¿Sabían qué un famoso ginecólogo y cirujano, Robert Lawson, ferviente discípulo de Darwin, invertía su tiempo de investigación explorando en sus pacientes ginecológicas algún vestigio en el coxis que probara la reciente pérdida de la cola? Indudablemente que detenerse a estudiar la pérdida de la cola en la especie humana es de relevancia científica, dado que ha sido el acontecimiento evolutivo y adaptativo de nuestra especie que determinó la locomoción bípeda y la crucial diferenciación con nuestros antecesores primates. No cabe duda de la importancia de esas investigaciones, pero surge una interrogante, ¿Por qué Lawson y muchos otros estudiosos se centraban en explorar el coxis de las mujeres dejando por fuera del estudio a los hombres? Pues, porque ellos estaban influenciados por los fundamentos del padre de la teoría evolutiva, Charles Darwin, quien sustentaba que las hembras de las especies y por extensión las mujeres estaban en un grado inferior de desarrollo evolutivo y que en el varón se concentraban las ventajas adaptativas que le habían hecho diferenciarse sexualmente primero que las mujeres.
Darwin dedicó tiempo a explicar la diversidad sexual, produciendo teorías que marcaron las huellas a seguir en la construcción del saber de las especialidades médicas, entre ellas, la ginecología. Muchos ginecólogos fervientes del Darwinismo, sustentaban que las mujeres eran menos evolucionadas que los hombres, por lo que suponían que habían perdido la cola más recientemente, o sea, después que los hombres, en su febril ciencia misógina, esperaban encontrar en sus exploraciones algún vestigio en el coxis como prueba de su desventaja evolutiva. El afianzamiento de la ginecología se desarrolló impregnada de las ideas evolucionistas darwinistas, especialmente aquellas que versaban sobre la selección sexual y que conducían a la aseveración de la superioridad masculina.
La misoginia de Darwin fue tal que llegó a admitir que las mujeres tenían más marcado que los hombres el poder de la intuición, percepción rápida e imitación, porque eran características asociadas con estados menos evolucionados, más imperfectos y más inferiores.
El androcentrismo de la ciencia desvaría las ideas de sus acólitos y viceversa, ¿Cómo creer que la mujer evolucionó más tarde que el hombre? Si la hembra humana fue la primera hembra de todas las formas de vida que comprendió que la relación sexual conllevaba al embarazo, no fueron los machos humanos. ¿Por qué? Porque era ella, quien se embarazaba, los machos humanos no se enteraban, desconocían su rol en la reproducción. Ella no lo intuía, lo vivía en su cuerpo y moría de parto, fue la hembra humana, quien enfrentó la mayor crisis evolutiva, ¿Por qué? Porque en ese proceso de pasar a ser bípeda, el peso del vientre y la movilidad constituyó uno de los problemas más difíciles de adaptación humana, fue el periodo de mayores muertes de hembras de nuestra especie, no de machos.
Ellos nacieron de ellas, de aquellas que se adaptaron a la evolución… incluyendo a los científicos, quienes no deducían que si las mujeres son quienes llevan a sus hijas/os en el vientre debían ser las primeras de la especie en adaptarse… al menos que crean que, en tanto hombres fueron hechos de barro y sus madres de alguna de sus costillas. ¡¿Será posible?!