Hace unos meses en uno de los eventos de la Red Naranja escuché por primera vez la palabra “doloridad” en una reflexión hecha por Suzany González, Activista feminista y Directora Ejecutiva de @Cedesexve, quien nos hablaba de que además de la sororidad como una estrategia política del feminismo, a las mujeres nos une un vínculo mucho más fuerte que nos conecta a nivel emocional, que nos habla de la capacidad de experimentar y compartir el dolor que de una u otra forma nos ha acompañado a las mujeres a lo largo de la historia. Desde entonces la palabra quedó resonando en mi cabeza.
La doloridad es un concepto sumamente importante en el contexto afro feminista y se refiere a la experiencia compartida de dolor y sufrimiento vivida por las mujeres negras y afrodescendientes en respuesta a la opresión y la violencia sistemáticamente experimentada, que se basa en la comprensión de que estas mujeres enfrentan desafíos y dificultades únicas debido a la intersección de su identidad racial y de género. La doloridad busca reconocer y valorar el dolor compartido, así como la fuerza y la resiliencia que se desarrollan a través de él.
Para el afrofeminismo, la doloridad no solo trata de reconocer el sufrimiento, sino también de encontrar formas de sanar y empoderarse colectivamente. Las mujeres negras y afrodescendientes se enfrentan a una historia de marginalización, discriminación y violencia racial y de género.
La doloridad permite a estas mujeres compartir sus experiencias de dolor, encontrar apoyo mutuo y buscar estrategias de resistencia y superación conjunta, además de ser una forma de desafiar los estereotipos y las narrativas dominantes que han silenciado históricamente sus voces y experiencias. Al compartir sus historias y unir fuerzas, las mujeres pueden redefinir su propia identidad y narrativa, recuperando su poder y construyendo una comunidad sólida.
Aunque el término doloridad es un concepto que han desarrollado ampliamente nuestras hermanas afro feministas desde sus vivencias, creo que es un concepto hermoso que todas las mujeres desde nuestra interseccionalidad deberíamos abrazar, porque nos recuerda que, a pesar de nuestras diferencias, compartimos una experiencia humana común. Al reconocer y abrazar nuestro propio dolor y el de las demás, creamos lazos profundos que nos unen.
En un mundo que a menudo parece fracturado, la doloridad puede tener el poder de sanar, unir y transformar. Cultivar esta cualidad en nuestras vidas podría llevarnos a sentir mayor compasión, empatía y la solidaridad necesaria para avanzar juntas hacia un futuro más humano y esperanzador.
Muchas son las razones que hoy han creado fracturas dentro del movimiento feminista, pero ante todo este caos de no ponernos de acuerdo, elijo la sororidad y la doloridad como estrategias de resistencia.
Newer
Las que se quedaron atrás: una vida tras las rejas.
Older
Escribir para sobrevivir: el poder de la mirada femenina sobre la literatura
Comment (1)
-
Es importante mencionar que también el concepto de Doloridad es propuesto por Vilma Piedade en su libro DOLORIDAD.