Ganar elecciones

Ganar elecciones
diciembre 12, 2018 Susana Reina

Posteo un tweet mostrando la foto de la reciente reunión del G20 celebrada en Argentina, con la nota de que hay solo tres mujeres en ella. Un señoro comenta: “Para estar en la foto hay que ganar elecciones”. Lo dice con una obviedad que ofende porque en su sentencia se traga un montón de inequidades y desigualdades que explican lo que la foto muestra. Es como la alta ejecutiva de una corporación que te dice “la que no llega es porque no quiere” o el poderoso que repite “es que el pobre tiene el rancho en la cabeza”, como si a las mujeres no les importara el poder o a los pobres les encantara serlo porque no conocen otra cosa.

Suponen, desde su escasa capacidad para ser empáticos, que las oportunidades existen para todos por igual y que todos estamos en plena libertad de elegir. Pero para que las mujeres ganemos elecciones se requieren muchas condiciones que hoy no existen y que no caben en 240 caracteres como para responderle al autor de la frase por un tweet, por eso le respondo por aquí.

Uno. No tenemos partidos políticos que trasciendan al histórico pacto misógino que ha dejado estructural y sistemáticamente a las mujeres por fuera de la repartición de puestos y privilegios, reacios a las cuotas partidistas que faciliten la paridad y plantados en su creencia de que el poder es cosa de machos. Las mujeres en los partidos organizan, volantean, animan. Tras bastidores, sin que se note y sujetas a la sutil o grotesca violencia política si se atreven a manifestar abiertamente sus aspiraciones.

Si no, pregúntenle a Delsa Solórzano quien por estos días debe estar anunciando la fundación de un partido político propio, conocedora de su liderazgo e influencia y decidida a lo que sea para llegar al poder. Porque las mujeres somos ambiciosas y queremos el poder, que nadie se ofenda por ello. Si la estructura no te deja, aprópiate de la tuya. Seguro un gentío le va a caer encima porque la crítica siempre es más dura con las mujeres que suben la cabeza, pero ella tiene con qué enfrentarlo y ojalá no la dejemos sola.

Dos. Se requiere que las mujeres creamos en otras mujeres y votemos por ellas. La abstención es la madre de todos los malos gobernantes que nos hemos echado encima.  Entre los más de 4 millones que no votaron en las elecciones de hace 20 años en nuestro país, digamos que proporcionalmente a la conformación de la población, la mitad eran mujeres; muy pocas apostamos por Irene Sáez, quien venía de hacer un excelente y memorable trabajo en Chacao. Parece que la gente elige por quien transmite imagen de autoridad y esa variable no la relacionan con ser mujer. Preferible un golpista, militar sin instrucción para gobernar, que una mujer probada y sin tacha. A la vista los resultados. Pero nadie dijo del difunto “hombre tenía que ser”, como sí se dice de una mujer en gobierno cuando hace las cosas mal.

Solidariamente, las mujeres siempre deberíamos apoyar a las otras que valientemente se lanzan, haciendo honor a las sufragistas y todo el sacrificio que hicieron para que hoy votáramos y de esa manera no dejar espacios donde se cuela gente machista, racista e intolerante como Felipe Serrano del ultraconservador partido Vox en Andalucía, quien no más ganar anunció que buscará derogar la ley integral contra la violencia de género en España y que además llama a las feministas “lesbianas violentas y resentidas misándricas”. O a Bolsonaro en Brasil, quien ya puso de Ministra de la Mujer a una pastora evangélica anti derechos sexuales y reproductivos, que trae como bandera reforzar el rol de madres antes que mujeres. Ante estas señales se requiere mucha más unión feminista, porque los retrocesos pueden ocurrir tan rápidos como un rayo.

Tres. Aunque dejen para las mujeres los puestos menos apetecibles y las posiciones que encubran un claro “precipicio de cristal”, es preciso copar todos los espacios posibles para participar políticamente. Ahí tenemos a un Congreso americano distinto, que gracias al espanto que produjo el triunfo de Trump, hizo que muchas abrieran los ojos y se postularan a las elecciones parlamentarias de mitad de periodo. Entendieron que no podían seguir viendo los toros desde la barrera y que había que penetrar el cerco, porque como dijo recientemente Lidia Falcón, Presidenta del Partido Feminista español, si no entramos con más fuerza en política siempre estaremos con una pancarta en la calle.

Cuarto. El tema de la conciliación laboral y familiar. Para dedicarse a la vida política habría que repartir la carga doméstica y de los cuidados a partes iguales sin que haya una división sexista del trabajo, que condena a muchas a no disponer del tiempo precioso que exige y demanda la vida pública. Muchas desisten porque el esfuerzo que hay que hacer es enorme al tener que atender dos o tres jornadas de trabajo, sin remuneración ni apoyo. Este dilema no lo tienen los hombres. Ellos están 100% dedicados a su campaña y a su carrera electoral contando con muchas mujeres que les dan el soporte necesario para que logren salir en la foto de los elegidos: ropita limpita, sopita calientica, muchachitos que no molesten. Al revés…no pasa.

Y quinto, y lo pongo de último a propósito. El tema del empoderamiento femenino y la confianza en sí mismas y todo eso. Mucha gente empieza por aquí para explicar el porqué de tan baja participación de mujeres en espacios de poder económico o político, como para una vez más atribuir la culpa a quien es objeto y víctima de las reglas de juego patriarcal. Pero si fuera un asunto de autoestima alta y cursos de seguridad personal, pues ya estuviésemos gobernando la mitad de los países del mundo. La verdad es que no llegamos ni al 1%.  Importante que reforcemos nuestras competencias técnicas y emocionales, pero obviamente no es suficiente como estrategia para voltear el tablero, porque por cada mujer que se levanta, habla y exige sus derechos de forma asertiva y firme, hay diez señoros y señoras que le dicen conflictiva, cuaima y mandona.

Así que amigo querido, como verá, hay mucho más que voluntad personal en esto de ganar unas elecciones para poder estar en la foto. Pero tenga la seguridad de que estamos en ello.

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(En la foto: Clara Campoamor, escritora, política y defensora de los derechos de la mujer española. Creó la Unión Republicana Femenina​ y fue una de las principales impulsoras del sufragio femenino en España, el cual se logró en 1931, y por primera vez fue ejercido por las mujeres en las elecciones de 1933)

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