En general creo que Venezuela no se arregló para nadie, ni está en camino de hacerlo. La economía pierde fuerza, según reportes de varias empresas consultoras especializadas, y esto representa peores escenarios para todos, pero muy especialmente para las mujeres, quienes históricamente acusan mayores golpes a su autonomía física, económica y política de manera desproporcionada, como hemos visto en todas las crisis registradas en el pasado y el presente.
Las venezolanas en general, tenemos un 29 % menos posibilidades que los hombres de tener igualdad de oportunidades en la educación, la economía y la política, según el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial de 2021.
Gracias al movimiento feminista venezolano, ahora este desigual trato a los problemas de las mujeres es noticia y emergen investigaciones locales bien conducidas, que vale la pena considerar para tener una evaluación más ajustada de la realidad. Hago un paneo general cargado de datos como el que entregué hace unos días, esta vez sobre la situación de las mujeres de nuestro país, como un modo de alimentar respuestas para gente quizá bienintencionada, pero incrédula, incluyendo muchas mujeres que, a partir de su experiencia individual y el tipo de entorno en el que se desenvuelven, aún opina que Venezuela “no es taaaannn machista”.
Autonomía económica
La proporción de mujeres venezolanas en la fuerza laboral comenzó a bajar de manera sostenida a partir de 2014. Para 2020, año en el que fue declarada la pandemia de covid-19, Venezuela era el segundo país en una muestra de doce naciones de América Latina con la tasa de participación laboral femenina más baja según datos del Banco Mundial, concluyen Prodavinci https://participacionfemenina.prodavinci.com/3/ y la Consultora ANOVA Policy Research.
Aproximadamente nueve de cada diez hogares con jefatura femenina están en situación de pobreza. En los últimos 8 años, las tasas de pobreza en hogares liderados por mujeres solteras son en promedio 13 puntos porcentuales mayores que las de hogares liderados por hombres solteros y 2 puntos porcentuales mayores que los hogares biparentales.
En Venezuela la proporción de mujeres que ni reciben educación ni tienen un trabajo remunerado creció 13 puntos en una década. Para 2020, la tasa alcanzó el 39% y superó en 11 puntos porcentuales a la fracción de hombres. En el contexto regional, dentro de Latinoamérica y El Caribe, el país supera por 10 puntos porcentuales el promedio de las jóvenes que ni estudian ni tienen un trabajo.
De acuerdo con el informe 2022 de la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Vida (Encovi), el nivel de ocupación de las mujeres en Venezuela en el mercado laboral apenas alcanza el 32,9%. Precisan además que aun cuando ellas tienen títulos universitarios, terminan ocupando puestos de apoyo administrativo con los hombres liderando los cargos directivos. Y en cuanto a la brecha salarial los hombres superan al menos en un 18% a las mujeres respecto a los ingresos y cuentan con más probabilidades de optar a un trabajo formal.
Autonomía física
70% de las venezolanas no puede planificar sus embarazos según la Red de Mujeres Constructoras de Paz, ni 40 % tiene acceso a productos para la gestión menstrual. Venezuela ocupa el tercer lugar en América Latina en cuanto a la mayor tasa de embarazos en adolescentes. De acuerdo con datos del Fondo de Poblaciones de Naciones Unidas, el país tiene 95 nacimientos por cada mil adolescentes entre 15 y 19 años, una cifra altísima, que nos denuncia a todos en nuestra capacidad de proteger etapas críticas de la vida de nuestras niñas y adolescentes, condicionando nuestro futuro como sociedad.
La Sociedad de Obstetricia y Ginecología de Venezuela afirma que no ha habido decrecimiento de las cifras de mortalidad materna durante los últimos 15 años. Hasta 2019 la tasa de mortalidad materna estaba, en promedio, en 112,2 fallecidas por cada 100.000 nacidos vivos por hemorragias postparto, sepsis e hipertensión inducida por el embarazo. Desde AVESA reportan que el 75% de las embarazadas que requieren tratamiento antihipertensivo no pueden adquirirlo por razones económicas y el Estado no les puede garantizar su suministro efectivo. El 48% de las embarazadas no puede acceder a los suplementos nutricionales básicos que requiere su propia protección y la construcción de una nueva vida. 9 de cada 10 mujeres en sectores populares no ha planificado su embarazo. En Venezuela no se puede hablar de parto humanizado debido a las carencias en los hospitales y la falta general de recursos de soporte.
Las venezolanas presentan mayor malestar físico y psicológico, según estudio UCAB Psicodata reciente. 45.7% de ellas considera que su ánimo se ha deteriorado y 38% que su salud ha desmejorado. Las muyeres constituyen uno de los grupos más vulnerables identificados en el estudio ¿Será que no incluyeron a tantísimas mujeres superpoderosas, entaconadas, todoterreno…?
Por otro lado, en Venezuela se produce un femicidio cada 57 horas. El Monitor de Femicidios de UTOPIX expresa la preocupación por el incremento de la violencia hacia mujeres, la impunidad y la falta de propuestas y acciones contundentes por parte del Estado venezolano. Eso considerando que la violencia física contra las mujeres es uno de los aspectos más típicamente subfacturados (es decir, con la tasa de denuncias formales NO efectuadas y tramitadas con respecto al total de hechos violentos producidos), en países del contexto caribeño como el nuestro.
Autonomía política
Encuestadas 936 mujeres a nivel nacional, 68,6% consideró que las mujeres no son tratadas igual que los hombres cuando ejercen roles políticos; 27% expresó que no conocía a alguna mujer política, alcaldesa, líder vecinal, gobernadora u de otro tipo; 91,2% respondió estar de acuerdo con la participación de las mujeres en los procesos políticos de cualquier nivel. Sin embargo, solo un 33,4% aseguró que sí había participado en cargos de decisión.
En las elecciones celebradas en 2021, la situación de las mujeres que hacen política en Venezuela empeoró respecto a la elección anterior, el número de mujeres gobernadoras y alcaldesas disminuyó 40% y 16%, respectivamente. En este sentido, solo 9% de las gobernaciones del país tienen como jefe de su ejecutivo a una mujer, mientras que en el caso de los municipios el porcentaje es de 18%. “Los partidos políticos son la primera barrera de entrada que impide y limita una efectiva participación política de las mujeres en Venezuela. Los datos muestran como la participación de la mujer es permitida en espacios periféricos de poder y es más común en organizaciones con pocas posibilidades reales de llegar al gobierno”, según concluyen en el informe presentado por NIMD, lo cual confirma los múltiples testimonios de violencia política que sufren las mujeres que optan por participar en cargos de poder en nuestro país.
Ojalá hubiese mucha más data oficial en Venezuela, que históricamente tuvo un seguimiento estadístico envidiable en su contexto, pero ya sabemos que el acceso libre a la información pública no forma parte de las fortalezas del actual sistema. Tocará continuar investigando con recursos escasos y en contextos adversos a la revelación de situaciones que denuncian fallas en la gestión de los asuntos comunes.
Venezuela es machista
Todavía hay gente, lamentablemente muchas mujeres, que piensan que en Venezuela no hay machismo y que entre los países de la Región somos los más avanzados en materia de igualdad entre mujeres y hombres. Esta posición podría estar escondiendo muchos sesgos personales, porque en ocasiones nos habituamos a ciertas interacciones y ciertos tratos cotidianos que se “normalizan” en nuestro cerebro y solo educando con una perspectiva crítica podemos identificarlos y reconocerlos.
Esto no es tema complementario, no viene después de la pobreza o de la calidad democrática y el caos institucional o del medio ambiente…Esto es transversal a todos los problemas y desde ese reconocimiento debemos trabajarlo.Más allá de las experiencias personales, creo que vale la pena ahondar en datos y estudios que ponen en su sitio el alcance de la cultura patriarcal y de las brechas entre hombres y mujeres en Venezuela.
Dejar de mirarnos el ombligo, sobre todo las que alcanzamos libertades paradas sobre nuestros privilegios, podría habilitarnos para apoyar donde sea necesario y seguir luchando para procurar que cualquier arreglo de país incluya, de manera prioritaria, defender a sus mujeres y a sus niñas.