La prostitución normalizada

La prostitución normalizada
marzo 14, 2020 Veronica Arvelo

Mi sobrina está afuera, en Ecuador, es enfermera, pero no encontró trabajo en eso, ahora está trabajando como dama de compañía,  es duro, pero al menos gracias al dinero que nos manda podemos alimentarnos y alimentar a sus hijos que quedaron a nuestro cuidado, varias veces ha querido regresar, pero si lo hace todos nos morimos de hambre, porque aquí los sueldos y la pensión no alcanzan para nada…”

Mi mama ya me mandó el pasaje para que me vaya a trabajar con ella como dama de compañía en República Dominicana, tiene 5 años allá, yo solo estaba esperando cumplir los 18 para irme con ella”´

El esposo se quedó aquí con los hijos para que ella se fuera a trabajar para Colombia; ella les manda dinero porque supuestamente está trabajando limpiando casas, pero una vecina que está en la misma ciudad me contó que la muchacha trabaja en un burdel

La mayoría hemos escuchado  en algún momento este tipo de historias, rumores o cuentos de pasillo, que cada vez se hacen más frecuentes en Venezuela. Si bien la prostitución no es nueva o desconocida, nunca antes había sido un tema del que se hablara con tanta normalidad y es que últimamente pareciera que todo el mundo conoce o sabe de alguien que  se encuentra fuera del país, “ejerciéndola”.

¿Por qué está ocurriendo esto?

Para entender un poco mejor el fenómeno de la prostitución y su estrecha relación con la trata de mujeres con fines de explotación sexual, es importante estudiar los factores que intervienen en el proceso, como lo son el género, la feminización de la pobreza, las migraciones y el poder económico de la industria sexual.

Para nadie es un secreto que el país está atravesando por una terrible crisis política, económica, ecológica, social y cultural. Crisis que ha empujado a millones de personas a abandonar el país para probar suerte en otras tierras, convirtiéndose en una de las migraciones masivas más grandes en la historia de Latinoamérica, según Naciones Unidas.

Entre los grupos de emigrantes de más bajos recursos se encuentran muchas de estas mujeres, que al no conseguir trabajo en un país extraño, donde no conocen a nadie y desesperadas por encontrar dinero para alimentar a sus familiares y cubrir sus necesidades básicas, acaban siendo víctimas de trata o explotación sexual.

Muchas son engañadas por redes organizadas, que les  ofrecen  trabajo (que a menudo no está muy claro) y les proporcionan  pasajes, alimentación y estadía.  Terminan contrayendo una deuda con elevados intereses y al no poderse hacer cargo de ella, son amenazadas y coaccionadas para que ejerzan la prostitución.

Otras aceptan algún tipo de “contrataciones temporales” que terminan convirtiéndose en permanentes, debido a la imposibilidad de salir de estas redes sin enfrentar ciertas consecuencias.

También están aquellas que deciden ejercer la prostitución no organizada, que en teoría se  diferencia de la esclavitud sexual y la trata, porque se hace de manera “voluntaria”, es decir, una decisión personal de quien  la ejerce con el fin  de conseguir un beneficio económico, sin que exista la coacción de un tercero. Pero cuando esta actividad  es la única opción viable de supervivencia a una situación completamente precaria, ¿hasta qué punto podría considerarse voluntaria?

Resulta preocupante la  evidente normalización con que se está tratando  un tema tan delicado y profundo como la prostitución en  cierto sector de la sociedad venezolana y mucho más la poca voluntad de los Estados latinoamericanos de crear estrategias eficientes para frenar este fenómeno que se ha incrementado a pasos agigantados, debido a la crisis migratoria en Venezuela y que está afectando de una u otra manera a todo el continente.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

Comments (0)

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*