En las que están separadas por el necesario distanciamiento social que trajo el Covid-19; confinamiento que es el que mantiene a salvo a muchas de esas mujeres vulnerables por su edad, situación de salud o ambas. Estar a un clic de distancia a veces no es suficiente, pero nos tenemos y eso es un lujo.
Pienso en aquellas madres que durante esta cuarentena dejaron de estar con nosotros. Porque vivir el duelo con tu grupo de apoyo, en un momento donde quieres que esa despedida sea eterna, no es posible.
Pienso en esas madres que fueron separadas de sus hijos e hijas a propósito de esta situación, sin tener certeza de lo que pasa o va a pasar. Enfrentándose a procesos psicológicos complejos por la naturaleza de la acción (¿Dónde estará mi bebé? ¿Estará bien?)
Pienso en las madres que están soportando situaciones de violencia y que no tienen a dónde ir, cómo denunciar, cómo defenderse.
Pienso en ellas y en su miedo, en cómo invocan fuerza con cada respiración contenida al ver a su agresor. En cómo el día a día para ellas es alivio y tormento.
Pienso en esas niñas y adolescentes que asumen o están por asumir un rol que te cambia la vida por siempre, que les frena sueños, aspiraciones y oportunidades. Pienso en cómo hubiésemos podido ayudarlas con educación oportuna, acceso a métodos anticonceptivos, una ley que despenalice la interrupción temprana del embarazo y, más educación; también para los varones: sobre consentimiento, sobre responsabilidad.
Pienso en las madres del interior del país, las que están en el Zulia, en Barinas, en el Arco Minero del Orinoco; viviendo situaciones muy diferentes cada una, pero con el denominador común de la crueldad y la indefensión. Sin electricidad, alimentación adecuada para ellas y sus hijos; vulnerables al hampa, esclavitud sexual y laboral y otras clases de violencia.
Pienso en ellas y me llena de impotencia no poder hacer más desde mi privilegio, que escribir estas líneas.
Pienso en ellas y siento que esta deuda profunda debe ser saldada aunque pase el tiempo. Que no serán olvidadas, que aquí todavía quedamos quienes queremos trabajar realmente por todas.
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