Machismo cotidiano y los estereotipos de género.

Machismo cotidiano y los estereotipos de género.
marzo 27, 2019 Susana Reina

Chequeando en un mostrador del aeropuerto junto a mi esposo para un tomar un vuelo a Maracaibo, el empleado de la aerolínea hace las habituales preguntas de seguridad: “¿lleva detergente? ¿pilas? ¿algún tipo de líquido?”… “no, no, no” …“En el equipaje de mano, ¿la dama lleva pintura de uñas? ¿El caballero lleva yesquero?”. “Yo llevo el yesquero y mi esposo la pintura de uñas”, le respondo. El hombre se ríe. Yo le digo que es en serio, el ríe más.

A los mellizos de una amiga les premian en su colegio ante todos los compañeros y padres en un acto especial. Al niño le dan el diploma al Más Valiente. A ella la premian por ser la Más Servicial. Todos aplauden, toman fotos, cuelgan en Instagram.

Parecen tonterías, pero de tontería en tontería emergen los estereotipos de género que de forma automática e inconsciente brotan en cualquier conversación. Las damas se acicalan, los caballeros fuman.  Los hombres son exitosos, las mujeres cuidan. Construcciones sociales y culturales que prescriben conductas y pautan lo que se puede esperar de cada quien de acuerdo a su sexo, generando situaciones de desigualdad y discriminación.

El segundo ejemplo es más emblemático y terrible que el anterior, básicamente porque son niños a quienes se les está reforzando lo que se espera de ellos en el futuro en función de su sexo. Él, a que sea competitivo, arrojado, orientado al logro. Ella que asista, ayude, apoye.

Según investigaciones realizadas, los niños y las niñas definen su vocación y elección profesional de acuerdo con la idea de lo que es más correcto para cada sexo. Un estudio realizado en Estados Unidos por Ann Gallagher y James Kaufman revelaba que no existen diferencias de género en el rendimiento en matemáticas. Sin embargo, la matricula femenina no supera el 30% en ingeniería y carreras técnicas.

Las autoras de este estudio explican que “lo normal es que las alumnas tengan una percepción errónea de sus aptitudes en matemáticas y las asignaturas técnicas porque son menos valoradas por el profesorado, compañeras y compañeros y la familia, lo que explicaría la elección de estudios tradicionalmente masculinos por parte de ellos y tradicionalmente femeninos por parte de ellas”. Después nos extrañamos de no ver a tantas mujeres en posiciones de liderazgo en ningún ámbito. Ojalá esto sirviera de prueba suficiente para demostrar cuán peligrosos pueden llegar a ser los estereotipos de género

Todo estereotipo es generalizador, arbitrario e irracional. Tienen mucha fuerza y apariencia de irrefutabilidad, porque son compartidos por muchos, lo que les da apariencia de normalidad. Tienen una función defensiva porque ayudan a orientarse en entornos complejos facilitando procesos de pensamiento para tomar decisiones, pero al mismo tiempo, están en la base de intolerancias, exclusiones y descalificaciones de creencias y conductas que se salen de lo socialmente esperado. Al ser una actitud inconsciente, difícilmente puede ser modificada ya que solo se puede cambiar aquello de lo que se es consciente.

Por ello los estereotipos se combaten con educación. Una buena manera de notarlo consiste en invertir lo que prescribe cada rol por género.  Al hacerlo, todos se extrañan, como el empleado del aeropuerto. A los padres de los mellizos quizás no les hubiese gustado que al niño lo premiasen por servicial y a la niña por valiente. Sentirían que algo está mal. Protestarían quizás, o se reirían pensado que es una broma.

Pero esto de invertir los roles es una excelente técnica para saber si existe un estereotipo de género. Es un ejercicio salvador para hacer evidente lo absurdo; es muy útil para notar cómo el sistema nos induce a pensar en blanco y negro y nos refuerza el mantener las normas sin cuestionamientos. Es el machismo cotidiano, que atribuye rasgos, actitudes, comportamientos y patrones a cada uno de los géneros, disfrazándolo todo de cosa natural.

Yo intento, por ejemplo, regalar a los hijos de mis amigos juguetes contrarios a los que se estila. Una cocinita para él. Un bate de baseball para ella. Los niños lo ven con entusiasmo. Los padres me sacan de la casa. Creen que “me pasé” con esto del feminismo. Pero les muestro cómo operan los mecanismos que encasillan, limitan y prescriben futuro, con la esperanza de que por lo menos piensen en ello.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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