Se fue 2019 y con él, la segunda década de este siglo. Cada quien la despidió haciendo balance de sus logros o sus frustraciones personales, con el usual asombro por lo rápido que pasa el tiempo, pero también por la magnitud de tantas transformaciones que solo al verlas en perspectiva, cobran real significado.
Hace 4 años fundé FeminismoINC en un momento en el que hablar de feminismo en Venezuela estaba reservado para pequeños grupos de mujeres de la sociedad civil, para los escasos institutos gubernamentales haciendo un maniqueo uso del término o para el tratamiento academicista de los centros de estudios de mujeres de las universidades. Varias personas me aconsejaron que no le pusiera ese nombre a mi organización porque iba a generar más recelos que adhesiones. Pero todo lo que leía sobre el tema, sobre todo literatura proveniente de España, Argentina, México, USA, me parecía de una lógica irrefutable. Me propuse “lavarle la cara” al feminismo en mi país, reivindicar al movimiento que nos reivindica a nosotras.
No voy a hacer un relato histórico acá sobre los orígenes del feminismo (recomiendo leer a Nuria Varela “Feminismo para principiantes” pdf descargable en Google gratuitamente con permiso de su autora) pero sí decir que esto empezó hacia el siglo XVIII, con etapas claramente identificables según la filósofa Amelia Valcárcel, las llamó “olas” por su efecto de arrastre, pero al mismo tiempo de reflujo que ha generado cada una: feminismo liberal, sufragistas, contemporáneas. Entramos al siglo XXI en algo así como una cuarta ola que se ha acelerado justamente en esta década que recién termina.
Si contrastamos estos 300 años de vida del movimiento contra los 7000 de patriarcado rampante, no puede uno menos que alegrarse por los enormes e innegables avances que las mujeres hemos conseguido a la fecha. La diferencia entre las luchas ganadas por las feministas de antes en relación con las de ahora radica en la velocidad, exposición mediática y amplitud de conciencia social que, gracias a la tecnología y un mejor nivel educativo, ha permitido un avance colosal en los últimos años.
Hoy podemos ver en el feminismo un movimiento que se expresa con fuerza, con basamento teórico sólido, con amplio nivel de debate, que demuestra capacidad para el diálogo y apertura a las ideas; que propició el surgimiento de un nuevo lenguaje que vino a ponerle nombre a las distintas opresiones: interseccionalidad, transversalización de género, sororidad, mansplaining, manterrupting, nuevas masculinidades, lenguaje inclusivo, vientres de alquiler, abolición de la prostitución, sistema prostituyente… conceptos que se popularizaron y de los cuales nos apropiamos todas para politizar adecuadamente, porque nombrar las cosas de un modo o de otro, implica fijar posición.
Un movimiento que hace visible en segundos la discriminación gracias a las redes sociales, que ha producido una generación de mujeres dispuestas a hablar y no callar más. La lucha contra la violencia de género nos hermanó y convocó a las calles, a internet, a los medios, para denunciar lo que está aun tan normalizado socialmente, pero que produce demasiadas victimas al año.
Eventos emblemáticos
En estos 10 años, entre 2010 y 2019, hemos presenciado actos y manifestaciones impensables hace décadas atrás que le dieron un impulso invaluable al movimiento, transmitidos por medios no tradicionales de comunicación y compartidos en tiempo real por millones de usuarios, logrando enorme visibilidad de estas nuevas y creativas formas de hacer política.
Por nombrar solo algunos: #MeToo en USA, #NiUnaMenos en Argentina, el Tren de la Libertad y las asombrosas huelgas de las mujeres los 8 de marzo en España, la marcha en Washington manifestando en contra del ascenso a la Presidencia de DonaldTrump, el himno de Las Tesis en Chile “Un violador en tu camino”, la repulsa colectiva contra los violadores de San Fermín “la manada” bajo la etiqueta #YoSiTeCreo, el término “feminismo” designado como la palabra del año según el diccionario Webster, la fuerte protesta de calle de las mexicanas hartas de ser violadas y asesinadas…
Pero también las manifestaciones de las chilenas por la despenalización del aborto en tres causales con su pañoleta verde; la lucha de las jugadoras de futbol en Argentina, España y USA por un salario equitativo al de los hombres y la profesionalización de las ligas femeninas deportivas; los discursos pronunciados desde Hollywood, Cannes y Londres por famosas actrices y directoras de cine en favor de la igualdad. Los juicios por acoso sexual y hostigamiento de parte de “intocables” en varios países del mundo, la marcha de las mujeres contra la misoginia de Bolsonaro en Brasil…
Greta Thunberg, Malala Yousafsai, Emma Watson, Serena Williams, Emma González, Beyoncé, Alexandria Ocasio-Cortez, Melinda Gates, Michelle Obama, entre cientos de mujeres que cubrieron las primeras planas de revistas y redes, fijando posición en torno a temas que a las feministas nos interesan como la paz, la ecología, el medio ambiente, el desarrollo económico, la energía, la política, la educación, el respeto a nuestro cuerpo.
Las declaraciones de dirigentes políticos mostrándose firmemente a favor del feminismo como Justin Trudeau, Barak Obama, Christine Lagarde, Sanna Marín, Antono Guterres; la aprobación de leyes, reglamentos, protocolos y disposiciones legales en pro de la igualdad de género en muchos países; las empresas que comenzaron a mostrar su sensibilidad al género en sus mensajes publicitarios (aun materia pendiente para la mayoría) y a medir indicadores que dan cuenta de la enorme brecha que favorece el liderazgo masculino en el poder. Medios que comenzaron a pensar en lenguaje inclusivo y a identificar la invisibilización de mujeres en primeras y segundas planas; la emergencia de los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Programa Naciones Unidas para el Desarrollo, reconociendo el de la “igualdad de género” el más transversal de esos objetivos, crítico para alcanzar las metas del Pacto Global de la Agenda 2030.
Todo, todo, todo son señales de estar transitando un camino de profunda transformación que no va a tener vuelta atrás.
En Venezuela
Si bien el movimiento local no ha tenido la repercusión que observamos en otras partes del mundo, puedo decir que, al cierre de esta década, los esfuerzos aislados empiezan a aglutinarse en torno a redes de organizaciones y personas, gracias a lo cual el mensaje ha llegado más lejos. En este año que finaliza, emergió una generación de chicas menores de 30 años con un mensaje más directo, abierto y fresco, llegando a públicos que usualmente no tocaban las académicas o las femócratas que nos antecedieron.
Tenemos aun entre nosotras luchadoras de los años 60 y 70 vivas y muy activas dándonos luces y guía para no cometer errores de los cuales ya aprendimos; y tenemos a las universitarias profesionales de los 80s y 90s produciendo conocimiento feminista con base en investigaciones necesarias y bien conducidas (ver informe Mujeres al Límite 2017 y 2019 de AVESA y otras organizaciones) para hablarle al mundo sobre los estragos que genera el machismo venezolano.
No contamos con una institucionalidad pública estatal seria y estable que nos dé el basamento que se deriva de las políticas públicas e instrumentos legales a favor de la igualdad, como sí existe en otros países donde la igualdad de género es política de Estado. Incluso nos confunden con ese pasticho ideológico que ha hecho el chavismo del feminismo, pero a pesar de ello estamos decididas a unirnos por nuestra cuenta y concertar voluntades, recursos y energía para luchar por nuestros derechos.
La evidencia de que la emergencia humanitaria compleja que nos está tocando vivir impacta de manera diferenciada en las mujeres, nos ha movilizado a todas, políticas, empresarias, jóvenes, sociedad civil, universitarias, para protestar alto y fuerte, para hacer lobby, para exponer la situación ante organismos internacionales cada vez más atentos a lo que pasa en el país, para que se sepa que las víctimas del hambre, la explotación sexual, la trata, los abortos clandestinos, las embarazadas adolescentes, necesitan asistencia inmediata y prioritaria.
Propósitos para la nueva década
Tanto avance, sin embargo, no significa que ya el problema esté resuelto. Hay muchas amenazas en el ambiente con el resurgimiento de partidos y líderes de ultraderecha que están intentando revertir lo alcanzado sobre todo en materia de salud sexual y reproductiva: VOX y Ciudadanos en España, Alianza por Brasil con Bolsonaro y su muy particular ministra de la familia, Trump en Estados Unidos revirtiendo fondos para programas sociales de los cuales las mujeres son las principales beneficiarias, Marine Le Pen del Frente Republicano francés o la Liga Norte de Italia, entre otros.
Tampoco es que vivir bajo un gobierno comunista sea garantía de nada. Poco han conseguido las mujeres en esos regímenes, por lo que en materia feminista vemos cómo los extremos se tocan. Por encima de cualquier régimen político, está la cobija patriarcal. Por eso es importante desideologizar el movimiento feminista para no casarse con ninguno y no sufrir desengaños (caso de las recientes declaraciones de ex Presidente de Uruguay diciendo que el feminismo es “un movimiento inútil”).
Con la conciencia de que ninguna conquista está garantizada, el feminismo entra a la tercera década de este siglo con la agenda copada: ciberfeminismo, vientres de alquiler, aborto, mutilación genital femenina, matrimonio infantil, afrofeminismo, ecofeminismo, coeducación para la igualdad de género, abolición de la prostitución, feminicidios, la papa caliente del transfeminismo, son temas que requieren profunda discusión y revisión para incidir en la opinión pública pero también en las prácticas apropiadas para que el desarrollo igualitario de las mujeres sea una realidad en este mismo siglo.
En el caso venezolano tenemos trabajo para rato
Hay que continuar el proceso para conseguir la despenalización del aborto basado en data del trabajo realizado por varias ongs y publicados bajo la campaña #MadreSiYoDecido; la desmitificación de la menstruación como obstáculo para el desarrollo pleno de las jóvenes como el proyecto #NiñasVisibles de la Fundación Proyecto Mujeres; la trata y explotación sexual de niñas y mujeres, con cifras alarmantes sobre todo en el Zulia, Táchira y Bolívar con evidencia documentada por Mulier Venezuela y su trabajo de prevención #LibresYSeguras.
Urge hacer toda la presión social posible al Gobierno para que los anticonceptivos y atención sanitaria de calidad esté a disposición de todas las mujeres y por supuesto, seguir atendiendo el grave problema del embarazo adolescente, las violaciones y la violencia de género en todas sus 21 manifestaciones para prevenir todos los feminicidios que sean posibles. La Red Naranja que agrupa varias organizaciones que acompañan a víctimas de la violencia está haciendo una loable labor en esta materia con total abandono y apoyo de parte de las instituciones judiciales, policiales y gubernamentales.
Los partidos políticos deben renovarse revisando sus estatutos, estableciendo acuerdos por la paridad, abriendo puertas a tantas mujeres militantes preparadas y formadas que tienen competencias más que sobradas para dirigir y gobernar. La Asociación Cauce y el Frente Amplio de Mujeres está haciendo una labor loable en este sentido junto a las mujeres de la bancada parlamentaria en el arduo camino de convertir nidos de machismo, en espacios verdaderamente democráticos. #SinMujeresNoHayDemocracia
A nivel de las empresas privadas posicionar el objetivo de la igualdad de género como imperativo para el desarrollo sostenible de manera que se creen espacios de trabajo género sensitivos y se desarrollen programas dirigidos a promover a más mujeres a espacios directivos con el consecuente aprovechamiento del talento femenino. Empresas que entiendan que la conciliación laboral-familiar, la no penalización de la maternidad, la eliminación de sesgos de género y el sexismo para la promoción, compensación y reclutamiento de personal, el cierre de la brecha salarial, son temas que deben poner en sus agendas. Para ello, la Alianza Venezolana Empresarial por el Liderazgo de las Mujeres AVEM, es una buena plataforma de apoyo.
Los medios de comunicación social, impresos, virtuales, audiovisuales, todos, deberían hacer un pacto por la igualdad y el tratamiento no estereotipado de la información, hacer visibles los aportes de las mujeres en todos los ámbitos de la vida nacional y usar responsablemente el lenguaje que no excluya a la mitad de la población de los eventos noticiosos, por aquello de que lo que no se muestra no existe.
Pero también es necesario seguir desmontando la imagen del macho vernáculo, del padre ausente, del hombre que poco se implica en las labores domésticas, del que viola a su gusto para demostrar que es un hombre. Deconstruir asimismo el ideal colectivo e identitario de la venezolana como mujer bella a quien se le condicionan sus metas a la cosificación de su cuerpo.
Son transformaciones culturales y educativas que implicarán quizás más de una década pero que ya comenzamos a labrar. Para todo esto urge formación feminista, que toda la sociedad venezolana le pierda el miedo al movimiento y vea en sus postulados vías de solución a esta crisis.
Imparables
Despido este año con el orgullo de estar siendo testigo de excepción de una transformación mundial que es indetenible y que está sacudiendo conciencias a los más altos niveles del poder. Estamos cambiando el mundo, derribando estereotipos y creencias, generando un nuevo nivel de entendimiento entre hombres y mujeres.
Pendientes tendremos que estar en esta nueva década que comienza, de la reacción patriarcal que busca mantener las normas intactas, pero a quien enfrentaremos con la convicción de que la impunidad contra las mujeres tiene sus días contados. ¡Feliz, optimista y esperanzador 2020 feminista!
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Artículo publicado en la Revista Clímax el 02.02.2020