Feminismo totalitario
Por Susana Reina
Frases rocambolescas como estas oímos a diario las feministas. Feminismo radical, feminismo nazi, feminismo salvaje. El más curioso de todos, el que me dijo un lector en estos días, feminismo narco. Feminismo con apellido. Cualquier epíteto para descalificar al movimiento le sirve al machismo para sentirse vivo, basándose en la absurda y pasada de moda consigna popular de que las feministas queremos acabar con los hombres.
El de radical lo compro porque no hay otra forma de ser feminista, el cambio tiene que ser de raíz. No nos contentamos con los paños calientes que como migajas se han ido soltando a lo largo de la histórica lucha de las mujeres por su lugar en el mundo. Es preciso contar con cambios profundos a nivel jurídico, económico, político, sociológico y legislativo para garantizar los derechos de las mujeres del mundo. El feminismo es radical en su esencia, y quien se sienta amenazado por ello es porque teme perder sus privilegios de género, injustamente habidos.
Voy sí a cuestionar el apellido “totalitario”, un poco para hacerle honor a su definición: “Adj. Que incluye todas las partes de una cosa”. Debo admitir que me gusta por inclusivo. Viéndolo por el lado positivo la verdad es que no se puede ser medio feminista, algo feminista, más o menos feminista. No. Eres o no eres feminista. Feminista total. Además, y como dato cuchi, la palabra tiene acepción gramatical para ambos géneros: totalitario y totalitaria. Pero imagino que quienes nos lo dicen como crítica se refieren al totalitario que viene del totalitarismo, sobre todo por la carga emocional con la que te lo sueltan.
El totalitarismo es una forma de Estado de tipo no democrático que se caracteriza al igual que el autoritarismo por la falta de reconocimiento de la libertad y los derechos humanos. Sin embargo, se diferencia del autoritarismo en que en el totalitarismo existe una negación de la libertad y los derechos individuales, desconociendo además la dignidad de la persona humana, convirtiendo las clases sociales en masas.
En los totalitarismos no existe separación de poderes ni contrapeso institucional como en los sistemas democráticos, de modo que las libertades (individuales, políticas, de expresión, de conciencia, de culto, etc.) se encuentran severamente limitadas y los derechos humanos amenazados. Tampoco existe el derecho a disentir, a opinar libremente o a intervenir en la vida política del país ni a formar organizaciones o movimientos políticos alternativos al partido de gobierno. Ejemplos de totalitarismo fueron la Unión Soviética (URSS) de Josef Stalin, la Italia fascista de Benito Mussolini, la Alemania nazi de Adolf Hitler.
Veamos ahora el concepto de Feminismo: “Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos Derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres”. Como movimiento de transformación de la sociedad, el feminismo cuestiona las relaciones entre la sexualidad (como género) y el poder social, económico y político. Al revisar la historia, las feministas consideramos que el patriarcado ha sido negativo para la sociedad, que las mujeres hemos sido sometidas a la voluntad del hombre, y que todo ello tiene que cambiar.
Naciones Unidas ha defendido la necesidad de luchar por los Derechos de las Mujeres para asegurar la sostenibilidad de los sistemas democráticos desde su misma fundación, plasmada en la Declaración aprobada por la Asamblea General el 10 de diciembre de 1948, la cual afirma que «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos» y que «toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, […] nacimiento o cualquier otra condición». En 2016, esta lucha ha sido incluida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible: ODS 5 «Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas». Este reconocimiento de tan prestigioso Organismo mundial no fuera posible si el feminismo pretendiera acabar con las libertades e imponerle a la otra mitad de la población su manera de ver el mundo, como sí ha ocurrido al contrario, por cierto.
Desde el feminismo se busca el respeto a las diferencias individuales y de género, cuidando que estas no se conviertan en desigualdades. Defiende el derecho a opinar libremente, tanto de hombres como mujeres, a decidir lo que es mejor para la vida de cada quien, sin que nadie dictamine lo que debe o no esperar de la vida por su género.
El feminismo desea que hombres y mujeres gobiernen en paridad, desea compartir espacios y beneficios sin que estos vengan con nombre y apellido de macho desde el nacimiento. Reclama los Derechos fundamentales que le han sido confiscados a las mujeres desde que el mundo es mundo. Exige respeto e inclusión. Democracia, libertad, desarrollo, paridad, equidad, igualdad… términos más que alejados del totalitarismo.
¿Ustedes saben que sí es totalitario? El machismo. Totalitario es pretender que por ser tú hombre tienes todos los poderes de tu lado y la patente para prohibir a las mujeres tomar decisiones vitales. Es confinarlas al espacio de lo privado recargadas de trabajo mal o no remunerado mientras reserva para los hombres el poder público y las más altas compensaciones monetarias. Totalitario es copar todos los espacios de gobierno sin dejar chance a mujeres políticas para ser elegidas, teniendo que recurrirse a cuotas mínimas para que se entienda que no están solos en el juego electoral. Es reservar espacios de uso exclusivo para hombres sin que las mujeres puedan osar asomar la nariz.
Totalitario es usar la fuerza física varonil para abusar, someter, violar, herir, y matar mujeres en cifras alarmantes todos los días. Es decidir por nosotras lo que nos conviene hacer con nuestro propio cuerpo sin siquiera tomar en cuenta nuestra opinión. Es meter presa a una mujer por practicarse un aborto producto de una violación. Totalitarios son los que arreglan matrimonios infantiles y obligan a niñas a casarse con viejos. Es mutilar genitales de niñas porque ellas no nacieron para sentir placer, privilegio reservado para los hombres. Es someter a las mujeres a la trata humana, a la prostitución, a los vientres de alquiler, la pornografía, al uso sexual y cosificación de nuestros cuerpos.
Es dictaminar cómo las mujeres debemos vestir, movernos, hablar, pensar. Es dejar a las niñas sin educación porque son ciudadanas de segunda. Es decidir que el lenguaje genérico es masculino porque sí, sin que nos nombren. Es satanizar, trivializar, banalizar, ridiculizar todo lo que venga de la opinión feminista con su propaganda machista. Eso sí es totalitarismo, y contra todo nos defendemos para convencer a muchos y muchas que otra forma de sociedad puede ser posible y mejor.
Pensar que feminismo es igual a totalitarismo es producto de la ignorancia y desconocimiento de lo que la agenda feminista propone a la sociedad. Antes de atacar con lenguaje de odio y poner un apellido descalificador como ese a nuestro movimiento, lea e instrúyase, para que la lucha de tantas mujeres y hombres feministas sea tratada con el respeto que merece.