Tras el escándalo en las redes por la valla de Calvin Klein, protagonizada por la influencer Jari Jones, donde miles de usuarios opinaban y defendían con vehemencia sus opiniones sobre la belleza, fealdad u oportunismo de la marca, una de mis amigas me escribió por Whatsapp para saber mi casi siempre polémica opinión. Mi primera respuesta fue.
-Es una valla, para mi todas las vallas del mundo son contaminación visual así que por definición son horribles.
-Pero Vero- insistió mi amiga- imagina que no es una valla, imagina que es una revista o cualquier otra publicidad. ¿Qué te parece?
Me quede pensando un rato y decidí volver a ver la imagen de la valla para forjarme una opinión, mientras la observaba me hice aquella pregunta para la que nadie tiene una respuesta clara.
¿Qué es la belleza?
Un conjunto de cualidades preestablecidas que de tanto repetirlas terminaron siendo reconocidas por la mayoría.
No es descabellado que las conductas aprendidas a lo largo de nuestra vida jueguen un papel importante a la hora de determinar que es aquello que consideramos hermoso, sin embargo para mí la belleza se trata más de una sensación, algo que se aleja bastante del pensamiento consciente.
No sé mucho de arte, aun así uno de mis grandes sueños siempre fue conocer el Museo de Louvre en Paris y cuando lo hice solo tuve un día para visitar aquel museo que necesita al menos 5 días enteros para recorrerlo sin tomar demasiado tiempo en apreciar las obras, así que anoté en un papel las obras más importantes para no perdérmelas. La Venus de Milo, La victoria alada de Samotracia, Es esclavo moribundo de Miguel Ángel, El astrónomo de Johannes Vermeer, algunas otras y por supuesto el cuadro más famoso del museo, protagonista de tantas historias La Gioconda o Mona Lisa de Leonardo da Vinci. Sabía todo lo que había que saber de ese cuadro, había leído mucho sobre él, incluso había asistido a un par de conferencias.
De repente estaba ahí parada frente aquel cuadro que se exhibía tras un cristal, un cordón de seguridad y custodiado por al menos cuatro guardias. Estuve aproximadamente por 15 minutos observándolo y debo admitir con un poco de vergüenza que lo único que me pasaba por la mente en aquel momento era lo horrible que se vería un cuadro así en la sala de mi casa. Si, sabía su historia, sabía su valor y aun así no me transmitía absolutamente nada, miraba a la gente fascinada a mi alrededor y me frustraba aún más, al final terminé por tomarle un par de fotos sin flash (están permitidas) y me fui completamente decepcionada.
Seguí caminando por el laberinto de galerías que es el Louvre y sin esperarlo descubrí un cuadro que me paralizó, La Jeune Martyre de Paul Delaroche, aun hoy no sabría decir que fue lo que me pareció tan extraordinario.
Aquel cuadro que pocas personas se detenían a mirar apenas por segundos, me tuvo atrapada por más de una hora, no podía dejar de mirarlo. No sabía nada de su historia, ni de su autor, mucho menos de que opiniones generaba. Sin embargo para mí fue el cuadro más hermoso que pude ver aquel día en el museo. Días después me pasó algo similar con la Capilla Sixtina, pero antes de aquel cuadro jamás me había emocionado de aquella forma por una pintura.
Desde entonces considero que la belleza no es aquello a los que nos han acostumbrado, aquello que hemos aprendido, aquello que encaja con el gusto de la mayoría; la belleza es algo que no se puede percibir solo con la vista, no basta con verla y analizar la armonía de sus líneas, hay que sentirla, es algo que te emociona hasta las lágrimas y a veces te causa un poco de vértigo. La belleza no encaja con los prejuicios porque va mucho más allá de lo que vemos y pensamos. Se trata de sentimiento.
Nunca me han gustado las vallas y jamás les prestó atención, si me preguntan por las que hay en la autopista por la que paso casi siempre, no podría mencionar ni una sola. Pero me decidí que la campaña de Calvin Klein es hermosa, no por los colores que usaron, ni por sus dimensiones, sino porque me hizo sentir alegría y esperanza en que el mundo está avanzando, quizás muy despacio, con cambios insignificantes, y sí, tal vez fue solo una estrategia de marketing, pero aun así promueve un cambio hacia un mundo del que todas las personas nos sintamos parte.