La serie Escuela para señoritas AlRawabi (AlRawabi School for Girls) de Netflix nos trae un mensaje contundente en apenas seis capítulos. A pesar de estar ambientada en Jordania y tener las particularidades de su contexto social y cultural, tiene elementos que pueden resonar en todos los territorios para las mujeres: la injusticia, el doble estándar, el juicio, la crítica, la coartación de la libertad y muchos otros elementos hostiles que cobran vida a través de la historia de un grupo de adolescentes jordanas.
La historia es realista, cruda y en pocos episodios logró englobar grandes problemáticas:
- El bullying escolar
El acoso escolar es una realidad global que afecta a las niñas y adolescentes, produciendo secuelas tan graves como la baja autoestima, ansiedad, depresión, estrés, deserción escolar y suicidio. De acuerdo con los datos reportados por la ONG Internacional Bullying sin fronteras, 85% de los casos de bullying suceden dentro de la escuela y más del 80% de ellos no son reportados a los maestros. En la Escuela para señoritas AlRawabi vemos como una institución de élite que se enorgullece de sus altos estándares educativos y valores promovidos con sus alumnas es el escenario de graves escenas de acoso escolar que quedan impunes. Mariam, buena estudiante y persona, es el blanco del grupo de estudiantes populares; sin embargo, el enfoque es muy diferente al de las series americanas.
- La ineficiencia de las autoridades escolares
Ante esta grave situación, en la que Mariam llega a ser golpeada al punto de requerir ir a un hospital, difamada con respecto a su orientación sexual, expuesta en sus más íntimos secretos y vulnerada una y otra vez, las profesoras y la institución no actúan de manera acorde para prevenir esta situación y brindar la protección que las alumnas necesitan. Por el contrario, desde la dirección del instituto se encubren ciertas situaciones y se hacen la vista gorda por mantener el prestigio y proyectar ante los representantes (especialmente los poderosos) una imagen de perfección y eficiencia completamente falsa, a expensas del bienestar de las estudiantes. ¿Realmente quienes deben proteger a la juventud, lo hacen? Las cifras de acoso escolar nos indican todo lo contrario.
- La vulnerabilidad e indefensión de las jóvenes
Sin la presencia de adultos responsables a quienes acudir en busca de protección, las jóvenes están totalmente vulnerables e indefensas ante estos ataques, lo que termina por destruir su bienestar, su estabilidad y su equilibrio. No hay un entorno seguro para que las estudiantes se desenvuelvan y esto las revictimiza una y otra vez en su rol de acosadas, donde hasta la familia se mantiene escéptica ante lo que sucede.
- El doble estándar y el irrespeto a la individualidad
El doble estándar del patriarcado es evidente en esta serie, donde las mujeres son condenadas por actos que no ameritan condena alguna, mientras que los personajes masculinos se desenvuelven a sus anchas. A través de la historia de Layan, una de las acosadoras inicialmente, vemos como su realidad en el hogar es profundamente desigual con respecto a sus hermanos varones, quienes no respetan sus límites como individuos e invaden repetidamente su espacio y su privacidad, demostrando conductas agresivas e inadecuadas que son justificadas por el padre porque “se preocupan por ella”. Esto deja a la mujer una vez más como una propiedad supeditada al hombre, que ejerce el control de manera arbitraria basándose en los privilegios culturales otorgados a su sexo en la sociedad jordana.
- La crueldad de la sociedad
La sociedad favorece abiertamente al hombre y condena duramente a las mujeres, donde cualquier pequeña “falla” es motivo de desgracia no solo para las jóvenes sino también para sus familias. Así, vemos a través de la historia de Raqaya, cómo compartir una foto mostrando el rostro sin velo implica una humillación para ella y para su familia, pues se le etiqueta de “cualquiera” y falta de moral. Este simple acto conlleva al abandono forzado de los estudios y al encierro en casa, quedando imposibilitada para retomar una vida normal, aspirar a un matrimonio en el futuro o siquiera ver a sus amigas.
- La falla de la familia como red de apoyo
Lo más grave de todo, es que la serie muestra cómo las jóvenes al ser condenadas en el instituto y la sociedad reciben la peor estocada cuando sus familias también les da la espalda. De esta forma, aquellos que deberían protegerlas y constituir su más sólida red de apoyo, deciden que prevalezcan los estereotipos y los prejuicios en detrimento de los valores familiares, el amor y la orientación padres-hijas. Las jóvenes quedan solas e indefensas ante el mundo, sin nadie a quien recurrir, siendo víctimas de la intolerancia e ignorancia en todos los ámbitos.
- El estigma sobre la salud mental
A pesar de los esfuerzos que hemos visto en los últimos años en cuanto a concientización en materia de salud mental, sigue siendo un tema tabú alrededor del cual reina el desconocimiento y la estigmatización en muchos casos. Mariam acude a terapia con una profesional de la salud mental para tratar su ansiedad y otras afecciones; le es recetado un tratamiento y comienza a llevar un diario de sus sentimientos, pensamientos y emociones. Cuando sus compañeras se enteran, es humillada, burlada y una vez más, víctima de bullying cuando su diario es distribuido a toda la escuela y es tildada de “loca” y “psicópata”.
- La falta de sororidad
No solo los hombres actúan como victimarios en esta serie. De hecho, se trata de un colegio exclusivo para señoritas, regido por mujeres y salvo algunos actos puntuales dentro de la serie, hay una gran ausente: la sororidad. Tan necesaria en las relaciones femeninas de cualquier índole, la sororidad viene a ser ese punto de comprensión, solidaridad y alianza que fortalece las redes de apoyo entre mujeres. ¿Por qué no es fomentada e impulsada la sororidad desde temprana edad en la Escuela para Señoritas AlRawabi? ¿Por qué no son enseñadas las niñas a cuidarse unas a otras en lugar de atacarse? La historia da paso a una venganza con graves consecuencias, que pudo ser evitada si las protagonistas demostraban solidaridad con cada una de sus circunstancias; de hecho, quizás se habrían reconocido la una en la otra, con sus múltiples puntos en común como jóvenes y como mujeres que a fin de cuentas no son vistas de manera tan distinta por una sociedad hostil, que condena a todas por igual.
- La tragedia como consecuencia del sistema patriarcal
La combinación de los factores anteriores marca la pauta para la tragedia final. El asesinato de Layan a manos de su propio hermano, quien considera “agraviado” el honor familiar porque su hermana tiene un novio a escondidas. El feminicidio de una joven llena de sueños y planes, que fue víctima de una sociedad cruel e injusta, en la que debió ser una de las mejores etapas de su vida.