En Francia muy pocas mujeres han logrado entrenar a equipos de hombres. Una de ellas ha sido Virginia Baudino García (Argentina, 1971). Jugadora de vóley en su Argentina natal, comenzó a entrenar equipos cuando llegó a España junto a su familia. Después se mudó a París y ahora vive en Suiza, en donde es la primera mujer que la Academia de voley suizo, Génove Voley, ha contratado como entrenadora.
Virginia Baudino es por formación, socióloga y obtuvo las máximas calificaciones en su doctorado sobre Teoría de las Cuerdas. Incluso para ella misma es una sorpresa el rumbo que tomó su vida cuando empezó casi por casualidad a entrenar equipos de vóley, su gran pasión, en España.
Eras jugadora de vóley en Argentina pero cuándo pasaste a ser además, entrenadora.
Empecé en 2002 en España, siempre agradeceré a Vóley Colmenar (Madrid) que me lo ofrecieran. Yo era jugadora de vóley y entrenaba junto al equipo de mujeres, competíamos y quería apuntar a mis tres hijas pero no tenía dinero, así que el entrenador que lo sabía me dijo, te contrataré de entrenadora y así podrán venir tus hijas, empiezas la semana que viene y así empecé.
Después, París y ahora Suiza.
En París estuve desde 2010 a 2017 como entrenadora de vóley y minivoley y entrené tres años un equipo de hombres. En Francia muy pocas mujeres entrenaban equipos de hombres. El primer año nos clasificamos, ganamos todos los partidos y cumplimos el objetivo de subir en la categoría más alta.
Que una mujer entrene equipos es raro, y lo es para todos los deportes, no sólo el vóley. Ni siquiera el 10% de los entrenadores de equipos deportivos en el mundo son mujeres pero lo que es aún peor es que, en los equipos femeninos, la cifra de entrenadoras es aún más baja.
Cuando me fui de París llegué a Suiza a un club femenino, que curiosamente nunca había habido una mujer entrenadora y soy la primera mujer que la Academia de vóley suizo contrata. Aquí, aparte de ser un equipo de élite lo que entreno profesionalmente, formo a los futuros jugadores de la selección suiza. Formo en mini vóley que es la formación de base para continuar en vóley que es un deporte muy técnico y muy difícil de aprender; después del rugby es el deporte de más lesiones.
Un largo camino
Sí, ha sido un camino largo que continúa dándome sorpresas. Ahora estoy dando cursos de formación a entrenadores de otros países, los imparto en francés y trabajo con un experto en psicomotricidad, una disciplina que no se conoce mucho.
Cómo se entrena a un equipo de hombres. Qué hace ser admitida como entrenadora.
Las cosas que tuve que dejar claro fueron en mi primer, mi competencia profesional en el vóley internacional; la segunda, que soy físicamente fuerte y la tercera es que sus mujeres tenían claro que yo estaba ahí para entrar y nada más [risas].
Sobre cómo se hace. Primero diría que hay que saber que tienen una manera de comportarse e interactuar entre ellos mucho más física, hay roces físicos entre ellos que las mujeres no admitirían. Sacan muy fuerte, se dan un pelotazo. Hay una educación, por así decir, en la superioridad física y como entrenadora saber que las técnicas que una mujer usa para que un equipo siga un proyecto no funciona: hablar, lograr un consenso… no funciona. El cabecilla tiene que estar de acuerdo contigo y el resto les sigue. Yo tengo dos capitanes que hacen de enlace. Y por supuesto, lo que dices tienen que ver que funcione. Cuando ven en el terreno de juego que funciona ganas legitimidad.
Cómo resolvías los conflictos con ellos.
Los que más conflictos generaban eran los adolescentes. Entrenaba a un equipo de adolescentes y un par de ellos tenían dificultades para respetar mi rol de entrenadora. Así que los llevé a entrenarse con los mayores para que les enseñaran. Los hombres adultos les enseñaron cómo respetar mi rol de entrenadora y funcionó.
Y con los adultos, que me imagino que también habría alguna vez.
Cuando me enfado les hago correr, a veces no te queda más remedio y lo hago incluso cuando son niños pequeños pero como te decía, con los adolescentes es peor.
Ahora que estoy en Suiza, me siguen contactando entrenadores para que cuente cómo lo he conseguido porque es muy difícil para una mujer lograr que un grupo de varones se comprometa con el proyecto.
En París, las chicas que entrenaban al lado nuestro, un día se acercaron y me contaron que les impresionaba cómo el equipo de hombres se paraba a escucharme, cómo acudían alrededor de mí cuando se lo ordenaba.
Decías que apenas hay mujeres entrenando a equipos de mujeres.
Claro, porque también tiene su dificultad. Ellas han aprendido el deporte a la manera masculina o las marcas o tampoco te hacen caso.
Hay que romper con eso. Hay otras maneras de entrenar en el deporte; hay que explorarlas. Es el motivo por el que muchas mujeres no quieren entrar en él como entrenadoras. Hay que cambiar el deporte, hay que feminizarlo y explorar qué significa eso. Se puede lograr que las cosas se hagan bien de otra manera. Incluso qué es el concepto de autoridad. Esa idea terrible de que machacándote sacarán lo mejor de ti o que hay que gritar o que no puede haber diálogo.
Por qué es importante, especialmente para las mujeres practicar deporte.
Desde pequeñas hay que enseñar a las niñas a controlar su cuerpo y sus capacidades físicas. A ser fuertes, porque es la manera en que su cuerpo domina el espacio. A romper el estereotipo de princesa, eso se logra con el deporte. Para mí es una emoción de felicidad ver a las jugadoras profesionales y ese es el momento en que dices, estas chicas son fuertes para hacer lo que les dé la gana. Además, si formas parte de un equipo femenino, rompes con esa manía de enseñar a las mujeres que tienen que competir entre ellas.
Es importante subrayar eso que dices, que como mujer se puede ser fuerte sin ser un hombre.
En vóley puedes ser fuerte sin parecer un hombre. Queremos ser fuertes sin convertirnos en un hombre, porque las mujeres no queremos ser hombres.