Comienzo por expresar con tristeza, pero con orgullo de haber vivido en una tierra que considero mía, mis respetos y admiración por la gente maracaibera. Lo que está pasando en esa ciudad es inenarrable. Entre apagones prolongados y bajones de luz, falta crítica de agua, temperaturas inhumanas, escasez de efectivo, gasolina, transporte y comida, la gente sigue asistiendo a espacios de formación y encuentro. La resiliencia y capacidad de lucha parecen ser su bandera. Estuve en tres actividades formativas a lo largo de una semana, en muchas oportunidades a oscuras, sin aire acondicionado, sudando, pero urgida a seguir con lo pautado y todos ahí, presentes, atentos, involucrados. Amo al Zulia, amo su fuerza.
Una de esas reuniones se dio en la sala de la Comisión por los Derechos Humanos del Estado Zulia (CODHEZ) para conversar con un grupo de invitados sobre los espejismos del empoderamiento femenino en Venezuela. Nos juntamos con las amigas de la Fundación Proyecto Mujeres liderada por Estefanía Reyes, Mulier con Estefanía Mendoza y yo por FeminismoINC. Con actitud de sospecha y sana paranoia, expusimos las ficciones y falsas creencias que rodean la noción de que las venezolanas estamos empoderadas de nuestro cuerpo, nuestra autonomía y nuestra vida, porque como dijo hace ya muchos años Simone de Beauvoir: «Este mundo que siempre ha pertenecido a los hombres, conserva todavía la fisonomía que le han dado ellos».
Poder sobre nuestros cuerpos
Estefanía Reyes compartió su experiencia de trabajo con niñas de escuelas Fe y Alegría en Maracaibo, el Proyecto Niñas Visibles, donde abordó el tema de la menstruación, aun tan lleno de tabúes, desinformación e inseguridades y nos dijo categóricamente que es hora de entender que todo relato construido sobre la menstruación ha sido narrado por seres no menstruantes para limitarnos en movimiento y decisiones, porque este proceso biológico ha servido para que seamos excluidas de espacios públicos bajo el supuesto de que menstruar es una enfermedad.
En promedio, las niñas pierden de 2 a 3 días de clases al mes cuando tienen la regla. En parte por dolores físicos, en parte por desajustes higiénicos. Pero esto influye también hasta para ocupar algunas posiciones o ejercer algunas tareas (una amiga guardia civil española nunca pudo estar en la división canina “porque los perros se alteran con el olor a sangre cuando menstrúas”). Llenas de creencias falsas acerca de impurezas, malos olores, trastornos de toda índole, alteraciones del carácter y muchas más, crecemos aprendiendo erróneamente que nuestra biología nos incapacita y nos resignamos a vivirlo así: “para estar verdaderamente empoderadas, necesitamos cambiar la manera en que nos habitamos”-concluye.
Poder sobre nuestra autonomía sexual
Estefanía Mendoza está estudiando el tema de las esclavitudes modernas en el país y conduce desde su ONG una campaña de prevención de la trata de mujeres y niñas venezolanas en contextos migratorios. Nos convence con ejemplos concretos, cómo las redes de reclutamiento operan para llevarlas bajo engaño al exterior, pero también aquí mismo en la Goajira y en el Arco Minero y que la posibilidad de la denuncia está severamente limitada en un Estado fallido que no les ofrece las mínimas garantías, dejándolas en indefensión total. Solo entre enero a junio 2019, 273 venezolanas han sido rescatadas de las redes de trata de personas.
Jóvenes en situaciones de vulnerabilidad por la emergencia humanitaria compleja son presa fácil de caer en situaciones de explotación laboral, matrimonio servil, venta y tráfico de órganos, mendicidad y sobre todo explotación sexual. Y es que la prostitución es ofrecida como palanca para alcanzar bienestar económico y personal, como parte de la manipulación que el patriarcado construye como trampa, en la que caen, sobre todo, las más pobres e indefensas.
No hay liberación sexual alguna en el uso y venta que hacen de tu cuerpo para satisfacción y placer de otros. Estudios aseguran que prostituirse genera más daño psicológico que ir a la guerra. No son trabajadoras sexuales, son mujeres prostituidas. Y en la Venezuela actual, los indicadores en esta materia lamentablemente se están incrementando. Por todo esto Estefanía, y nosotras con ella, nos declaramos abiertamente abolicionistas.
Poder sobre nuestras vidas
Me tocó a mí abordar el tema del mandato social que nos impulsa a creernos todo poderosas, todo terrenos, autosuficientes como ideal de liberación. Lo atestiguo como mujer de carrera empresarial habituada a lidiar con otras que literalmente dejan la vida para acceder al poder. El patriarcado, tan hábil, nos vende ideales de perfección usando modelos ejemplarizantes imposibles de alcanzar o que al menos nos dejan agotadas, frustradas, culpables y deprimidas: la esposa devota, la madre abnegada, la hija perfecta, la amante dispuesta, la ejecutiva impecable, la venezolana bella. Todo al mismo tiempo.
Es usual ver a muchas mujeres poderosas (con dinero y ocupando altas posiciones directivas) escasamente empoderadas. No tienen conciencia de pertenecer a un género que le ha costado un mundo llegar adonde está. No ven que esas barreras aún existen. Que ellas rompieron su techo de cristal porque partieron de privilegios previos que no todas tuvieron. Que no es por falta de méritos que otras no llegan. Que existe un sistema que injustamente nos pone a elegir entre familia y carrera, lo que lleva a muchas a abandonar el esfuerzo, a menos que tengas un soporte económico generoso o te masculinices para acceder al poder. Todos son caminos tortuosos que explican que ni el 2% de las mujeres de este país son dueñas de medianas y grandes empresas. ¿Empoderadas?
El verdadero empoderamiento.
La invitación es a difundir información desmitificada y científica sobre los procesos naturales de nuestros cuerpos para que no se conviertan en fuente de desigualdad, a denunciar y prevenir situaciones de explotación y esclavitud ofrecidas como caminos a la libertad y a rebelarnos ante cualquier orden que nos obligue a ser quienes no somos o hacer lo que no queramos. Debemos incluso defender nuestro derecho a equivocarnos y tener fallas, sin culpa ni vergüenza.
Hacer redes con otras mujeres, apoyarnos en nuestros proyectos, confiar más las unas en las otras, no caer en la falsa idea de que las mujeres no podemos convivir juntas y en armonía, ser más solidarias y sobre todo, entender que lo que le pasa a una nos pasa a todas por nuestra condición de ser mujeres, es fundamental para no seguir viviendo del cuento.
Creemos que la clave para desmantelar todo este entramado de mentiras es asumir una actitud indagatoria. Preguntarnos el por qué de cada precepto que nos enseñan. Cuestionar la razón de ser de tantas creencias que nos limitan. Quitarle la máscara a tantos mensajes que se disfrazan de liberadores mientras ocultan más opresión y dominación. Desconfiar de esta ilusión de igualdad para no caer en la trampa del empoderamiento mal entendido, porque las mujeres en Venezuela, de empoderadas nada. ¡Qué buen foro este! Gracias Maracaibo.
Fotos @marialejana en instagram. Fotógrafa zuliana.
Comments (3)
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Me haa encantado este artículo.
Yo sigo aprendiendo modesstamente de este magnífico blog https://feminismoinc.org/ y de estas excelentes páginas sobre feminismo; https://es.wikipedia.org/wiki/Feminismo y https://elfeminismo.com/libros-feministas/.Felicidades. por la gran calidad de su trabajo.
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Que bueno! Muchas gracias por tu feedback
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[…] De empoderadas, nada. […]