¿Eres de la generación que ahora está entrando en los treinta? ¿No te has casado aún? ¿La gente te pregunta constantemente que para cuando lo vas a dejar? ¿Bromean contigo diciendo que en lugar de hijos vas a tener nietos? ¿Y además te advierten que los óvulos envejecen y que si esperas más vas a tener tarados? ¿Empiezas a sentir una especie de angustia en el estómago cada vez que piensas en ello? ¿Estás pensando en eso cada vez con más frecuencia? ¿Estás ya en la etapa del desespero máximo donde serías capaz de casarte con el primero que pase, o con aquel tipo que te dijo una vez que te quería, pero tú a él no, o peor aún con el novio ese que tienes con el cual has terminado varias veces o has querido terminar, pero no te atreves porque te maltrata? ¿Todo para que no digan o para que tú no te sientas una fracasada?
Bueno, si respondiste a todas que sí, este artículo es para ti.
Hay una cosa muy seria que se llama Expectativas. Desde pequeños crecemos con un modelo de lo que es normal, de lo que es el “deber ser” social, de lo que es esperado como aceptable por nuestros grupos de pertenencia. Todo comportamiento que se aparte de ese guión, que está en nuestras cabezas, es considerado anormal. Vemos gente a la que consideramos “triunfadora” y es básicamente aquella que cumplió sus etapas o ciclos de vida de acuerdo a lo esperado socialmente. Creció, estudió, se graduó, se casó hacia los 23 o 25 (con alguien del sexo opuesto), consiguió trabajo o se dedicó a su casa a tener hijos, tuvo dos, varón y hembra, tienen un perro, una casa bonita, una camioneta familiar, van de paseo agarrados de la mano y tienen manteles de cuadros rojos y blancos cuando van de picinc. The End.
Las películas, los cuentos, las historias tienen mucha influencia sobre nosotros. Todo este proceso de socialización forja nuestros valores y creencias acerca de lo que podemos esperar de la vida, y sobre todo son la base de los juicios que nos hacemos sobre las cosas que nos acontecen. Con respecto a la historia que vivimos o los cuentos que nos dijeron, no podemos hacer nada. No podemos cambiarlos porque están en el pasado. Lo que sí podemos es enjuiciar nuestros propios juicios que construimos en base a ellos. Sobre todo el juicio o creencia de que “si no me caso antes de los 30 soy una fracasada”.
Pregúntate:
– ¿A quién se lo escuchaste por primera vez? ¿Cuánta autoridad tiene esa persona sobre mí en el momento actual para que yo tome su mera opinión como si fuera un hecho de la vida real? ¿qué comentarios escuchabas sobre las solteronas? ¿quiénes hacían esos comentarios? ¿sabías que los juicios son opiniones y por lo tanto son discrepables? (o sea que puedes opinar distinto pues, incluso distinto a tu mamá)
– ¿Cuándo se es vieja o joven? ¿Por qué la barrera de los 30 o 40? ¿Quién que tu conozcas nunca se casó o se casó vieja? ¿le fue mal o le fue bien? ¿si le fue mal piensas que a ti te puede pasar lo mismo? ¿sabías que los juicios los formulamos comparándonos siempre con alguien? ¿sabías que en Europa son cada vez menos las mujeres que se casan y si se casan lo hacen hacia los 40?-
Ser fracasada o perdedora o anormal es un juicio negativo de mucho peso. Si tienes ese juicio sobre ti misma u otro similar pregúntate ¿en qué otros ámbitos de tu vida no has conseguido lo que querías? ¿estudiaste? ¿aún lo haces y te gusta? ¿tienes amistades significativas? ¿te llevas bien con tu familia? ¿haces un buen uso del dinero y te administras razonablemente? ¿trabajas en algo que te llena y eres reconocida en tu ámbito laboral por hacer las cosas bien? ¿estás sana y mantienes tu cuerpo sin problemas de salud, estéticamente aceptable para ti? Si a todas estas cuestiones dices que sí, entonces tu frustración en una sola área no puede llevarte a generalizar que seas un desastre de persona porque no te has casado.
– ¿Serías capaz de imaginarte soltera y tranquila? ¿soltera y con hijos si los quisieras tener? ¿soltera y productiva laboralmente? ¿soltera y exitosa? ¿soltera y divertida? ¿O de solo pensarlo te da pánico? ¿Sabías que soltería no significa soledad?
- ¿Qué es lo que más te molesta? ¿Quedarte sola o la burla y los comentarios de los demás? ¿Sabías que hay muchas formas de “torear” a la gente y hasta reírse de ellos, siempre y cuando a ti en el fondo de verdad no te importe lo que te digan?
Plantéate todo esto. Los juicios y las expectativas de nuestro futuro las podemos cambiar. Podemos reorientar el GPS y atrevernos a asumir un estilo de vida diferente al que nos pautaron desde pequeños. Es una decisión personal, no un asunto del destino.
Aun así, si todo lo que reflexionas te lleva a perseverar en la idea del matrimonio feliz, ¡no lo hagas con cualquiera por favor! Por lo menos entrénate en el arte de la paciencia y de la espera. No te conformes con poco. Sé selectiva. La vida es muy corta y muy bonita como para claudicar a lo que nos merecemos. No te cases por casarte. Viaja, sal de ese pueblo, conoce nueva gente, múdate, estudia otra cosa, reenfoca tu atención… a ver qué pasa.
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Cada vez observo más mujeres de las nuevas generaciones cayendo en estos estereotipos y roles machistas y terminan atándose a pequeños infiernos que limitan sus posibilidades como seres humanos. No sé si la hipótesis de la baja autoestima aplica o es puro miedo a la soledad, lo que sí es cierto es que el lavado de cerebro que nos han hecho es muy fuerte. Pero necesitamos más pioneras que no pongan al príncipe azul como el centro de sus universos. Madres de hijas pequeñas: enséñenlas a soñar con un futuro libre de ataduras y en un escenario donde puedan decidir si se casan o se mantienen solteras, sin que ello sea una tragedia personal.
Comments (2)
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Aunque no tengo 30 (recién llegada a los 24) me siento muy identificada con este artículo, porque solo por tener novio, desde hace más de un año me preguntan que cuando me voy a casar, que tenga hijos, y mucho más… y siempre me pregunto ¿Por qué? Por que las personas se agobian tanto por estos temas… no dejen que las presionen, tenemos tiempo de hacer lo que nos haga felices en el momento que así lo sintamos. 😉
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