Las Mujeres Maravilla no tienen vida propia

Las Mujeres Maravilla no tienen vida propia
diciembre 1, 2018 Ana Mary Risso

En el mes dedicado a la eliminación de toda forma de violencia contra las mujeres: Noviembre.

¿De qué puedo hablar que ya no lo haya hecho? Mirando la pantalla en blanco vienen a mi mente varios temas pendientes: ¿empoderamiento y emprendimiento? ¿formas no visibilizadas de violencia machista? ¿Cómo detectar y sacar de tu vida a un patán? Tantos temas interesantes…

Pelé por una listica que tengo en mi escritorio “Maternidad y divorcio es igual a pobreza en la sociedad patriarcal”, “El incumplimiento masculino de los deberes de manutención de las hijas/os como forma de violencia patrimonial contra las mujeres”, encontrando uno que me ha venido rondando la cabeza por el uso y abuso de la palabra “empoderamiento”, decidí escribir sobre “Las Mujeres Maravilla no tienen vida propia”.

La división sexual del trabajo y los roles de género han sufrido cambios adaptándose a los tiempos, ya no es la señora de vestidos largos y enaguas de 1910 que solo vivía para ser el ángel del hogar e ir a misa, o la señora con 5 o 7 hijos/as dedicada a oficios “propios de su género” de 1950, en los tiempos que corren es la Mujer Maravilla que estudia, trabaja, es madre y de paso, aún le deben quedar fuerzas para ejercer de geisha, y todo esto con una sonrisa, buena disposición y sin quejas ni reclamos.

Se ha ido imponiendo un estereotipo de la mujer eficaz y eficiente, que puede con todo y con un saco´e yuca también! La venezolana “vergataria” (si, eso viene de verga, si una mujer es muy eficiente entonces se asemeja a un hombre). Toda esta falsa imagen de lo que debe ser una mujer en Venezuela implica mayor una sobre exigencia sobre las mujeres, porque además de tener más del 80% de las responsabilidades domésticas y de cuidado de las familias sobre sus hombros en exclusiva, es decir, sin colaboración de la pareja o familiares que viven en la misma vivienda, debe ser una eficiente trabajadora y andar como Barbie aunque sea encaramada en una camioneta o sudando en el Metrosauna: primero muerta que sin glamour, todas las venezolanas somos Mises!!

Y del mandato social pasamos a la auto exigencia personal para cumplir con el estereotipo y sus consecuencias: una persona agobiada con las responsabilidades, física y emocionalmente cansada, que no tiene calidad de vida y mucho menos vida personal, se vive, viviendo en otros y para otros, eso tiene un alto costo que solo pagan las mujeres.

Se habla de empoderamiento de la mujer como si alguien tiene una varita mágica, la toca y ¡zas! ¡Estás empoderada hermana! “¡So´ta listo!”, ahora ¡a comerse el mundo!. Y resulta que nadie puede “empoderar” a otra persona, es un proceso de auto conocimiento y crecimiento personal que no se logra con un curso de 8 horas o de un fin de semana. Es un camino de reflexión interna que obviamente debe ser facilitada por gente especialista con experiencia, no por personas improvisadas. Ud. puede ir al curso de 8 horas pero eso apenas es el inicio, le queda bastante tarea por hacer, porque se trata de reconocer sus limitaciones (internas y externas) para poder desarrollar estrategias para superarlas.

Y ese boom del empoderamiento si no se realiza bajo la perspectiva feminista, ¡no llega a nada! Porque precisamente esas limitaciones internas y externas a Ud. provienen en su mayoría (si no, todas) de la estructura sexista de la sociedad patriarcal machista en la que nos desenvolvemos. Es decir, como mi madrecita nos ha dicho desde niñas “de nada vale andar con la cabeza en gloria y el culo en pena” –por aquello de vestirse de limpio sin bañarse-. De nada vale un esfuerzo tan grande e incluso doloroso –por el reconocimiento de injusticias que cometen quienes dicen amarnos- para que al final, las mujeres queden igual: sobrecargadas de trabajo, menospreciadas y físicamente agotadas.

Las mujeres no tenemos por qué ser “Mujeres Maravillas”, tenemos el derecho a cansarnos, a decir no, a dejar que la casa se caiga de sucio o de desorden porque no hay manos que asuman su cuota parte de responsabilidad, a dejar que sea otra persona que resuelva qué se va a comer, que lave el baño, o vaya a las reuniones del colegio. ¿Hasta cuándo seguimos siendo víctimas del perfeccionismo domestico? Las únicas mujeres que se han hecho famosas y han sacado dinero de las actividades domésticas o “maternas” son Ana Teresa Cifuentes “La Perfecta Ama de Casa”, Kristina Wetter y las señoras que trabajaban dando consejos en Casa ClubTv. Del resto, el trabajo doméstico y de cuidado no es apreciado y menos aún agradecido ni remunerado.

En este sentido, todas deberíamos leernos un libro con un título algo vulgar pero muy real de un psicólogo venezolano “Cómo mandar a la gente al carajo”. Si, eso es necesario hacerlo de vez en cuando por salud mental. Poner cada cosa y a cada gente en el lugar que les corresponde y aprender a establecer límites. No podemos vivir complaciendo a todo el mundo.

Empoderarse implica entender y practicar esto, ¿qué cosas me corresponden y qué cosas no?, ¿en cuales aspectos puedo negociar y transigir, y en cuáles no?¿quién soy yo y qué quiero ser/hacer? ¿Es justa y respetuosa la forma como me trata mi entorno? ¿Qué tengo qué hacer para que eso cambie/mejore?¿Cómo hago para decir no sin sentir remordimiento, miedo o vergüenza?. Ojalá todas las mujeres vivieran ese proceso en algún momento de sus vidas, sobre todo cuando son jóvenes y pueden disfrutar el resto de sus vidas empoderadas. Pero nunca es tarde para cambiar para mejor, como dije, es un proceso de crecimiento personal, yo diría que incluso es un florecimiento, porque hasta la mirada cambia cuando una mujer se siente segura de sí misma, es como si dentro de sus ojos hubiese una luz brillante.

Así que el empoderamiento no solo es ganar más dinero, es administrarlo Ud. de acuerdo a sus deseos sin dar explicaciones, es tomar decisiones trascendentales en su vida sin limitarse por otras personas, es asumir el control de su vida y sobre todo, no permitir que nada ni nadie la haga infeliz sin su consentimiento. También tenemos el derecho a decidir por qué cosas estamos dispuestas a sufrir. Estos mandatos sociales sobre cómo debemos de ser las mujeres para considerarnos unas “buenas” mujeres o mujeres “de verdad” son formas como se expresa la violencia estructural machista contra las mujeres. Ser ese tipo de Mujer Maravilla es imposible, insano física y mentalmente y además, cansón! Todo el tiempo demostrando que se es “super eficiente”.

No es fácil llegar a decir “soy una mujer empoderada” pero vale la pena vivir el proceso, habrán días mejores que otros, metas que se alcanzarán y otras que se sentirán aún lejanas, pero se trata de eso, de un proceso de aprendizaje para vivir feliz consigo misma.

 

Tener coraje no significa que no tengamos miedo, tener coraje y mostrar valentía significa que enfrentamos nuestros miedos,
Podemos decir: He caído, pero me levantaré.
Maya Angelou

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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