Sexismo benevolente

Sexismo benevolente
febrero 17, 2021 Susana Reina
britney spears

“Las mujeres son todopoderosas”, “son más organizadas y disciplinadas”, “yo prefiero un equipo con muchas mujeres porque trabajan más y son más eficientes”, “las mujeres se fijan más en los detalles y tienen como una intuición especial o sexto sentido”, “ni con el pétalo de una rosa”, “yo soy un desastre en la cocina, mi mujer es la que manda y decide”, “déjame a mí llevar el negocio que tú no estás para estas cosas complicadas”.

Suena bonito y complaciente. Se entrega por lo general en forma de halago. No tiene la intención de ofender. Pero es sexismo. Es una forma de sublimación de la violencia contra las mujeres, de forma que, al escucharlo, uno ni cuenta se da y hasta lo agradece. Es hostilidad encubierta y cotidiana que se manifiesta en actitudes cariñosas. Son clichés que refuerzan estereotipos tradicionales donde anida la discriminación.

Peter Glick y Susan Fiske, psicólogos sociales estadounidenses, lo definieron así: sexismo hostil es un prejuicio entendido como antipatía, que considera a las mujeres inferiores a los hombres. Mientras que sexismo benevolente es el conjunto de actitudes que considera de forma estereotipada y limitada ciertos roles y que se manifiestan en un tono afectivo y positivo.

La reacción feminista al sexismo protector y sutil debe ser, lógicamente, de rechazo. El mismo rechazo que nos genera el sexismo agresivo y dominador, porque en materia de violencia, tanto daño hace uno como el otro. Ambos buscan dominar, controlar y manipular, sobre todo en medios donde mostrar hostilidad es mal visto. Este tipo de agresión más “políticamente correcta” es inclusive peor, porque desarma al enviar un doble mensaje: si lo aceptas quedas controlada y si no lo aceptas quedas cuestionada.

Paternalismo protector

Desde 2008 la conocida cantante Britney Spears está bajo la tutela de su padre por decisión de un tribunal, para manejarle todos sus asuntos personales, desde cuándo ver a sus hijos o dar entrevistas, hasta manejar su dinero, por considerar que estaba incapacitada mentalmente, cuando, al parecer, lo que estaba era en medio de un estado depresivo.

Su caso es el ejemplo patético de la manipulación que los medios, “paparazzis” y entrevistadores misóginos lograron proyectar sobre su vida, así como de una justicia que supone que un hombre está en mejor posición que una mujer adulta para tomar decisiones sobre los asuntos de ella. El movimiento #FreeBitney está pidiendo a la Corte en California que elimine esa curatela, ya que, a sus 39 años, merece la libertad que perdió en un momento de desequilibrio juvenil. Básicamente la anularon como persona considerándola una eterna menor de edad, lo cual ha pasado con muchísimas mujeres a lo largo de la historia, porque ¿cuántos hombres habrán hecho mal uso de su fortuna por adicción a los juegos o alcohol, hasta el punto de demandar tutelaje más allá de los 20 o 30 años de edad?

El patriarcado consentido descansa sobre la idea de que las mujeres son débiles y frágiles y que deben ser protegidas por los hombres fuertes y poderosos. En la fantasía infantil de que somos damiselas en apuros, ver al galán rescatándonos con tono afectuoso es una trampa muy gratificante. Sentirnos imprescindibles, reconocidas o valoradas en terrenos que refuerzan nuestro rol asignado debido al género, es asumido de manera no consciente.

Claro está, las mujeres hemos avanzado en muchos ámbitos y ya no muchas se comen ese cuento. Pero, las de esta generación estamos viviendo una gran ambivalencia: demostrarnos y sabernos empoderadas, capaces e independientes, pero al mismo tiempo dóciles, obedientes y respetuosas de las reglas sociales patriarcales. El castigo social para la que no lo asume así es enorme.

Atentas

Mujeres malas, mediocres, desorganizadas, torpes, neuróticas las hay y eso no debería ser entendido como una excusa que lleve al Estado o la iglesia o a los “pater familias” a asumir el control de nuestras vidas. En sentido contrario no pasa, y mira que hay hombres malos, mediocres, desorganizados, torpes y neuróticos mandando en países, empresas y en cualquier espacio de poder.

El cambio de actitudes está en nuestras manos, ojos y oídos. Detectar sexismo benevolente es un paso importante para desenmascarar el machismo hostil.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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