Integrando lo Femenino y lo Masculino

Integrando lo Femenino y lo Masculino
abril 3, 2020 Esther Politis

La idea de la dualidad está en toda nuestra cotidianidad.  El día y la noche, el inhalar y el exhalar, la luz y la oscuridad, y también lo femenino y lo masculino. Sin embargo, a pesar de que podemos reconocer que el inhalar y el exhalar forman parte de la respiración y la luz y oscuridad forman parte de un mismo día en el calendario, lo Femenino y lo Masculino lo separamos como si lo Femenino perteneciera en exclusivo a la mujer y lo masculino en exclusivo al hombre.

En la mitología griega se cuenta que somos seres andrógenos y que Zeus nos dividió en varón y hembra. Desde entonces buscamos “completar” esta separación. Esta creencia se repite en  metáforas religiosas (ej.: Adán y Eva), por lo que vivimos pensando que somos “la media naranja” de otro, y que en algún lugar está nuestra “otra mitad” o la “otra costilla” para completarnos.

Sin duda, estar en pareja nos regala la experiencia profunda del Amor y la oportunidad hermosa de evolución al lado de otro ser humano, pero no es lo mismo vivir la experiencia de estar con una pareja sintiéndome como un ser completo al lado de otro ser completo, que vivir en pareja sintiendo que el otro “me da la mitad que necesito”. Incluso, cuando estoy a solas conmigo, sentir que “algo me falta”.

Quisiera entonces, en este artículo, explorar la cualidad de lo femenino y lo masculino, como dos energías interiores, que cuando las podemos integrar, pueden manifestarse y expresarse en diferentes contextos y situaciones.

¿Qué es lo Femenino? ¿Cómo se expresa y reconocemos en nuestra vida esta energía?

 Lo femenino tiene que ver con la capacidad de contener (desde la dimensión de la tribu, la familia, o la comunidad): escuchar, unir, expresar. Lo femenino se vincula también con la cooperación, la vida afectiva y emotiva. Es energía que se orienta a la relación, la cualidad compasiva y la comunicativa, entre otras. Es la energía de la intuición, receptiva, y magnética. El movimiento del cuerpo es en ondas y suave.  Por eso, esta cualidad es creativa, desde ahí, se ensaya, se experimenta. La energía femenina también se asocia a la Tierra (Pachamama), por tanto, pensamos en ella como energía que “desciende”. Lamentablemente muchas veces los juicios asociados a esta energía son: “cualidades blandas”, donde el mensaje es la debilidad.

¿Cómo vemos qué se mueve y expresa la energía Masculina? 

Es una cualidad vinculada a la valentía, lo racional, la lógica, la fuerza, el pensamiento, la orientación a resultados (metas, objetivos), el foco, la fuerza. También es la energía de la competencia, del sustento, de lo individual, de la consciencia de si mismo y de las necesidades personales, del poder y de la realización personal. La energía masculina, es de soporte, disciplina, confianza protectora, sabe poner límites, ofrecer estabilidad y seguridad y es esa consciencia de plantearse objetivos e ir hacia adelante. Es persistente y lineal.  Es un movimiento que separa, que es frontal. Lo racional lo ubicamos en la “mente” (cabeza) y por tanto es una energía que asciende

No es de extrañarnos, entonces, que hayamos considerado a Dios o la Divinidad con lo Masculino. Podemos ver que el concepto inclusive de “cielo” desde lo patriarcal, pareciera ser un privilegio asociado no solo a lo Masculino, sino a los hombres.

Desde sus inicios, la cultura patriarcal ha sacado a la mujer de muchos espacios públicos, negando la cualidad femenina que habita dentro de sí mismo. Como ejemplo surgen las religiones patriarcales donde se separaron durante los rituales los hombres de las mujeres, dejando a la mujer solo como una observadora a distancia. Esto ocurrió igualmente en los espacios de estudio, del conocimiento, de la ciencia, de la política y de lugares y oficios de trabajo (lugares que les ha costado muchos años ganar a las mujeres).

Todos estos espacios interpretados como de “ascenso” personal, han sido durante años reservados como exclusivos de los hombres. Desde este lugar, la historia ha mostrado como se ha “guardado y oprimido” no sólo a la mujer, sino a la expresión de lo femenino para un espacio en la intimidad del hogar, y oculto hacia el resto del mundo.

El daño principal de esta cultura al confundir lo masculino con el hombre, no solo ha sido hacia las mujeres (sus mayores víctimas), sino también ha sido hacia los mismos hombres, al convertir lo masculino en una prisión donde habitan con constante demanda y tensión. Cualquier hombre que públicamente pueda expresar su sensibilidad, su ternura y su delicadeza (cualidad femenina) termina siendo disminuido, de la misma manera en que estas cualidades se disminuyen en la mujer.

Resulta muy importante resaltar que esta consciencia femenina no tiene que ver con la manera en que uno se viste, se arregla, o con “una única manera” de actuar. Tampoco tiene que ver con demostrar que un género es mejor o peor que otro. Tiene que ver con la manera en que te conectas con estas cualidades, en la relación que uno tiene consigo y con los otros.

¿Cómo te tratas a ti? ¿Con delicadeza, dulzura? ¿O desde la exigencia y la sobredemanda?  ¿Te escuchas? ¿Escuchas tu cuerpo? ¿Reconoces tus emociones? ¿Cómo eres con otros? En la relación con otros, ¿cómo te descubres? ¿Compites constantemente? ¿Te sientes superior? ¿Más fuerte? ¿Eres más dura (o)? ¿Estás más pendiente de tu espacio, de lo individual? ¿Eres una persona que te importa lo que sucede a tus vecinos? ¿A tu equipo? ¿A tu comunidad? ¿Qué emociones te permites con mayor frecuencia? ¿Tu cuerpo tiene movimientos lineales y ondulados, o de un solo tipo?  ¿Sientes valentía para emprender tus sueños? ¿O piensas sólo que te debes a “otro”? ¿Descubres el poder de la autonomía e interdependencia? ¿Puedes estar a solas contigo?  Desde ahí, ¿cómo ves el disfrute y la expansión? ¿Te das permiso o siempre estás “haciendo algo? ¿En tus conversaciones usas palabras como “lucha, defensa, batalla, conquista”? ¿Tu cuerpo se tensa constantemente o se mueve con fluidez?

Solo respira y observa.

Somos energía en movimiento, somos cualidades que se expresan dependiendo de cómo fuimos criados en casa. Tenemos “permisos” para pensar, sentir y actuar de maneras que coinciden con el desarrollo de una cualidad energética, de ahí que puedas ahora identificar si tienes mayor presencia de una energía femenina o masculina y como has integrado (o no) a la otra.

Lo mas complejo de esta división de nuestra consciencia es que muchas mujeres para poder subsistir en la vida y en el trabajo, han exacerbado su cualidad masculina negando también la cualidad femenina. Y vemos en las organizaciones a las llamadas “Power Suit” donde la dureza de esas mujeres puede ser tan fuerte como la de hombres. Así como otras también se han ido al otro extremo, exacerbando la cualidad femenina, que cuando se separa de la masculina, puede tornarlas débiles y sumisas ante otros. Y esto también puede ocurrir con los hombres, en la medida que tengan ambas energías divididas: en un caso pueden sentirse tensos, poderosos, fuertes y llegar al extremo de ser opresores y en el otro sentirse sin fuerza, debilitados y en su extremo oprimidos. La consecuencia es que le hemos quitado a estos espacios comunitarios laborales, la alegría, la prosperidad y bienestar que viene de la integración y del encuentro.

Desde estos modelos hemos creado un mundo patriarcal que no solo nos divide por dentro, sino en las relaciones que tenemos con nuestras familias, donde muchas conversaciones son desde la “lucha” y el “tener la razón”. Pasa también con nuestros equipos, nos divide de lo que los otros piensan, sienten o si actúan diferente, porque como energía, lo masculino separa a lo diverso. Desde esta cultura, la vida es la búsqueda de riqueza, poder, “el desarrollo y el ascenso”, y tiene que ver con un querer constante  “tener más” de una manera insaciable. Así como nos hemos dañado en el encuentro, hemos dañado el planeta que habitamos, no viendo que la expresión de la Divinidad puede también ser expresada en  la Tierra. Si miramos a la Tierra también con el inmenso valor que tiene, podemos , cuidarla y agradecerle que nos ha sostenido miles de años, aún sin que nos hallamos dado cuenta.

Y cuando finalmente puedes tomar consciencia de todos estos aspectos, ¿qué podemos hacer?

Empieza por ti. Revisa cómo está tu cualidad femenina y masculina, porque en la integración, como dice un querido maestro, ocurre “el encuentro sagrado”. Desde tus acciones puedes modelar y educar a nuevas generaciones, para tener una vida y un Planeta de mayor bienestar y balance. No se trata de una competencia de géneros, se trata de una integración de nuestra propia consciencia. De esa manera es que mujeres y hombres podremos tener encuentros desde nuestra propia  sensación de estar completo.

Quiero finalizar con una reflexión de Claudio Naranjo: “que el barco patriarcal se hunda, eso es lo que necesitamos para crear un Mundo nuevo. Que ya no funcione la política, la economía. Que el pueblo descubra la gran mentira de tantas cosas que han estado idealizadas. Ese es el comienzo de la liberación”.

Espero que tú puedas encontrar la tuya, y desde ahí la nuestra, para nuestros hijos, nuestra comunidad, nuestros países y nuestro planeta.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

Comment (1)

  1. Lala Goldverji 4 años ago

    Maravilloso, gracias por compartir!

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