Coherencia y autocuidado

Coherencia y autocuidado
diciembre 1, 2021 Veronica Arvelo
autocuidado

En estos últimos días he estado pensando en la coherencia, ese valor feminista tan importante, pero a la vez tan difícil de respetar.

A menudo en mis artículos y en mi programa de radio suelo mencionar la importancia del autocuidado, porque me preocupa genuinamente el hecho de que las mujeres siempre estamos tan inmersas en nuestros roles de cuidadoras o trabajadoras cuatro por cuatro, que nunca apartamos un tiempo para nosotras mismas, ya sea para descansar o hacer aquello que tanto nos gusta, lo que nos genera a la larga un montón de complicaciones tanto en nuestra salud física como en la psicológica.

Pero qué difícil es mirar primero hacia dentro y responsabilizarte de ti misma.

En mi caso, trabajo haciendo algo que me gusta mucho, tanto, que a veces me cuesta un poco verlo como un trabajo. Mi horario es “flexible”, siempre duermo 8 o 9 horas diarias y últimamente son muy pocos los fines de semana  en que me toca trabajar, sin embargo comenzaba a sentirme agotada y no entendía muy bien la causa.

En principio pensé que podía deberse al desorden que tengo con el horario de mis comidas, pero este desorden (en el que tengo que trabajar) no es algo nuevo, es algo que me acompaña aproximadamente desde mi adolescencia; también pensé que podía ser por el sedentarismo que se apoderó de mí a raíz de la pandemia, así que comencé a hacer alguna actividad física al menos dos veces a la semana, pero nada, el cansancio seguía allí. No fue hasta hace unos días, cuando me tocó desconectarme, que pude darme cuenta del origen de mi agotamiento.

Me fui a celebrar mi aniversario de casada en la isla La Tortuga, donde pasé tres días sin señal. Durante estos días me vi revisando el teléfono en muchas oportunidades comprobando si tenía algún mensaje y ni contar las veces que me sorprendí pensando en mi trabajo, así que no puedo hablar de una desconexión total, pero al menos sí de una que mágicamente puso fin a  aquel agotamiento que venía sintiendo desde hace algún tiempo.

Me di cuenta que desde un poco antes de la pandemia no había tenido un día de desconexión total, ya que aun los días que no trabajo como tal, sigo pendiente de las actividades que se hacen en cada uno de los grupos de activismo donde participo, de las noticias, de los informes que publican diferentes organizaciones y de las redes sociales, porque así es el mundo del activismo, no hay horarios ni fines de semana y por más que ames lo que haces, si no estás pendiente de cuidar tus espacios, terminas agotada.

El lunes en vez de sentirme cansada por el viaje, me levanté temprano, creativa y con la energía renovada, también plenamente consciente de que no he sido coherente con aquello que tanto defiendo, el autocuidado. Así que decidí comenzar a mirar hacia dentro para evaluar en qué otras cosas no estoy siendo coherente, no con intención de juzgarme sino más bien como una forma de comenzar a corregir aquellas prácticas o conductas que no convergen con lo que predico.

Por los momentos he decidido dejar los domingos como un día de total desconexión, donde intentaré no encender mi computador ni mirar mi teléfono a menos que sea demasiado necesario, porque si no dejo un tiempo para descansar ¿de dónde voy luego a sacar la energía para seguir luchando?

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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