Por iniciativa de mi hija comencé una campaña por nuestras redes sociales (@feminismoinc en Instagram y Twitter) que consistía en dar gracias por los eventos positivos que nos ocurrían día a día durante un mes completo. Cuando ella lo propuso y lo inició, pensé que era complicado recopilar muchas cosas buenas dignas de compartir. Pero a medida que fueron transcurriendo los días me fijé que tenía que escoger entre varias situaciones para postear. Lejos de faltarme razones para agradecer ¡me sobraban!
Aprendí que la clave está en agudizar nuestra concentración y enfocarnos en lo que nos acontece minuto a minuto, bendiciones casi ocultas que cuando traemos a la conciencia y las visibilizamos, nos producen bienestar y alegría. Cosas pequeñas que damos por sentadas, por garantizadas, hasta que nos faltan. Desde tener un bocado de algo muy sabroso a la mano, hasta el grado académico de un hijo, todo cuenta…Todo suma en la fórmula de la felicidad. Puedes ver muchos ejemplos en Instagram bajo las etiquetas #31diasdegratitud #31daysofgratitude #31diasdeagradecimiento
Muchas personas viven pensando que para ser feliz hay que tener o acumular muchos bienes personales o materiales, pero siempre con la idea de que nunca es suficiente. O que algo extraordinario te debe pasar para alcanzar la deseada felicidad. Los últimos estudios sobre este tópico apuestan a todo lo contrario: disfruta lo que tienes aunque sea poco, vive el aquí y el ahora, haz insigth de lo valioso que es vivir lo que estás viviendo, saborea, tócalo, míralo, óyelo. Mindfulness nos ayuda con sus técnicas de meditación y respiración a lograrlo.
Por otro lado, muchas culturas se centran en lo negativo, lo que falta, lo que no tenemos, más que en lo positivo, lo que tenemos, lo que nos agrada. Eduardo Punset, divulgador científico catalán, explica que esa forma de percibir se debe a que nuestro cerebro tiene como misión ayudarnos a sobrevivir, a mantenernos vivos, no a darnos placer. De aquí que se tenga mayormente el foco puesto en las amenazas, en lo que puede acabar con nuestra subsistencia, en mantenernos alertas ante las situaciones más graves.
Pero no todo es biología o genética. También podemos aprender a balancear nuestra atención entre lo que potencialmente nos hace daño con lo que nos da alegría y placer de forma consciente y planificada. Por eso tareas como esta, de dar gracias una vez por día por algo bueno que nos pasó es super efectiva y necesaria para ayudar a nuestro cerebro a descansar y alimentar nuestra inteligencia emocional.
Recordar algo bueno que te pasó justo antes de dormir, te conecta con ese mismo momento como si lo estuvieras viviendo otra vez. Te sube la serotonina, la hormona del placer y te baja el cortisol, la hormona del estrés. Tu sueño será mucho más reparador. Es como lavar el cerebro antes de dormir.
La vida transcurre muy rápido. Y muchas cosas buenas nos pasan a todos sin que nos tomemos el trabajo de percibirlo. Una sola cosa al día para dar gracias es poco. Te invitamos a practicar esta tarea. ¡Te sorprenderás!
Ah! y gracias @kirisima por tan buena idea 😉
