Mestiza descendiente de inmigrantes. Casada a los cincuenta con un judío divorciado. No tomó el apellido de su esposo. Hija de padres separados. No tiene riqueza heredada de familia. No es católica. No es madre. Es mujer. Joven. Y hoy es, para mi regocijo feminista, la primera vicepresidenta de los Estados Unidos de América.
Ella resume en sí misma muchos de los tradicionales estereotipos de etnia, clase, raza, edad, género y sexo, que alimentan las barreras para que las mujeres políticas asciendan a posiciones de poder público. Por ello este triunfo es la evidencia de que los cambios finalmente están llegando y es, asimismo, modelo inspirador que abre espacios a las mujeres de las nuevas generaciones, especialmente para aquellas que no encajan en el estándar del poder establecido.
Kamala fue la primera afroamericana y la tercera mujer nominada para vicepresidenta por el partido Demócrata, lo cual es una hazaña en uno de los países más racistas, sexistas y machistas del planeta. Hija y nieta de dos mujeres luchadoras por los derechos civiles en su época, heredó la sensibilidad social y conciencia de raza y clase que caracterizan sus acciones políticas. Probablemente de ellas obtuvo la fuerza para plantarse frente a la misoginia y el racismo de Donald Trump, antes y durante la campaña presidencial.
Credenciales probadas
En una edición para lectores jóvenes de su libro “Las verdades que sostenemos” (2018) reviso algunos hitos interesantes de su trayectoria profesional. Kamala Harris obtuvo una licenciatura en ciencias políticas de la Universidad de Howard y otra en leyes de la Universidad de California, Hastings, para comenzar su carrera en la Fiscalía del Condado de Alameda. En 2003, Kamala se convirtió en Fiscal de distrito del condado de San Francisco. Después de haber cumplido dos períodos en ese cargo, Kamala fue elegida como la primera afroamericana y la primera mujer en servir como Fiscal General de California, un estado poblado por casi 40 millones de habitantes.
En 2017, fue juramentada como Senadora de los Estados Unidos por el estado de California, la segunda mujer afroamericana y la primera senadora asiática-americana de la historia. Trabajó en el Comité de Seguridad Nacional y Asuntos Gubernamentales, Comité Selecto de Inteligencia, Comité Judicial y el Comité de presupuesto.
En todos los puestos ocupados, Kamala llevó adelante programas sociales para proteger a los grupos más vulnerables y defender causas sociales de las minorías: reinserción laboral de adictos a drogas, subsidios a los afectados por crisis hipotecarias y apoyos a veteranos de guerra y población penitenciaria.
Presentó iniciativas legales contra el cambio climático, contra la trata de personas, tráfico de armas y drogas, contra el abuso policial, así como propuestas para favorecer políticas migratorias y modelos de energía limpia y “green”. Ha luchado por la igualdad en el matrimonio, el derecho al aborto, mejoras de salarios laborales, asistencia médica accesible y programas de cuidado infantil para madres y padres que trabajan.
Las batallas que ha dado contra el sistema establecido y los muchos intereses corporativos que ha tocado, nos ponen frente a una mujer aguerrida, con capacidad estratégica y para nada moderada en temas como la raza y la igualdad, con resultados concretos para mostrar. Pero ya sabemos cómo opera el techo de cristal construido a base de sesgos contra mujeres que ejercen y demuestran abiertamente su poder: como leí en un chat de amigas “ojalá no gane porque esa niña es de armas tomar…es un peligro”. Y efectivamente lo es, para el estatus quo conservador y también para algunos grupos de izquierda que cuestionan su “mano dura” contra el crimen. Definitivamente, ejerce un liderazgo no fácil de encasillar.
Temida
Las previsiones del mercado bursátil en los Estados Unidos los días del conteo de votos ante el posible ascenso de Kamala a la Vicepresidencia alertaban “su figura aumentará la volatilidad en los mercados al tratarse de una figura más desconocida para Wall Street y que además representa al ala más liberal de su partido”. Identifican en ella posturas “radicales” por el trabajo que ha realizado en su carrera política.
Por otro lado, Joe Biden es el candidato más longevo en asumir la presidencia de USA por lo que las posibilidades de que Kamala lo sustituya si aquel sufriera un problema grave de salud son altas. O aún terminando Biden su mandato y calibrando Harris sus opciones, ella podría postularse para el cargo. Con altas probabilidades pudiera ser la primera presidenta de un país que se ufana de su sólida democracia, pero que históricamente no ha dado muestras de inclusión y participación plena a la mitad de su población.
Imagino que sus oponentes y ciertos grupos de interés, le han averiguado vida y milagro para intentar ubicar algún vestigio en su pasado que la descalifique para la carrera y ahora que ganó, la lupa seguirá pendiendo sobre todo lo que haga, diga o piense, para ser criticada y enjuiciada con el habitual doble rasero por ser mujer. Vienen días difíciles para ella y para todas las feministas, ecologistas, antirracistas y progresistas que apostamos a su éxito, con la seguridad de que su triunfo simbolizará el de todas nosotras.
Mientras, por acá la felicitamos, apoyamos y confiamos en que lidere con entusiasmo reformas estructurales, programas y medidas anti patriarcales favorables al movimiento feminista, que logren beneficiar a todo el continente americano. Su carrera por la presidencia comienza hoy.
Comment (1)
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Excelente artículo! Estoy ansiosa por verla actuar!