Hace mucho tiempo que no escribía y la verdad es que tenía miedo, temor, desestimación por mi trabajo al haber sido criticada en mi último artículo publicado, y la verdad es que después de meses pensando me di cuenta que es exactamente lo que querían los haters.
Cuando me adentré en el mundo de las Redes Sociales, el marketing y las plataformas 2.0 comencé a escuchar de este término “Haters” o personas odiosas que buscan siempre atacar a alguien o a algo en las redes sociales a través de comentarios negativos, criticar, desestimar el trabajo ajeno o en muchos casos desprestigiar a alguien.
Meses atrás, todavía era 2018, escribí un artículo contando una experiencia amorosa y cómo esta formaba parte de nuevas formas de violencia; claro está que cuando escribimos bajo la experiencia nada es cierto o falso, simplemente son juicios que cada uno describe desde su historia personal y desde su forma de ver las cosas. Publiqué ese artículo y varias personas o haters comenzaron a criticar el contenido de esa historia descalificándola y alegando que “cómo yo podía hablar de violencia porque alguien me dejara en visto” y el hecho es que constantemente estamos cuestionando absolutamente todos los discursos ajenos sin darnos cuenta que son historias contadas por alguien y que esas historias tienen protagonistas, algunas veces viven las mismas experiencias muchas personas, pero a veces solo la vive una sola persona.
A medida que pasaban los meses me sentía paralizada, completamente inmutada, no tenía ninguna idea poderosa como para poder escribir un artículo lo suficientemente intachable como para no ser criticada; la verdad estaba muda. Hablé con mi jefa que a pesar de llamarme la atención por no haber escrito más, me comentó su punto de vista, que era muy distinto al mío y he ahí la importancia de preguntar siempre los puntos de vista de personas diferentes. Ella me dijo: “Precisamente por haber sido tan criticada es por lo que yo considero que fue exitoso el artículo, eso significa que tus palabras tocó a más de uno o una”. En ese momento solo la escuché, pero seguía con miedo.
Luego de casi un año de graduarme de periodista y de conseguirme en la calle a uno de mis profesores más queridos comencé a recordar sus palabras en clase con respecto a la autocensura y cómo está actúa de manera silenciosa siendo uno de los fenómenos más dañinos en una sociedad y más aún para una periodista mujer. Ya no se trata de un tema de coacción sino un tema de necesidad, pues qué sería de una periodista que no se expresara y qué sería de una mujer si no denunciara; imagínense si fuera ambas.
Obviamente el trabajo de las personas que se dedican a molestar, insultar y descalificar por redes sociales es hacer que las personas dejen de decir las cosas que seguramente le están pasando a más de una y que no quieren que se sepa y pienso que ese es el principio de la libertad. Mujer y periodista son dos etiquetas difíciles de quitar y difíciles de digerir para quien odia la verdad escuchar o en este caso leer.
Un día me paseaba por Twitter y me topé con una noticia realmente extraña que llamó poderosamente mi atención; diría que fue el tema por el que volví a escribir. Se trata de la distorsión y exposición social que sufren las parejas en redes sociales, dije: “Wow lo que estaba buscando”, porque siempre me ha gustado el tema tecnológico y de RRSS así que este tema incluía a las parejas y al mundo 2.0 del que próximamente haré un artículo. Así que mis queridos haters, tendrán mucho más de mí y por mucho más tiempo.