Estoy en muchos grupos en distintas redes sociales. Muchos de ellos de mujeres con quienes comparto inquietudes por la lucha en favor de nuestros Derechos, pero también converso con muchas otras mujeres en torno a variados hobbies e intereses. En uno de esos chats, el de mis compañeras con quienes bailo Zumba, una de ellas postea este mensaje:
…“Desaprender. Sacarnos de la cabeza aquellas tantas palabras que nos dijeron y que nos jodieron la vida, que somos feas, que somos gordas, que somos demasiado delgadas, que no tenemos «buen cuerpo» que si nuestra nariz o si nuestro cabello, o nuestras piernas o nuestras manos, que somos inútiles, que no sabemos hacer nada bien, que si somos demasiado tontas o ingenuas o que somos unas putas, o pendejas o cualquier otro insulto patriarcal, que si fue nuestra culpa, que si nos lo merecíamos, que si nosotras nos lo buscamos, que si nosotras lo permitimos, que si fue nuestra culpa otra vez, porque ¡esa como duele!
…Que si nunca fuimos suficiente o si nunca hicimos lo suficiente, que si las malas notas, que lo que nos faltaba, que si cualquier cosa.
…Desaprender, y volver a creer que somos fuertes, que somos poderosas, que somos imparables, que somos talentosas, que somos importantes, que somos maravillosas, que somos perfectas tal cuál somos, que la belleza es un constructo y que cada una de nosotras somos hermosas, sin más.
…Desaprender y abrazarnos a nosotras mismas, recuperar la confianza y la libertad que nos arrebataron, recuperar las ganas de volar que teníamos cuando éramos niñas, volver a reír hasta que nos duela la panza, volver a confiar, volver a creer, volver a soñar, volver a dibujar un cielo azul o nublado o lo que nos guste más.
…Desaprender y volver a sonreírnos al espejo, volver a enfrentar nuestros miedos, volver a volar. Desaprender, desaprender que no somos todo lo malo que nos dijeron que éramos y volver a empezar, pero esta vez más conscientes, más valientes, más fuertes… Autor desconocido”.
Como a muchas de Ustedes, ese escrito me pareció una belleza. Y si me permiten enriquecerlo, luego de tantos años trabajando por los derechos humanos de las mujeres y de tener como Maestra a Evangelina García Prince, puedo decir que toca también Desaprender que las demás mujeres son la “competencia”, el punto de comparación, la “otra”, la “perra esa” y que como mujeres compartimos una historia, un presente y un futuro que habla de que la igualdad entre hombres y mujeres sólo podrá ser un hecho en más de 130 años.
Toca aprender que el goce de derechos no es privado, sino colectivo. De nuestras mujeres y niñas depende de que nos entendamos a todas como un todo, pero a la vez con atención a las diferencias de origen étnico, estatus social, grado de instrucción, discapacidad, entre otras intersecciones, pues no todas tenemos acceso a los mismos derechos en la misma medida.
Pero lo más importante: toca aprender que debemos apoyar, aupar, amadrinar, mentorear a otras mujeres para que puedan alcanzar sus objetivos y que hay que cuidarnos las unas a las otras como un compromiso de vida. Que la sororidad, así como la fraternidad, tiene su propio ethos y que las mujeres tenemos que aprender de nuevo a vivir siendo hermanas.
Las mujeres de ese hermoso grupo donde compartimos tantos mensajes empoderadores, sabemos todo eso. Y de forma instintiva y natural lo practicamos casi sin tenerlo plenamente consciente. Aprendemos y desaprendemos.