El otro día escuché a mi esposo conversando sobre feminismo con uno de sus amigos que nos había ido a visitar, no tengo idea de cómo comenzó la conversación, pero en lo que escuché la palabra feminismo activé el super oído para saber que estaban diciendo estos dos hombres sobre mi querido movimiento.
Mi esposo le explicaba a su amigo que yo era feminista y que gracias a mí, había entendido lo que significaba, que el feminismo no era todas esas cosas locas que la religión y la sociedad conservadora se habían encargado de hacerles creer, que era el único movimiento hasta ahora con el que se había sentido identificado, porque al fin había encontrado gente que como él supiera que el sistema está mal (racismo, clasismo, machismo, homofobia, etc.) que las mujeres eran las que de una vez por todas acabarían con todo eso y construirían algo mejor, mucho más justo, menos hipócrita y menos cínico. También le comentó que había ido a una charla sobre feminismo para entender un poco más del tema y que esa charla lo hizo querer apoyar aún más la causa. (Charla de mis brillantes amigas de @Uquira) finalmente le recomendó la película de Netflix “no soy un hombre fácil” para que entendiera un poco la realidad de las mujeres y le dijo que si quería saber más del tema hablara conmigo que yo era la experta.
Me hizo mucha gracia que me considerara experta en la materia, porque yo no me siento para nada experta, todos los días leo y aprendo un montón de cosas de las que no tenía idea, pero escucharlo hablar así sobre feminismo, sin ánimos de apropiarse del movimiento, me hizo sentir muy orgullosa y además me hizo reflexionar sobre la importancia que tienen los hombres como nuestros aliados, sobre todo para combatir ese prejuicio estúpido que existe de que las feministas somos unas resentidas que odiamos a los hombres.