La Lucha

La Lucha
octubre 12, 2020 Dilmer Duno
feminismo

Mi papá escuchaba Cristina Maica y Rummy Olivo. Yo desde siempre he conectado más con las voces de mujeres que de hombres. Mis cantantes favoritas suelen ser mujeres. ¿Por qué había discos de Rummy Olivo y Cristina Maica en casa? ¿por qué mi papá le daba espacio a estas dos mujeres en un género dominado por hombres?

Quizás estoy forzando la pregunta, pero me viene una lista de cosas que me hace pensar que yo no formo parte de esto desde mi adultez, sino que en mi crecimiento hay tantos guiños a la lucha que le dan sentido a lo que soy, a mis posturas y a lo que siento.

Tengo 3 hermanas, de las que puedo aprender todos los días. Tengo a 2 hermanas de crianza que se hicieron cargo de mí todas las veces que pudieron. Si sumo bien, tengo 6 sobrinas. Tengo primas y tías a montones. Por parte de mamá, hay un montón de mujeres, que aunque no tengo contacto con ellas, puedo aprender de lo que son, de lo que hacen, de sus formas y de sus batallas. Mi mejor amiga es mujer y hoy entiendo por qué. 

Lo que les quiero decir es que, si estoy rodeado de mujeres, estoy rodeado de luchas. La lucha siempre está ahí, ruge y deja eco y ese eco se convierte en un rugido que deja un eco otra vez. La lucha está ahí, como la nitidez de un día soleado, de una foto recién impresa, de una película en 4K. Y yo he sido parte de ella, la llevaba en el morral de la escuela, en el bolso cuando iba a practicar béisbol. Hoy marcha conmigo a dónde voy, convivo con ella aunque lo supe “tarde”.

Mi tía, quien asumió ser mi mamá, fue la mujer que llamaba primero a los hombres a comer (incluido yo de niño), pero también la tipa que crió a 6 muchachos con salario mínimo. Mi mamá ha sido una mujer que siempre ha hecho lo que le ha dado la gana. Aunque eso implique llevarse a su familia por delante. Los dos extremos, luchando en sus formas.

A mi prima le desvalijaron su casa y tenía la seguridad de quién era y de dónde vivía. Un hombre muy cercano a mi familia. No sé cómo hizo para convencer a la policía para que con su instinto fueran a la casa del ladrón a buscar sus cosas. Yo iba en la patrulla, era un niño. Cuando llegó, fue tan convincente que el tipo salió rendido y al otro día tenía todo en su casa recuperado. La Lucha estaba ahí y yo era parte de ella. 

Mi tía crió a 6 muchachos sola  (4 de ella y a mi hermana y a mí, porque “hombre no cría muchacho”) y yo me resistía siendo un niño, porque no me parecía justo que alguien ajeno a nuestro núcleo se hiciera cargo de algo que no le correspondía. Se lo reclamé a mi papá hasta sus últimos días. Estaba luchando desde niño y no lo sabía.

Mi primera tutora de tesis (una que nunca terminé), la vi hacer malabares para ganar espacios en los laboratorios cuando “la ciencia no es para mujeres”. Gracias a ella tuve acceso a laboratorios en los cuales jamás pensé trabajar. Ella estaba luchando por mi. 

Mis últimas dos jefas en Caracas gerenciaban negocios que mayormente son manejados por hombres, las vi abrirse camino y lidiar con hombres en la toma de decisiones. Ganarse espacios en la alta dirección. Lucharon por ellas y por todos. Fui espectador de esa lucha.

Me faltan dedos para contar las mujeres a mi alrededor que han sido abusadas, las veo pasar por un proceso tan innecesario y cuando se levantan, entiendo que esa lucha no es solo por ellas, si no también por mi. He estado cerca, no luché, pero si les di un abrazo.

Podría contar muchas historias aquí, podría hacer una lista de hitos que hoy se me presentan uno a uno para entender que yo quiero un mundo más equitativo desde hace rato, que he estado tan cerca de mujeres que han dado la pelea de forma silente, de algunas que han hecho ruido y de muchas que ni siquiera han tenido el chance de luchar desde el silencio. 

Pero a lo que voy, es que la lucha siempre está ahí para el que está buscando y haciendo las preguntas correctas. Para quienes tienen ganas de incomodarse, de salir del status quo, de esa automatización de la que no nos percatamos. Está tallada, instaurada, ese chicle tiene años pegado en ese pupitre, pero lo mejor, es que ese chicle ya está vencido.

La lucha ruge y deja eco y ese eco se convierte en un rugido que deja un eco otra vez, está ahí.

Y si no logras ver… es porque realmente no estás viendo.

Deconstruye.

Te quiero mucho.

 

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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