Es mi culpa, soy mujer

Es mi culpa, soy mujer
abril 16, 2023 Luisana Escobar

En mi vida me ha tocado leer cosas inauditas en Twitter, pero creo que una de las más absurdas es que “Las mujeres son las principales culpables de la misoginia por los actos de odio a sí mismas”. Lo peor es que eso se lo he escuchado decir a mi mamá, a mis amigas, a mis primas, a las mujeres que conozco casualmente y hasta a mí misma en ataques de inconsciencia.

Si, porque yo llegué a  preguntarme cosas como “¿De qué forma voy a exigir respeto si no me quiero a mí misma?” Cuando en realidad estaba manipulada por un discurso que solo buscaba hacerme sentir inferior.

A lo que quiero llegar es: de alguna forma u otra, las mujeres siempre terminamos por tener la culpa. De algo o de todo en general.

Sin ir más lejos, la culpable del pecado original y de todos los males del mundo es nada más y nada menos que Eva, para algunos mejor conocida como la mujer de Adán o la famosa primera pecadora.

¿Qué habría pasado si Eva no hubiese caído en la tentación de probar la manzana? No existiría el pecado, el sufrimiento y la muerte en el ser humano. Es increíble como hasta los no creyentes conocen esta historia que a lo largo del tiempo se ha usado como cimiento en el sentimiento de culpa con el que debemos cargar las mujeres.

Así como hoy recae en las madres la culpa del machismo porque ellas son las responsables de criar a los hijos o la obligación de velar por la concepción, porque la que se queda embarazada es la que se hace cargo.

Y como todo siempre termina por ser nuestra culpa, debemos mantenernos dentro de esos estándares de comportamiento y obediencia que determinan si somos malas o buenas mujeres.

Porque si hablamos de un mundo justo ¿Por qué la mujer carga sola con la responsabilidad de temas que competen a cualquier persona indiferentemente de su género?

Se nos culpa por el embarazo no deseado, por disfrutar disfrutar la sexualidad, por no querer ser madres, y a las madres porque salen a trabajar y dejan solos a los hijos.

La culpa está ahí y todas las personas la viven. Pero la que siente una mujer siempre será mayor y menos pasajera que la de un hombre. Para ellos existe el perdón, para ellas el reproche.

Aunque Adán también probó la fruta, todo recae en la pobre Eva, porque ella lo provocó.

En este círculo vicioso de culpa con culpa también se nos hace responsables por provocar a los hombres que después se creen con el derecho de tomar nuestros cuerpos como si fueran de su propiedad. Por esto la impunidad se ha convertido en la nueva normalidad.

De hecho, ni siquiera hay datos oficiales sobre la cantidad de feminicidios y casos de abuso contra la mujer en Venezuela. Aunque muchas ONGs se esfuerzan en hacer un diagnóstico estimado, los representantes del gobierno se reportan solo unas pocas veces al año para hablar de algunas causas procesadas.

Así nos preocupamos por llevar la culpa y también por cuidarnos en un ecosistema en el que las paredes de las universidades amanecen empapeladas con carteles que señalan que las víctimas son  producto de un ciclo hormonal, donde las mujeres aparecen muertas después de días desaparecidas, en el que no se escuchan los gritos de denuncia y donde las puertas de la justicia nunca se abren.

Condenadas a ser víctimas de los acontecimientos y además de los reproches. Porque sí, en este mundo todavía hay que aclarar que en los casos de violencia de género la víctima no es la culpable.

Al final de todo me atrevería a decir que de lo único que tenemos culpa, es de creer que siempre tenemos la culpa.

Salirse del patrón no nos hace malas mujeres, solo humanas, con la misma capacidad y derecho para equivocarnos que cualquier otra persona. Así que la culpa no tiene por qué guiar la narrativa de nuestras vidas, el primer paso es hacerlo consciente.

Es imposible vivir sin culpas, pero el camino para aprender a gestionarlas no es tan difícil como nos quieren hacer creer.

Las opiniones expresadas de los columnistas en los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan los puntos de vista de Feminismoinc o de la editora.

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