Ser feminista no es nada fácil porque continuamente te enfrentas a modos y costumbres que están muy arraigados en la sociedad y tratar de hacer visible que están mal, aunque no lo parezcan, genera incomodidad. El feminismo busca crear conciencia y a ninguna persona le resulta cómodo darse cuenta que sus comportamientos son violentos o machistas, incluso a las propias feministas nos molesta darnos cuenta que incurrimos en ciertos machismos de vez en cuando.
El feminismo busca igualdad y justicia, pero muchas veces aquellos que han vivido con privilegios sienten la justicia como presión y el que las mujeres pretendan tener acceso al poder es algo que una sociedad hecha a la medida de los hombres no nos puede perdonar.
Aunque toda mi vida he sido feminista, comencé a ser activista en 2019 y en muy poco tiempo me di cuenta que declararte abiertamente feminista y hacer activismo es muy duro y desgastante, porque no son solo los insultos, amenazas y opiniones injustas que debes enfrentar en las redes, también es discutir infinidad de veces con tus colegas, amigos y seres queridos, es también tratar cada día con temas como el acoso, las violaciones, femicidios, discriminación y un montón de injusticias más. Por ello es importante no hacer activismo en solitario, contar con otras feministas que estén ahí, para conversar, para te llenen de fuerza aquellos días en que pierdes un poco el entusiasmo y que te ayuden a mantener la cordura cuando pierdes la paciencia y te dan ganas de responder algunas barbaridades a cierto tipo de gente.
Por suerte en Venezuela se están construyendo este tipo de redes feministas, donde se respira sororidad, donde a pesar de que existen temas en que no todas coincidimos, tenemos como prioridad la defensa de los derechos de las mujeres y estas redes cada día aumentan y se hacen más fuertes.
