Recientemente estuve en una peluquería especializada en cabellos rizados. Me sorprendió toda la tecnología asociada al cuidado, nutrición, humectación, forma y secado del pelo rulo natural. Productos especiales, artefactos para cortar, pintar, o secar el pelo para respetar la onda del cabello. Como me dijo la exitosa dueña del local: “al pelo hay que dejarlo hablar y que haga lo que quiera”.
Fui a ese sitio recomendada por amigas de trabajo que decidieron no plancharse, alisarse o estirarse el pelo más nunca. Lo sentí como un acto de liberación personal, un ya basta a la imagen que por moda o tendencia se sentían obligadas a llevar por más que resultase costoso y tedioso. Un ritual semanal que te vacía el bolsillo y te ocupa por lo menos dos horas de cuasi tortura por los jalones y las quemadas del cuero cabelludo al calor del secador.
El caso es que en el medio laboral convencional que vivimos muchas mujeres, el de las oficinas conservadoras y negocios “serios”, el tema de la imagen de las ejecutivas y colaboradoras es un asunto muy ligado a la identidad corporativa. Vemos en los reglamentos y normativas muchas prohibiciones vinculadas a la posibilidad de usar tatuajes, piercings, escotes, minifaldas, licras, sandalias que muestren dedos…Todo armado para apoyar la imagen de empresa que respeta normas y no se sale de los moldes.
El pelo rizado no suele aparecer en esas normativas, pero igual es rechazado en muchas organizaciones. Yo lo he experimentado muchas veces. Cuando voy con el pelo alisado la gente me dice que estoy bonita. Cuando lo llevo rulo al natural, me preguntan que quien me está “peinando” en modo de sorna, incluso mi jefe me mira con mala cara, como si fuera una descuidada.
El tema no es banal
Según un estudio de la conocida trasnacional Dove, 80% de mujeres negras reportan haber cambiado su cabello para encajar mejor en las oficinas donde son empleadas. Hay un 50% de probabilidad de ser despedidas de sus lugares de trabajo a causa de la forma como llevan su cabello. Y lo más asombroso: en muchos lugares de los Estados Unidos, es legal negar la empleo o admisión a un centro de estudio a una persona por su estilo de pelo, incluso si es inherente a su identidad cultural.
Por ello esta empresa lanzó un movimiento llamado “Crown Coalition” junto a la National Urban League, Color of Change y el Western Center on Law and Poverty en USA, quienes defienden el derecho a frenar la discriminación por el estilo de cabello con el lema “Tu pelo debe ser tan diverso como la fuerza laboral”. Esta coalición está recopilando firmas para que se apruebe una enmienda en California que permita a toda la gente negra en ese Estado llevar el estilo de cabello que mejor les parezca para trabajar o estudiar en sus escuelas (thecrownact.com)
La discriminación basada en la imagen es una realidad
Los estereotipos tienen fuerza. Hacemos juicios continuamente sobre la gente y la etiquetamos de manera inconsciente haciendo asociaciones entre rasgos de personalidad o inteligencia, con aspectos como imagen, forma de hablar, género, raza, credo, etc. Por eso es tan importante revisar los sesgos que discriminan colectivos de personas que son percibidas como menos talentosas o profesionales por la forma como visten, como llevan su cabello, como se adornan o como hablan.
La belleza que define el patriarcado, ese sistema de creencias que domina nuestros comportamientos aun en nuestros días y que define lo que está bien o mal socialmente hablando desde reglas armadas en círculos de poder con amplia dominación masculina, se centra en modelos de mujer blanca, rubia, anglosajona o europea, delgada, adinerada como un valor estético occidental. Aprendemos temprano que proyectar una imagen que nos identifique como “gente con clase”, se asocia a ese modelo. Tener el pelo lacio refuerza la imagen de mujer limpia, arreglada, preocupada por su físico, porque además ayuda a suavizar los rasgos de negritud (cara y nariz ancha, pelo grueso y enredado).
Ya hemos dicho anteriormente que la discriminación por género es interseccional: si eres mujer y negra llevas dos filtros para ser rechazada. El pelo oscuro y rizado se asocia a culturas africanas y a negritud. Por eso patriarcado y racismo son caras de una misma moneda que obliga al feminismo a luchar por los derechos de todo tipo de mujeres y asumir como propia la lucha antiracista, pero por sobre todas las cosas, a defender el derecho a que cada quien sea como quiera ser y que el talento se distinga de las apariencias.