Natalia Brandler ha trabajado por los derechos de las mujeres y la igualdad desde la adolescencia. Luego ese activismo se profesionalizó y enfocó en promover la participación y representación de las mujeres en la política hasta la creación de la Asociación CAUCE en 2005.
La doctora en Ciencias Políticas, experta en liderazgo, consultora y docente universitaria participó recientemente en Ginebra, en la 85ª sesión de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW por sus siglas en inglés) resaltando las deudas del Estado venezolano en el cumplimiento de los objetivos de la Convención, es decir, la eliminación de la discriminación contra las mujeres y su emancipación.
Por tal motivo, conversamos con ella haciendo un recorrido por su trayectoria profesional, analizando la situación de los derechos políticos de las mujeres en América Latina y cómo la polarización es un impedimento más que enfrentan aquellas que quieren hacer política en Venezuela.
“Con 17 años, recién salida del bachillerato en Caracas, entré en contacto con compañeras feministas en la Universidad Complutense de Madrid y con ellas aprendí sobre planificación familiar que era un concepto tabú pues en la España franquista el Estado daba incentivos económicos para que las mujeres tuvieran muchos hijos y hablar del aborto estaba prohibido. En EE.UU. haciendo una maestría en Educación fui voluntaria en Action Pittsburgh Against Rape haciendo acompañamiento a jóvenes que habían presentado demandas por violación. En el doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad de Connecticut seleccioné estudios de género como una de mis áreas de estudio y ahí observé la poca participación real de las mujeres en los centros de decisión política. Era necesario formar a las líderes para que continuaran la inacabada lucha por la igualdad de mujeres y hombres en la política y en la sociedad. No es diferente en Venezuela, donde tenemos la idea de ser una sociedad más igualitaria y con más mujeres en el poder cuando el poder real lo detentan los hombres. Esto me llevó a fundar la Asociación CAUCE, recuerda.
Migrante, también
A pesar de tener experiencias fuera de Venezuela por estudios, la especialista salió del país en 2012 hacia Francia sin fecha inicial de retorno y califica la experiencia como un proceso muy duro: “No era la primera vez que me tocó adaptarme a un nuevo país, a dejar mis afectos, mis recuerdos, y cargar conmigo solo lo que cabía en unas cajas. Los más difíciles fueron los primeros cuatro años. Con todo y contar con la nacionalidad francesa y con los recursos espirituales que me ha dado la práctica del budismo, no terminaba de entender el sentido de mi vida en Francia.
Probé varias cosas pero un día, ante una simple pregunta “¿Qué te gustaría hacer realmente?”, entendí que quería seguir con el proyecto de Asociación Cauce así que planifiqué pasar parte del año en Venezuela y retomar la formación de mujeres políticas. Uno de los sueños hechos realidad fue volver a trabajar junto a la que considero mi gran maestra del feminismo, Evangelina García Prince que dejó un legado importante a todas las mujeres venezolanas y que nos acompañó en CAUCE durante más de diez años”.
Unión en medio del conflicto
Para Natalia, uno de los objetivos de CAUCE es capacitar a las líderes políticas y sociales para que entiendan que, sin importar la corriente ideológica de los partidos, no están exentas de la experiencia del sexismo y la exclusión del poder real.
“Actualmente estamos trabajando en un proyecto cuyo principal objetivo es acercar a mujeres de los dos polos políticos en conflicto para que juntas hagan cambios en el rumbo del país. Todas sufren por el conflicto, por la falta de acceso a la justicia, por el aumento exponencial de la violencia hacia las mujeres, por falta de oportunidades laborales, por la falta de servicios básicos que hacen la vida de las mujeres aún más dura pues sobre ellas recaen las labores de cuidado. A todas les alarma la falta de programas de salud sexual y reproductiva y el aumento del embarazo adolescente, a todas las mueve el deseo de un país más democrático, más seguro, de mayores oportunidades y de mayor igualdad para las mujeres en la conducción del país. En la primera fase de este proyecto las participantes elaboraron la agenda feminista “Juntas en la defensa de los derechos de las mujeres en Venezuela”, recordando el eje común: la lucha para enfrentar los abusos del poder patriarcal y los mandatos del sistema histórico género-sexo”, explica.
Al preguntarle si considera que ha habido un retroceso en América Latina en cuanto a los derechos políticos de las mujeres y su percepción de liderazgo después de haber tenido ejemplos de mujeres que alcanzaron la presidencia como Michelle Bachelet (2006 – 2010) (2014 -2018) en Chile, Cristina Fernández (2007 – 2015) en Argentina y Dilma Rousseff (2011 – 2016) en Brasil manifiesta que sí y que éste es un retroceso democrático cuyos efectos sobre las mujeres se hicieron más evidentes tras de la pandemia.
“No hay democracia sin mujeres y no puede haber avance de las mujeres sin democracia. Una política pública, para que sea efectiva debe ser debatida ampliamente con los actores interesados, de forma plural y democrática. No puede haber políticas públicas de género efectivas concebidas como algo sectorial y aislado del contexto del funcionamiento del poder público en su totalidad. De la misma manera, los problemas vinculados a la eliminación de la discriminación y el logro de la igualdad no pueden ser tratados de manera aislada al contexto general del país. Hace falta que los Estados sean incluyentes y democráticos. Sin embargo, lo que vemos en la mayoría de nuestros países, y en Venezuela de forma muy marcada, son retrocesos democráticos que se traducen en mayor pobreza, migraciones y desigualdades”.
Su trabajo le ha permitido conocer las experiencias de mujeres en diversos países, muchos de ellos en procesos de reconstrucción y negociaciones de paz y que, salvando las diferencias de contexto, todas se enfrentan a los mismos retos: inclusión, coordinación y falta de recursos.
“Las mujeres entran a los procesos de paz a veces por un azar, como en Filipinas donde los hombres que lideraban las negociaciones se enfermaron y las dos mujeres que formaban parte de la delegación asumieron la continuación del proceso de paz. Otras veces llegan a través de la presión de las organizaciones de mujeres creadas para resolver los problemas que causa el conflicto y terminan haciéndose un espacio en las negociaciones como fue el caso de la Coalición de Mujeres de Irlanda del Norte. Ningún proceso es igual pero la entrada de las mujeres en los procesos de paz se topa siempre con resistencias».
«Otro reto es el de la coordinación, cuando los conflictos han sido violentos por muchos años y la sociedad está muy polarizada, la falta de confianza interpersonal y entre los partidos, dificulta enormemente las negociaciones y las discusiones son dominadas por los hombres, quienes suelen estar más preocupados por su rol político en el futuro del país que por resolver las prioridades del presente. La consecuencia esperable es que las prioridades de las mujeres son ignoradas. También es necesario hablar del tiempo que toman los procesos de paz, eso hace que el apoyo pueda ir disminuyendo y esa disminución de la atención viene acompañada con la disminución de los recursos. Incluso, una vez que se logra la firma de la paz, muchas veces no hay suficientes recursos para implementar los acuerdos. Esto suele tener un efecto particularmente negativo para la implementación de la agenda de las mujeres, que queda relegada, como vemos que está sucediendo en Colombia”, detalla.
#ElEstadoNosDebe
En referencia a su participación en la 85° sesión de la CEDAW afirma que presentó algunos puntos esenciales del Informe Sombra elaborado colectivamente por 28 organizaciones que forman parte del Observatorio Venezolano de los Derechos Humanos de las Mujeres y en representación de CISFEM, organización con estatus consultivo en la ONU.
“Los informes sombra ofrecen una visión del esfuerzo que realizamos las organizaciones de la sociedad civil para informar de manera independiente sobre las actuaciones del Estado venezolano para cumplir con los mandatos de la Convención. Estar en Ginebra me permitió intercambiar con delegaciones de otros países que estaban convocadas como fue el caso de la delegación de España. También fue una ocasión de compartir con las compañeras de otras organizaciones venezolanas, algunas de las cuales no conocía personalmente, todas mujeres comprometidas, interesantes y valientes, y con las cuales preparamos informes hasta altas horas de la noche respondiendo a preguntas enviadas por las 23 Expertas del Comité que querían ahondar más en alguno de los temas que no habían sido suficientemente cubiertos en los informes.”
Finalmente, sobre la campaña electoral de precandidatura a las presidenciales pautadas para 2024 indica que “la violencia hacia las mujeres políticas que se están presentando a las primarias es brutal y tiene características diferenciadas por ser mujeres”
“Los ataques son continuos, no solo hacia ellas, sino también a las personas que las apoyan. No les perdonan su popularidad, que sean una alternativa real al poder. Y la violencia es más visible porque solo algunas voces de las organizaciones de mujeres la han denunciado, mientras que el silencio de los hombres de los partidos habla por sí sólo de hasta qué punto la violencia está naturalizada como el precio que tienen que pagar por “meterse en la política”.
***
Foto: Magüi Trujillo.