Celebremos a las madres en la pandemia

Celebremos a las madres en la pandemia
mayo 13, 2020 Susana Reina

Me llega por Whatsapp este mensaje del administrador del condominio: “Por ser un día especial mañana domingo 10 de mayo, se abrirán las llaves del agua a las 9 am por 30 minutos como una excepción al horario habitual con el propósito de que las mamás del edificio culminen más temprano las actividades de la casa y tengan más tiempo para disfrutar de su día”.

No sé por dónde atacar este “regalo” a las madres de mi vecindario. Si por destacar el racionamiento del agua en horario premium como un bono especial por su día o por la implícita aceptación de que es a ellas a las que les toca encargarse de la limpieza o lavado de ropa o lo que sea que hagan cuando llega el agua y encima prepararse para tener un día de disfrute. Me recuerda la imagen de celebraciones del día de las madres donde ellas cocinan, atienden a hijos y nietos y después les queda el perolero y casa sucios cuando se va la visita. Quizá al terminar de lavar todo, aun esté disponible el agua y se puedan poner “bellas” para sus maridos.

No es un chiste. Toda esta estampa criolla deriva de un protocolo patriarcal que supone que los cuidados y el sostenimiento de una casa reposan en las mujeres. Nos presentan la abnegación hogareña como virtud. La entrega a la familia como valor. El trabajo doméstico como demostración de amor y vocación de servicio. Pero es un rol demandado como obligación y todos los mensajes te lo hacen saber sin importar además si eres madre dedicada a los oficios del hogar y también trabajadora.

La brecha de género se amplía cuando eres madre

Está bien documentado que en la mayoría de las empresas que no tienen perspectiva de género, a las madres se les aplica penalidad maternal (no aumento de sueldo mientras dura su reposo pre y post natal, no promociones, no flexibilización de horario). Mientras que a ellos se les aumenta el sueldo por tener hijos para que sostengan mejor a sus familias. Para completar el cuadro, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) casi la mitad de las empresas no contrata mujeres que retornan al mercado de trabajo después de la gravidez por considerar que están “desactualizadas”.

En mi práctica laboral desde Recursos Humanos en una empresa con más de mil trabajadores, pudimos medir que las empleadas con un hijo tenían un 30% de probabilidades de abandonar el trabajo para dedicarse a la crianza. La llegada de un segundo hijo subía ese indicador al 60%. Esto no ocurría con los hombres en ningún caso.

En el estudio “La producción de la desigualdad: la división de género del trabajo a través de la transición a la paternidad” los investigadores Yavorsky, Dush y Sullivan examinaron el uso del tiempo en una muestra de progenitores, concluyendo que las madres llevaban la mayor parte del cuidado infantil y no disminuían sus horas de trabajo formal remuneradas. Pero lo interesante era que la brecha de género no estaba presente antes del parto, sino que surgía después, llevándolas a hacer más de 2 horas de trabajo no remunerado adicional por día en comparación con los 40 minutos adicionales para los hombres.

En pandemia es peor

Si bien esa ha sido la realidad que muchas madres trabajadoras han vivido en esta etapa moderna desde mediados del siglo pasado, con la pandemia el cuadro se agrava. Básicamente porque al rol de madre se le ha unido el de docente, enfermera, cocinera, limpiadora y sostén de hogar. En la búsqueda de ejecutar todas las tareas a la perfección muchas dejan la vida, lidiando con la estresante cuarentena, a veces sin ningún tipo de apoyo adicional.

Conozco a tantas mujeres madres que, teniendo que lidiar con todo esto, hacen malabares para poder rendir a la perfección, terminando quemadas, fatigadas y sobre todo impactadas negativamente a causa de una sensación de culpa que las acompaña siempre. La culpa de no ser la “buena madre”, la perfecta ama de casa, de no dar el 100% de su tiempo a sus hijos, de que se traumaticen, de que se enfermen o se desvíen y mil temores más.

Basta mirar la publicidad y avisos que han surgido con la crisis del coronavirus, difundiendo las medidas preventivas de limpieza doméstica extrema, cuidados, desinfección, mantenimiento de zonas asépticas y demás trabajos necesarios para evitar contagios, siempre mostrando una mujer de protagonista como la responsable de que esto se cumpla.

En situaciones de emergencia sanitaria las madres están en primera línea de combate previniendo posibles contagios de hijos y demás miembros de la familia, cuidando a quienes se enferman, temiendo que no se abran las escuelas o guarderías o geriátricos, extremando las medidas de precaución 24 horas al día al mismo tiempo que realizan teletrabajo o salen a la calle a cumplir con su jornada laboral o a rebuscarse dinero desde la informalidad. Es una carga exigente generadora de mucha ansiedad.

A las madres en su día

Por todo esto, considero que el mejor regalo que podemos obsequiarle a una madre en estas fechas de confinamiento es desmontar uno a uno los argumentos culposos y consumidores de energía para sustituirlos por juicios más sanos para ella y su descendencia. No es fácil, porque de madres pasamos a abuelas y muchas veces, casi sin darnos cuenta, le transmitimos a nuestras hijas la carga de culpa que nos entregó el modelo y, teniendo quizá más tiempo disponible para cuidar, pareciéramos hacer de ejemplo de lo que podría ser mejor hecho, platos mejor lavados, cocina más limpia, orden en la casa (quizá el padre ve televisión con cuñados y amigos), sonrisa para todos.

El día de la madre vale la pena como espacio para reflexionar y hacerle saber a todos que la limpieza de una casa y los cuidados son responsabilidad compartida entre hombres y mujeres y que la carga debe ser negociada y redistribuida. Que la educación de los hijos depende de ambos padres, de la escuela, de los ejemplos y el modelaje que hagan todas las personas de su entorno, no sólo de ella.

Transmitir a todos que los sueños de una mujer madre son importantes y que debe hacerse todo lo que sea necesario para cumplirlos, proporcionando espacios laborales flexibles sin muros maternales para que ellas no tengan que abandonar su carrera.

Que cada mamá sepa que cuando llegue el agua no sólo ella tiene que salir corriendo a aprovechar la media hora de suministro y que no tiene que ajustarse a la imagen de la madre-perfecta-que-puede-con-todo, de manera que viva su maternidad libre de culpas.

Desamarrarse de todos esos juicios para ser felices es lo que deseamos a las madres en su día. Mis respetos y admiración a las jefas de hogar que les ha tocado vivir todo esto con niños pequeños en casa.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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