Por MARIA ROSALBA DÍAZ. Santiago de los Caballeros, República Dominicana.
La violencia contra las mujeres es un fenómeno universal arraigado en la constante discriminación de las mujeres y en las desiguales relaciones de poder que históricamente ocurren entre mujeres y hombres. Esta clase de violencia no hace diferencia entre culturas, países, regiones y generaciones, y penosamente se ha demostrados que daña la salud y el bienestar de las mujeres, vulnera sus derechos humanos, las arruina y de la misma manera a sus familias y la sociedad, en su conjunto, corre la misma suerte.
Estadísticas de organismos internacionales han reportado que la violencia doméstica y basada en el género es la más común en el mundo: una de cada tres mujeres la ha experimentado y experimenta en su vida. La violencia sexual contra las mujeres y las niñas está particularmente presente casi en todas las culturas de una u otra forma.
Lograr la igualdad de género es el objetivo No. 5 de los 17 objeticos que conforman la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (ODS,) adoptado por la Asamblea General de la ONU, así como fue uno de los principales de los Objetivos del Milenio. Sin embargo, para el logro de este objetivo, el Estado no debe limitar las acciones a la aplicación de la ley que condena el ejercicio de violencia a las mujeres, dejando por completo la problemática al sistema de justicia; el fenómeno requiere de respuestas, de estrategias, eficaces e integrales.
Cándido Mercedes, en su artículo Desorganización, frenesí de la política y vida social, refiere “Demanda Víctimas violencia de género desborda capacidad Casas Acogida. En lo que va de año van 58 feminicidios”. Por cada feminicidio se producen alrededor de 1000 violencia emocional, psicológica y física. ¡Solo hay tres casas de acogidas!
Más de 21% de los jóvenes son Ni – Ni en República Dominicana según el Banco Mundial entre las edades de 15 y 24 años. 3 de cada 5 personas que no trabajan ni estudian en el país son mujeres, debido principalmente al matrimonio y al embarazo durante la adolescencia” http://acento.com.do/2016/opinion/8360254-desorganizacion-frenesi-la-politica-vida-social/
Es por ello que para que la acciones en aras de erradicar la violencia contra las mujeres sean eficaces, es indispensable, su empoderamiento económico, promoviendo su desarrollo social, garantizar para las mujeres y las niñas mejores condiciones de la salud y educación, su participación activa y equilibrada en la actividad política, la colocación de la figura femenina en puestos de importancia tanto a nivel público como privado, el acceso al crédito empresarial en las misma condiciones que a los hombres, regularizar el tiempo dedicado al trabajo doméstico y asistencial no remunerado,
Es necesario reconocer que el empoderamiento económico de las mujeres es un motor de desarrollo que combate la pobreza, reduce las desigualdades, y mejora la salud, la nutrición y la escolarización de los niños, su participación e influencia en las decisiones que afectan a sus vidas desde el hogar hasta las más altas esferas de la toma de decisiones políticas; es un derecho humano, pero para garantizarlo es necesario que exista la suficiente voluntad política por parte de los gobernantes para hacer de esta necesidad inminente una realidad que redundará en beneficio de la sociedad en su conjunto.
Considero importante que nuestro país está en una excelente coyuntura para diseñar estrategias que den al traste con la situación, y se puede dar la aplicación de un plan integral de erradicación de desigualdad en contra de las mujeres, toda vez que estamos próximo al inicio de un nuevo periodo presidencial, en que la población espera repuestas efectivas en relación a las problemáticas que nos afectan, siendo la violencia contra las mujeres unas de las principales que en la actualidad está conmoviendo a la ciudadanía.