En este mes de noviembre, por resolución de Naciones Unidas, las feministas de todo el mundo nos dedicamos a poner el foco en la erradicación de las violencias contra las mujeres. Así, en plural. Porque lamentablemente no existe una sola forma de violentarnos, son muchas. Y no es a una, es a todas.
Por lo menos 21, según nuestra Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia: Acoso u hostigamiento, Amenaza, Violencia física, Violencia Psicológica, Violencia Doméstica, Violencia Sexual, Acceso carnal violento, Prostitución forzada, Esclavitud sexual, Acoso sexual, Violencia laboral, Violencia patrimonial y económica, Violencia Obstétrica, Esterilización Forzada, Violencia Mediática, Violencia Institucional, Violencia Simbólica, Tráfico y Trata de mujeres, niñas y adolescentes, Inducción o ayuda al suicidio y Femicidio. No conozco una sola mujer, que no haya experimentado por lo menos una de esas formas de violencia.
Algunas son visibles otras no, pero todas dañinas para la integridad y seguridad de las niñas, adolescentes y mujeres en todas partes del mundo. En todo el mundo, una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, principalmente por parte de un compañero sentimental.
Y estas estadísticas de mujeres violentadas y asesinadas van en ascenso en muchos países y en pandemia esta data se ha vuelto exponencial. La misoginia, el machismo, la discriminación femenina parece no solo no tener fin, sino que coge aire y se afianza. ¿No es un contrasentido esto de que mientras más avanzadas y modernas son nuestras sociedades en términos tecnológicos y científicos, estas conductas de barbarie pervivan y florezcan?
Activismo integral
Numerosas organizaciones y personas en nuestro país han elevado su voz contra este delito y están trabajando activamente para hacer que las leyes que regulan la materia no sean letra muerta, para que se aplique debida justicia y para que la represión sea percibida y efectiva. Sin embargo, existe mucha frustración por los pobres resultados obtenidos a la fecha.
La salida a este problema no está solo en las mujeres a título personal, buscando como protegerse o defenderse, siempre sospechosas de los ataques que reciben atribuyéndoseles culpas tanto por lo que hicieron como por lo que no.
La respuesta ante un horror como este tiene que ser pública y colectiva con la activa participación de los gobiernos, las empresas, la sociedad civil, la academia, la iglesia, los medios de comunicación social, los órganos de seguridad y justicia. Todos los actores sociales tienen que poner en sus agendas el diseño de políticas y acciones dirigidas a prevenir las violencias en todas sus manifestaciones, si queremos construir una sociedad respetuosa de la mitad de su población.
Educar para la paz
Entre todas las posibles explicaciones que pueden originar y al mismo tiempo contribuir a resolver la violencia contra las mujeres, nos quedamos con la educación como clave y pilar. Educación que comienza en casa con madres y padres no machistas, educación para la paz en su sentido más amplio, educación para tolerar las diferencias de criterio y creencias, educación para entender que el poder se pelea en el plano de las ideas y no de la tortura y el acoso físico o psicológico, educación para aprender a controlar impulsos, educación para saber hacer uso de la fuerza con fines constructivos, educación en valores para la convivencia.
Educación dirigida a ambos, niños y niñas, mujeres y hombres. Educación formal en las aulas e informal en la calle, en los medios, en los clubes y asociaciones. Educación para niños, jóvenes y viejos. Educación para aprender a expresar en vez de dar puños, reclamar asertivamente en lugar de lanzar patadas, llorar y no insultar, perdonar para no sufrir y hacer sufrir.
Educación para que cada vez más mujeres se atrevan a denunciar a su agresor, o que otras mujeres que veamos el sufrimiento en una compañera, amiga, familiar o vecina, lo hagamos por ellas. Educación para entender que esto es un asunto público y que debiera ser prioridad para los Estados. Educación para saber identificar a tiempo las señales de todos los tipos de violencias machistas. Sobre todo, porque esto de la violencia comienza como juego, con formas muy sutiles que casi no se perciben como tal, hasta que llegar el primer golpe.
Sensibilizar a todos sobre la forma de identificarla a tiempo y ponerle límites, debiera ser una de las lecciones más básicas en nuestro proceso de formación para que la violencia no sea un estilo de vida. Las feministas vivimos haciéndolo aún a riesgo de que nos digan exageradas o paranoicas, lo cual es también una forma de violencia, pero lo seguiremos haciendo. Prevenir para no lamentar.
El 25 de noviembre, el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, se inicia la campaña anual de 16 días de activismo contra la violencia de género, con el fin de promover acciones concretas que pongan fin a esta pesadilla. Nadie puede quedarse en silencio ante la violencia basada en género, la sufra directamente o no. Por eso, este mes, únete a las campañas que se promuevan contra las violencias machistas por las redes y en tu comunidad.