Prostituirse ocurre todos los días en todos los rincones del planeta y tal fenómeno es tratado como si fuese una vocación, en lugar del producto de falta de oportunidades o situaciones críticas que es. Como si no fuesen suficientes los casos de violencia machista que diariamente ocurren, la página especializada en mercados negros, Havoscope, aseguró que el «trabajo» sexual estaba en segundo lugar con más ingresos, siendo superado sólo por la falsificación de dispositivos electrónicos. Indican en dicho site, que los países que más consumen estos servicios son China, España y Japón.
España es el tercero con mayor consumo de prostitución en toda Europa y a nivel mundial según cifras de la ONU. La creencia asociada al carácter comercial de las mujeres ha hecho que, de acuerdo con datos de la asociación Médicos del Mundo, cerca de 45 mil mujeres y niñas sean explotadas sexualmente en territorio español. Las autoridades se han pronunciado contra estos hechos, asegurando que serán tomadas acciones “legales y contundentes” tanto para los proxenetas como para quienes visiten los prostíbulos, lugares que, desde la Secretaria de Igualdad del PSOE, calificaron como cárceles, aunque la opinión pública los siga llamando clubes nocturnos o de entretenimiento.
La esclavitud sexual y prostitución forzada es una realidad en la Venezuela migrante de hoy, estimándose que un 63% de las víctimas son mujeres que, según explicaron desde la Asociación Civil Éxodo, en muchos casos se ven engañadas con ofertas laborales o estudios en el exterior.
Abolicionismo cobra auge
En Suecia, se penaliza a quien pague para tener relaciones sexuales. Este país fue el pionero, en 1999, en penalizar a los clientes de la prostitución, que pueden enfrentarse hasta a un año de cárcel. Su modelo, basado en el principio de que la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres y una muestra de desigualdad de género. En los últimos tiempos, este modelo se está expandiendo. Se ha aprobado en Islandia, Canadá, Singapur, Sudáfrica, Corea del Sur, Irlanda del Norte y Francia. También en Noruega, con el añadido de que ese país también persigue a aquellos que hacen turismo sexual.
El Parlamento Europeo instó en 2014 a los Estados miembros a adoptar fórmulas similares y Bélgica, Irlanda y Escocia debaten actualmente proyectos de ley basados en el nuevo abolicionismo. Otros países, como Finlandia, han apostado por un sistema híbrido: castigan la compra de servicios sexuales, pero solo si la prostituta es víctima de las redes de trata. ¿Lo ven? Países desarrollados que entienden que no puede haber bienestar si se ataca la dignidad de las mujeres y se alimentan redes criminales.
En Suecia, diez años después de que entrara en vigor, el número de compradores de sexo ha descendido del 13,6% a menos del 8% de la población, según datos del Instituto Sueco: “La norma tiene un objetivo disuasorio sobre los potenciales compradores de sexo. También ha servido para reducir el interés de diversos grupos o individuos de establecer actividades organizadas de prostitución en Suecia”.
Eufemismos y disfraces.
Conceptualicemos bien y usemos los términos correctos para politizar correctamente. No digamos más «trabajadoras sexuales». Eso no es un trabajo. Se dice «mujeres prostituidas», no «prostitutas». No son «mujeres de la vida fácil», ni «es el oficio más viejo del mundo».
Además de no llamar a las cosas por su nombre, como cuando a los femicidios les dicen “crímenes pasionales”, tampoco funciona ocultar o ponerle brillo a la prostitución. Varios ejemplos tenemos a la mano. Desde la Asociación Mujeres Meretrices Argentina (AMMAR) denuncian sitios que están actuando bajo fachadas comerciales de masajes o terapias. En Colombia los anuncios e invitaciones camufladas llegan a estar en universidades públicas y privadas donde se oferta mucho dinero por “sólo divertirse” con turistas. En muchas familias existe una doble moral respecto a la prostitución, porque se le considera como una tradición sin cuestionamiento el hecho de que la primera relación sexual de los hijos varones sea en un prostíbulo.
En tiempos de apps no es de extrañar que, a través de internet, se promueva como en un catálogo lo que muchos denominan prostitución 2.0: sitios donde mujeres jóvenes (llamadas sugar babies) llegan a acuerdos con hombres mayores (sugar daddies) para que éstos las apoyen financieramente a cambio de tiempo y atención que según algunas de ellas, no siempre termina en una relación sexual. Sin embargo, puede involucrar el envío de fotos o videos (denominados nudes). Otras opciones de este tipo de páginas combinan el estilo de Amazon y TripAdvisor con calificaciones y recomendaciones de los usuarios según los servicios de las mujeres en la plataforma. Este tipo de páginas alcanza el medio millón de visitas al mes según indican sus creadores. Podemos hacernos una imagen de la industria en que esta forma de esclavitud moderna se ha llegado a convertir y de las múltiples máscaras que usa.
Legalizar no. Abolir.
Las violaciones pagadas no pueden ser reguladas porque las mujeres, adolescentes y niñas no son un producto comercial. La prostitución, la pornografía, los vientres de alquiler son todos manifestación de un mismo sistema patriarcal opresor que cosifica y mercantiliza nuestros cuerpos para beneficios monetarios de unos pocos. Sobre los proxenetas y consumidores de prostitución que pagan para violar, debería caer todo el peso de la ley, al tiempo que se ofrezcan opciones de emancipación económica y productiva a mujeres sin recursos para que no tengan que recurrir a ninguna de esas opciones.
No caigamos en la trampa de asociar prostitución con libertad sobre nuestra vida sexual. Si nuestro cuerpo de verdad fuera nuestra decisión, podríamos abortar tranquilamente solo con desearlo y eso no ocurre en muchos países aun, incluyendo el nuestro. La prostitución es un negocio de proxenetas que se lucran haciendo creer a las mujeres que son libres y que las feministas somos mojigatas por pedir su prohibición.
Conversa con mujeres que están o han salido del mundo de la prostitución para que conozcas historias de sufrimiento. Toma nota que la mayoría son las más pobres y tienen historias de terror. Ninguna mujer nace para puta como ideal de realización personal. Ningún padre o madre proyecta para sus hijas la prostitución como carrera o fuente de realización personal. No es un trabajo. La proporción de hombres que se dedican a la prostitución es mínima comparado con las mujeres. Se ve claro que en este terreno, se reproduce la misma jerarquía de poder entre géneros que vemos en otros espacios. El problema es estructural y sistémico.
Apoyemos organizaciones que trabajan por denunciar maltratos y esclavitud sexual de mujeres que o venden sus cuerpos o mueren de hambre junto a sus hijos. Defendamos el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos en libertad. Pero libertad de verdad, sin alimentar más un sistema prostitucional que tantos beneficios ha aportado al control patriarcal a lo largo de la historia.