Malos jefes

Malos jefes
mayo 31, 2020 Vanessa Federico

Comenzar una vida laboral a tus veintitantos años es algo emocionante, novedoso y está lleno de muchas preguntas, como, por ejemplo: “¿Tendré un/a buen jefe/a?”, “¿Tendré buenos compañeros de trabajo?”, “¿Seré buena para este trabajo?”, “¿Estaré a la altura de lo que me pidan?”, entre otras muchas preguntas más. Pero, lo cierto es que cuando nos iniciamos en el mundo laboral siempre hay que llegar con la mayor humildad posible, las mejores ganas de aprender y tomarte los comentarios de la mejor manera e intentando siempre mejorar; y es aquí cuando entra en juego el papel de tu líder o mentora.

En muchas empresas no hay lideres al frente de sus compañeros, lo que hay son malos jefes. La jefa/e tiende a ridiculizarte, hace ver tu trabajo como poca cosa, te repite una y otra vez que no estas a la altura del puesto y siempre repetirá que ahí afuera hay alguien mejor que tú y que el nivel de la competencia (en tu rama) es muy alto; típico que se centra más en tus defectos que en las cosas que has hecho bien. Se acordará del día que metiste la pata, pero ni por un milagro recordará cuando lograste algo importante para la compañía.

Nosotras las mujeres tendemos a menospreciarnos, a pensar e incluso creer como un hecho que no estamos capacitadas para el puesto al que nos hemos postulado y solemos pensar constantemente que seremos descubiertas como unas charlatanas que no sabe hacer lo que le han pedido. Este es un síndrome y se llama el síndrome del impostor.

Este síndrome lo padecen muchas mujeres en el ámbito laboral y si bien es cierto que muchas veces no tienen razones para creerlo también es cierto que si no tienes un jefe/a que sepa que esto existe y que ve su empresa como una mina de dinero en vez de una organización con personas reales, este síndrome se agrava y en algunos casos se convierte en una verdad inquebrantable; haciendo finalmente que desistamos del trabajo y nos dediquemos a otra cosa o en otros casos a renunciar a nuestra capacidad de ser profesionales.

Confieso que mi inicio en el mundo laboral fue inmejorable. Mi primera experiencia laboral fue de la mano de una verdadera líder; una mujer que me decía qué quería y cuándo lo quería, si algo no le gustaba decía cómo mejorarlo, me daba tiempo de aprender, daba feedback y me hacía sentir parte del equipo, me daba responsabilidades y también cumplidos. El reto no fue sencillo al principio, me sentía perdida y pensaba que no era buena en mi trabajo, pero poco a poco fui superando mis complejos personales y profesionales.

El problema viene cuando te acostumbras a trabajar de la mano de una persona así y cambias de trabajo (por las razones que sean) y te topas con malos jefes y no líderes.

Pues los malos jefes abundan. Contaminan los lugares de trabajo. Algunos lo hacen de manera abierta, mientras que otros manipulan a sus empleados para usarlos como simples instrumentos de su propio éxito. Sin importar cuáles sean sus métodos, los malos jefes causan daños irreversibles a sus compañías y empleados al impedir que se desempeñen con todo su potencial y al generar estrés innecesario.

Una de las habilidades más grandes que una persona puede desarrollar es la capacidad de neutralizar a personas tóxicas, incluso a aquellas a las que tienen que reportar. No es sencillo y requiere mucha inteligencia emocional. La solución más obvia para lidiar con un mal jefe es buscar otro trabajo, sin embargo, esto no siempre es posible. Las personas exitosas saben sacar lo mejor de una mala situación y no permiten que un mal jefe los detenga porque saben que el éxito viene de aprender a jugar al máximo con las “cartas” que les da la vida.

Si bien un buen jefe aprovecha al máximo el potencial de sus empleados, también es un hecho que este tipo de líderes hacen del ambiente organizacional algo increíble o lo menos molesto posible, porque no nos engañemos, en las empresas siempre va haber alguien que va a preferir el conflicto que la paz y las relaciones personales son un mundo.

¿La moraleja de esta historia?, ninguna. Aún sigo trabajando en ella y pensando cómo en tiempos de cuarentena podré conseguir lo que algún día tuve. Probablemente la respuesta será no permitir que las circunstancias afecten mi autoestima o lidiar con este tipo de cosas que la vida nos pone en el camino, no lo sé. Lo que sí sé es que sea cual sea la jefa que me toque no permitiré que me hagan dudar de mi capacidad como trabajadora y como mujer.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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