Coeducación

Coeducación
abril 10, 2019 Susana Reina

La semana pasada, el Poder Judicial de Perú declaró infundada la demanda de acción popular interpuesta por un colectivo conservador para eliminar el enfoque de género del plan educativo escolar. Con esta medida, el enfoque de género podrá ser implementado en su integridad en las escuelas de Perú a nivel nacional. En abril del 2018, el Ministerio de Educación de ese país (Minedu) aclaró que el concepto de «ideología de género» no existe. Por el contrario, lo que hay es «un esfuerzo multisectorial del Estado peruano por promover la igualdad de género para asegurar las mismas oportunidades, derechos y deberes entre hombres y mujeres. El objetivo es erradicar las brechas, prejuicios e imaginarios basados en diferencias de género que naturalizan la discriminación y terminan validando la violencia«.

Aplaudimos esta histórica decisión porque con ello avanzamos como región en un objetivo vertebral para el logro de la igualdad de género: la educación. Ya en el Foro Mundial sobre Educación en el año 2000, se estableció como uno de los objetivos fundamentales: “aplicar estrategias integradas para lograr la igualdad entre los géneros en materia de educación, basadas en el reconocimiento de la necesidad de cambiar las actitudes, los valores y las prácticas”.

Este propósito va más allá de la meta de que en las escuelas ingresen y se mantenga tanta cantidad de niños como de niñas, lo cual sigue estando presente en la Agenda de Desarrollo 2030 como aspecto primordial. Pero no es solo un tema de incluir a más niñas en los planteles, si se transmiten enseñanzas estereotipadas que refuerzan los roles que luego se van a ejercer en la sociedad. Detrás de prácticas educativas supuestamente neutras y correctas, se siguen perpetuando las asimetrías y la jerarquización entre hombres y mujeres.

Incorporar enfoque de género en la educación, es lo que se llama coeducación. Es la educación integral de niños y niñas, llevada a cabo en convivencia, es decir, ambos géneros reciben la misma educación en una misma institución escolar, sin realizar ningún tipo de discriminación en el proceso educativo con respecto a las diferencias de sexo. Coeducar es educar a niños y niñas de la misma manera y no hacerlo de modo diferente según su sexo. Por ejemplo, no suponer y/o estimular que las niñas tomen la rama de humanidades y ellos ciencias o, como le sucede a la hija de una amiga, ofrecerles deportes a ellos y a ellas manualidades (esto es verídico, 2019, en un colegio privado del Estado Vargas en Venezuela). En otros casos es habitual que los chicos practiquen futbol y beisbol y a las chicas se les ofrezca el “kikinbol”, ese sucedáneo de beisbol sin bate y con balón.

Este método educativo supera el modelo de la educación diferenciada de escuelas para niños y para niñas por separado, donde hasta el diseño curricular varía en función del sexo (yo estudié en colegio de monjas donde veíamos taquigrafía y mecanografía, por ejemplo), pero supera también el modelo de la educación mixta, porque muchas veces, aun cuando se mezclen varones y niñas, los valores y principios de socialización en esas escuelas tradicionales siguen reforzando diferencias por género.

Coeducar significa no establecer relaciones de dominio que supediten un sexo a otro, sino incorporar en igualdad de condiciones las realidades y la historia de las mujeres y de los hombres para educar en la igualdad desde la diferencia. Tiene entre sus muchas tareas revisar los textos escolares para identificar y corregir discriminaciones veladas, invisibilización de los aportes de las mujeres en la historia, uso de lenguaje excluyente, entre otros.

La coeducación, es ya una realidad en España. Gracias a la Unión Iberoamericana de Municipalistas, tuvimos la oportunidad de visitar recientemente el Instituto Andaluz de la Mujer en Sevilla y las casas de igualdad en Maracena, Granada, donde niños, niñas y sus familias aprenden en un espacio especialmente acondicionado, los principios de corresponsabilidad y conciliación familiar y laboral. Es la puesta en acción de la enseñanza del principio de la igualdad y la no discriminación por razón de sexo porque se alecciona a los niños desde sus primeros años a respetarse más allá de las diferencias que se proponen tradicionalmente por géneros.

No es un método fácil de lograr porque exige revisar los propios valores con relación a los roles de género y la discriminación sexual, así como vencer los machismos introyectados del personal docente, de los padres, de los grupos ultraconservadores, de los antifeministas y de los políticos poco sensibilizados y formados en el tema.

Después de la familia, la escuela es el ámbito de socialización por excelencia con el que contamos los seres humanos, por lo que, si desde temprano se emiten mensajes claros contra la discriminación, se estará transitando el camino que permita crear las condiciones para el acceso igualitario al mercado laboral.

Perú es uno de los países que más retos tiene para avanzar en el movimiento feminista, pero precisamente por ello, su decisión en el ámbito educativo es más valiente y nos da esperanzas, porque nos pone de cerca una experiencia nacional de aprendizaje como ejemplo y modelo sobre formas en que las sociedades pueden organizarse para mejorar.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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