Hace poco conversaba con una amiga que está embarazada y me decía que está feliz porque será niño. Y si, tiene miembro masculino: pene, no sabremos si será un hombre, eso lo decidirá más adelante. Pero me decía que ante un mundo con tanto machismo como el de hoy en día, pues ella preferiría que fuera niño. No salté a decirle que era machista, sino más bien le dije que la comprendía enormemente porque este mundo está diseñado para el hombre y ciertamente vivir como hombre en el mundo es una tarea mucha más fácil que ser mujer. Y si no me creen a mí, pues les recomiendo el libro “La Mujer Invisible” de Caroline Criado Pérez, fantástica lectura que no tiene pérdida. El diseño y la estructura organizacional de las ciudades, los baños, la medicina, los famosos “Emoji” incluso, todo ha sido diseñado por ellos a su imagen y semejanza.
Aunque hemos avanzado enormemente hay cosas que para mí siguen siendo insólitas. Muchas podrían estar de acuerdo conmigo que seguimos viviendo en un mundo dominado por el machismo que mucho le queda por ser perfecto. Pero lo que es insólito es que todavía tengamos que argumentar por qué un evento con ocasión de la conmemoración del día internacional de la mujer que sólo se enfoque en belleza y cocina está mal y que todavía tenga que justificar por qué mi indignación.
Aun así, tenemos que saludar y sonreír, porque no podemos ser la mujer intensa. Si, intensa, esa palabra que tanto detesto que se le diga a una mujer. Porque una mujer apasionada por sus valores, principios, por su ambición, por su conocimiento es intensa y hasta de histérica me han catalogado. Esto es producto del patriarcado que lo tenemos metido en la cabeza desde que nacemos y nos abren dos huecos en las orejas para diferenciarnos de los hombres, nos ponen faldas y lazos, siempre rosados claro, nos dicen que los juegos de pelotas no son de niña, nos regalan la cocina, la barbie rubia y blanca con el cuerpo “perfecto”.
No puede ser que todavía en pleno siglo XXI tengo que justificar qué opino, porque un hombre claramente en mi posición sería un hombre apasionado. Piénsenlo tenemos tan internalizado en nuestra crianza el “calladita te ves más bonita”, siéntate bien, a los hombres no les gustan mujeres muy inteligentes, no opines que una mujer opinando no es más nada que una histérica y una intensa. que una mujer que descuadra con ese perfil estereotípico es descalificada.
No puede ser que todavía en el siglo XXI tengamos que justificar nuestra opinión ante un evento claramente marcado y manchado por estereotipos de género, por querernos pintar a la mujer perfecta, la miss Venezuela, maquillada con “pasapalos” en casa esperando al marido y con las uñas y los pies impecables.
El mundo avanza a pasos gigantes en temas como la inclusión y la perspectiva de género. En Venezuela mientras tanto pareciera que viviéramos en 1896 en la Época de “Anne with an E”, serie que recomiendo, donde se les educaba a las niñas para lucir lindas ante los hombres, porque el fin ulterior era casarse. Porque los finales felices en Disney terminan siempre con la mujer casada. Para qué más. Hemos avanzado mucho más de allá de belleza y el cuidado como para que nos sigan encasillando.
Así que cuidado con ese discurso opresor, que repetimos sin darnos cuenta, que el patriarcado nos da hecho tanto daño que opinar, razonar y analizar son tan ajenos a nosotras mismas y nos distanciamos de ello por sentir que no es parte de nuestro ser y nuestra “esencia” como mujer.
El mes de marzo es un mes para reflexionar y conmemorar. A las mujeres de este mundo les digo, no tengamos miedo de opinar, comentar, reflexionar. Nos dirán locas, nos dirán histéricas, nada que no nos les hayan dicho antes a otras mujeres cuando pedían salarios justos, cuando pedían derecho al voto, ser incorporadas en la universidad, ser profesionales: médicas, profesoras, abogadas. No dejemos que el machismo que está tan arraigado entre nosotras sea motivo de rechazo al feminismo.
