Tener 50 o 60 años en el 2023 no es lo mismo que haberlos tenido en los años noventa o a principios de los dos mil. El aumento de la esperanza de vida gracias a descubrimientos científicos y hábitos más saludables ha hecho que las personas estén activas física y mentalmente más tiempo, sin embargo, esto no ha significado que el edadismo (discriminación por edad) haya desaparecido.
Esto lo sabe muy bien Irene Aguilera Monroy, psicóloga y consultora estratégica de negocios y comunicación especializada en entornos de crisis y cuya área de estudio y trabajo los últimos diez años ha sido sobre la generación Silver, a la que además pertenece.
Esta venezolana radicada en México encuentra inspiración para dedicarse a esta área en la discriminación doble que sufren las mujeres por su sexo y edad, la cultura empresarial moderna que impulsa únicamente la juventud en sus plantillas y la migración de muchas venezolanas mayores con ganas de trabajar pero sin oportunidades en sus países de acogida.
“Soy una Baby Boomer de la última ola, nací en Caracas en 1956. Pertenezco a una generación de personas que asistió durante toda su vida a conflictos políticos y sociales a nivel mundial de toda naturaleza. Recuerdo muy pequeñita haber visto en la televisión las noticias del asesinato de John F. Kennedy, de Martin Luther King y adicionalmente soy testigo del desmoronamiento de mi patria. Esto fue el telón de fondo perfecto para instalar en mí la creencia de que nada es para siempre, a desarrollar pensamientos en los cuales todo parece ser de una manera, pero en realidad puede ser de otra y sobre todo trabajar para estar preparada para las pérdidas y los cambios bruscos o evolutivos”.
Uno de los casos de generalización más común en cuanto a tercera edad se refiere, detalla, es pensar en los mayores como un grupo homogéneo cuando la realidad es que existe mucha diversidad.
“En todas las investigaciones, sin importar el objeto de estudio, fenómeno social, producto o servicio, la información se clasifica por rangos de edad. El último generalmente se expresa: “+ de 55” o “65 o más”. Es una población que se aglutina por exceso, como que no es tan importante. Es un conglomerado que al final es de carácter despreciable, el “o más” agrupa a personas de 60, 70, 80 o 90 con ciclos vitales completamente diferentes, con historias que es importante conocer y valorar. Por allí comienza el problema, en la definición del grupo humano que se estudia.”
Experiencia y creatividad
Los conocimientos, habilidades y visión del sector Silver son únicos y pueden contribuir positivamente a las empresas incluso creando oportunidades de desarrollo profesional y personal para ellos como la capacitación y la mentoría, para que así puedan seguir creciendo y aportando valor a las organizaciones
Irene coincide con esta idea. “La persona joven valora la velocidad mientras que las veteranas como yo buscamos profundidad en las propuestas de vida y por supuesto, en las laborales”
Añade que otra de las fortalezas de las mujeres Silver es la contención emocional tras haber experimentado muchas cosas en la vida. “Esta facultad es el fundamento principal del desarrollo de la visión a largo plazo, sin caer en los huecos negros que propone una situación actual atractiva o inminente. También deseo mencionar la libertad de pensamiento, conectada directamente con la capacidad creativa. Esto favorece el planteamiento de territorios conceptuales fuera de caja, de océanos azules, siendo valientes y disruptivas.”
Incertidumbre
Las crisis socioeconómicas, políticas y recientemente una pandemia han sido una clara demostración de lo rápido que puede cambiar todo y lo preparados que debemos estar para cualquier escenario, especialmente en América Latina.
“Nuestra región se parece más en los no que en los sí. Desarrollar estrategias de comunicación en estos entornos debe contemplar la aceptación del desconocimiento de ciertas variables que no pueden ser encontradas debido a que no existe una medición y más bien orientarse a trabajar con valores, actitudes y comportamientos humanos que finalmente es lo único que se conoce. Más que predecir los contextos, hay que considerar lo que piensan y sienten las personas, eso para sorpresa de muchos, puede ser más sólido y tangible que lo que miden algunos indicadores económicos. En estos momentos, considero que es importante enfocarse en la generación de más de 40 años y sobre todo en los que, como yo, somos mayores de 60. Se va a sobrevenir una crisis social como nunca vista. Las estadísticas y números se han modificado: somos más, vamos a durar más, no somos invisibles, necesitamos respeto, atención, somos una gran fuente de negocios con un tremendo potencial y muy pocos están entendiendo y reconociendo las repercusiones que en todo el mundo ya están con nosotros.”
Sin dejar a nadie atrás
Irene asegura que “las personas mayores no deben quedarse atrás por motivos propios ni ajenos, ni mucho menos por efectos de una exclusión social con una perspectiva tradicional. Por otra parte, esto no debe abordarse con una perspectiva asistencialista debido a que las empresas exitosas del futuro serán aquellas inclusivas, que aprovechen las diferentes competencias de equipos de todas las edades, género, cultura y habilidades. No es tema de lástima y victimización, es un factor de competitividad y productividad clave.”
Finalmente, ella nos comparte varias recomendaciones sobre cómo lograr una transformación cultural en el ámbito laboral que promueva la inclusión y el respeto hacia las mujeres mayores:
- Respetar sus trayectorias y modificando discursos tales como “es que en tu época”, “Es una abuela.” o “Te conservas muy bien”.
- No sacar de los trabajos a las personas únicamente por su edad y revisar a profundidad el concepto de jubilación que tanto daño y deterioro produce tanto en hombres como en mujeres.
- No invisibilizar a los mayores, especialmente a las mujeres, por feas, por inútiles o por considerar que ya no son apropiadas para ciertas cosas.