañados de pies a cabeza con el café caliente y espumoso que llevaba entre mis manos.
Lo cierto es que ese día no fue la primera vez que escuché la fulana frase. Es una expresión machista tan común como “calladita te ves más bonita”, “hay que amarlas no entenderlas”, “mujer que no jode es hombre” etc., pero desde mi punto de vista es también la que mejor representa al patriarcado.
En primer lugar porque demuestra esa creencia sostenida de que las mujeres no somos personas sino cosas y como cosas, debemos cumplir ciertas funciones o de lo contrario no somos “buenas”. Así que asegurar que “Las mujeres de ahora ya no salen buenas como las de antes…” es perfectamente aceptado en esta sociedad. Es algo normal hablar y pensar sobre las mujeres de la misma forma en que se hace con una marca de zapatos, café o mermelada. “Esa marca ya no fabrica zapatos de tan buena calidad como antes,” “esa mermelada ahora tiene mucha azúcar, ya no es tan buena como antes.” “esa mujer no aguanta malos tratos, no es como las de antes”.
En segundo lugar por ese pensamiento constante de que en nombre del amor (que curiosamente es cualquier cosa menos amor), las mujeres debemos ser pacientes y soportarlo todo, porque al final obtendremos la recompensa de tener a nuestro lado un hombre que nos represente. Según la lógica del patriarcado no existe la posibilidad de que una mujer sea felizmente independiente.
Y en tercer lugar por siempre encontrar el modo de culparnos “…por eso es que hay tantos divorcios”… porque aunque un divorcio lógicamente es un acto que se da entre dos personas, de alguna forma se termina repitiendo aquella antigua historia de la manzana sobre la que se construyeron las primeras bases del patriarcado.
Desde mi punto de vista las mujeres todavía seguimos aguantando demasiado en nombre del amor, esa palabra que el patriarcado corrompió hasta el punto de convertirla en un eufemismo para la palabra esclavitud, pero poco a poco las cosas han ido cambiando para muchas de nosotras y si ser “buenas” sigue significando ser sumisas y dependientes, entonces trabajemos en ser cada día más “malas” y tratemos de incluir a todas las mujeres que podamos en el proceso.