Por mera casualidad, encontré una frase de la comediante estadounidense Amy Poehler donde expresaba que «Como mujer, se necesitan años para desaprender lo que te han enseñado a lamentar», cosa que me hizo un poco de ruido, porque si bien, desde mi perspectiva la vida es un viaje donde continuamente aprendemos y desaprendemos diferentes cosas, realmente no lo había pensado desde la perspectiva de género.
Y es que, aunque aprender es vital en nuestro desarrollo como seres humanos, desaprender también ocupa un rol importante para lograr avanzar hacia aquello que queremos lograr y finalmente, poder crecer como seres humanos.
Desaprender, dicho de manera sencilla, se refiere al proceso de descartar un conocimiento sobre un aspecto en particular; esto ayuda no solo a deshacerse de malos hábitos sino también de ideas preconcebidas que hemos adquirido con el tiempo.
Todas las personas tienen nociones o ideas preconcebidas sobre diferentes cosas, sea por experiencias propias o adquiridos por patrones socioculturales que imprimen ciertas nociones que no necesariamente son ciertas. En el caso de las mujeres, desde pequeñas son múltiples las ideas que escuchan en diferentes entornos, y que, desafortunadamente, en algún punto, comienzan a normalizarse.
Desde la puesta en duda sobre su capacidad (física e intelectual) en diferentes ámbitos, el sacrificio y abnegación por la familia como lo esperado socialmente, la aceptación y el silencio ante agresiones y vejaciones, el miedo al éxito y crecimiento (personal y profesional), son sólo algunas de las cosas que millones de mujeres aprenden y cargan consigo por mucho tiempo, restringiendo la posibilidad que tienen de llevar al máximo su potencial y lograr efectivamente aquello que desean.
Es aquí donde entra en juego el desaprender, el deshacerse de esas ideas y sustituirlas por otras que resultan en herramientas poderosas para avanzar como mujeres y como sociedades realmente equitativas y respetuosas del otro.
El aprender a no temerle al éxito (y al alcanzarlo, no sentir culpa por ello), el entender que se cuenta con la capacidad de crear, emprender y lograr, el asumir el valor propio como un elemento intrínseco para el desarrollo integral como mujer, comprender el valor de la sororidad, el costo del silencio y la libertad que brinda el alzar la voz en contra de patrones culturales y conductas erradas, son elementos que cada vez más mujeres comienzan a aprender, practicar y compartir con otras.
Gloria Steinem dijo una vez: «El primer problema para todos nosotros, hombres y mujeres, no es aprender, sino desaprender». Y es que, el valor real al desaprender, reside en la oportunidad de incorporar nuevas ideas, conceptos y nociones que contribuyan a la mejora y crecimiento como seres humanos. Como mujeres, representa la oportunidad perfecta para desmitificar años de patrones culturales, creencias limitantes y normas sociales que restringen el potencial que todas guardan dentro de sí.