Tiendo a ser optimista. Quizás por la educación que recibí desde niña, marcada siempre por la espera de finales felices donde los buenos le ganan a los malos y una vida llevada con cierta liviandad existencial. Al principio, por la creencia de que hay un Dios que todo lo ve. De mayor, más atea y fiel a la idea de que los sistemas de justicia, la ley y el orden se imponen tarde o temprano. Y con esa mirada positiva quiero entender el momento histórico que, desde el feminismo, estamos viviendo.
En este 2022 salimos a medias de una pandemia cuyas consecuencias y cambios en nuestras vidas aún no calibramos totalmente. Entramos, al menos comunicacionalmente, en la guerra de Ucrania y Rusia, conflicto que no pareciera igual a otros del pasado reciente, con riesgo de escalar a toda Europa y el resto del Mundo. El cambio climático, tan anunciado y poco creído, se hizo sentir en forma de tormentas, inundaciones, récords de aumento en la temperatura en muchas zonas del planeta, inundaciones, sequías y hambrunas. Vimos cómo en Oriente Medio se intensificaron las persecuciones a la oposición política a los regímenes islámicos, especialmente en Afganistán, recuperada por los talibán para su causa aislacionista y terriblemente discriminante para las mujeres e Irán, donde se juega buena parte del futuro de los derechos de las mujeres y niñas en la región.
Dictaduras latinoamericanas continúan atornilladas al poder, como en Cuba, Nicaragua y Venezuela, intensificando la represión a las disidencias y a la libertad de expresión. Se celebró un mundial de fútbol en Qatar, uno de los países más irrespetuosos de los derechos humanos, sin que eso fuera cuestionado por las inmensas mayorías que viven ajenas a las vulneraciones que se hacen a mujeres, homosexuales y migrantes.
En materia de derechos humanos de mujeres, fuimos testigos del increíble retroceso al aborto legal y seguro en los Estados Unidos, supuesto país bastión de libertades y ejemplo para muchos. Se incrementó la tasa de femicidios y abusos sexuales en todo el mundo. La industria de la pornografía, prostitución, trata, alquiler de vientres y otras formas de explotación sexual continúan en auge, sin que los estados legislen a favor de su abolición, usando eufemismos manipulativos de empoderamiento y libertad individual. Las reacciones misóginas ante el avance del feminismo radical se hacen cada vez más fuertes, logrando cancelar y borrar los aportes históricos que muchas activistas consiguieron para todas en materia de derechos basados en el sexo. Cosas del patriarcado.
Vientos de cambio
En medio de todo este retroceso, conflicto y oscuridad, buscar lo que sí funcionó y aportó positivamente a la causa de la igualdad entre hombres y mujeres, al aumento de la libertad y el progreso con justicia para todas las personas en este mundo, forma parte de un ejercicio consciente, voluntario, imprescindible para no bajar la guardia y colgar los guantes.
Así, paralelamente a todas estas tragedias, podemos tomar nota de sucesos que alimentan nuestra fe en el mundo de las posibilidades feministas: las iraníes protestaron la agresión sexual y posterior muerte de una activista por los derechos de las mujeres y su protesta luego derivó en un desafío colectivo contra las autoridades de una teocracia patriarcal, quitándose el velo que son obligadas a llevar para proteger el temor de los hombres a ser dueñas de sus vidas y sus cuerpos. Primeras ministras de países desarrollados defienden espacios de convergencia más allá de su género.
Se promulgó la despenalización del aborto en Argentina, logrado también en seis ciudades en México. En algunos países se eliminó la tasa impositiva a los productos de higiene menstrual y se están haciendo con más frecuencia encuestas de uso del tiempo, medición de brecha salarial y levantamiento de datos que demuestran la injusta carga que la mayoría de las mujeres llevan, muchas veces en solitario y que, de manera sistemática, son la causa de su exclusión y minusvalía en las dinámicas de producción y liderazgo político o técnico-científico.
La buena noticia es que vemos cómo emergen cada vez más organizaciones con el propósito de denunciar estos abusos para desnaturalizarlos, para destacar sus indicadores y relaciones, logrando influir en públicos escépticos a partir de cada vez más abundantes evidencias en torno a estas construcciones sociales que vale la pena repensar y mejorar.
Nuestro grano de arena
Con una voluntad y resistencia que rayan en la terquedad, durante este 2022, muchas organizaciones no gubernamentales en Venezuela e Iberoamérica nos hemos unido solidariamente para incidir en el espacio de las políticas públicas, creando cada vez más conciencia feminista y ampliando nuestros radios de acción. Nuestro objetivo es posicionar el tema de los derechos de las mujeres en las agendas de los principales interlocutores sociales y políticos en la Región.
Ejemplo de ello fue nuestra participación en diversos proyectos de investigación realizados para dimensionar el fenómeno de los cuidados, los factores que aceleran y frenan la carrera profesional de las mujeres, las percepciones en torno al embarazo adolescente en Venezuela y la situación de las mujeres en el país. Realizamos capacitaciones dirigidas a transversalizar igualdad de género en organizaciones de la sociedad civil en Venezuela, así como en el liderazgo político y en instituciones gubernamentales. Algunas de estas actividades las hicimos en alianza con organizaciones internacionales que demuestran, desde sus líneas de financiamiento y cooperación, cada vez más sensibilidad con esta problemática y coinciden en la imposibilidad de construir desarrollo sin propiciar un nuevo esquema de relaciones entre hombres y mujeres.
Apoyamos la edición de publicaciones dirigidas a acompañar sobrevivientes de violencia sexual, guías para organizar paneles de discusión inclusivos y un manual para trabajar empoderamiento dirigido a activistas en comunidades precarias. Publicamos reportes, artículos de opinión, ensayos con muchas firmas y colaboraciones, con el fin de mantener nuestra agenda viva. Continuamos impulsando la adopción de principios de empoderamiento de la mujeres de Naciones Unidas por parte de empresas del sector privado, haciendo alianzas con cámaras y organismos multilaterales de cooperación. Participamos en eventos internacionales, foros regionales y entrevistas en medios para amplificar el impacto de nuestro mensaje principal: que este movimiento es indetenible y avanza más rápido de lo que pensamos, sin ningún lugar a dudas.
Esperanza infinita
Llega un nuevo año y en la víspera, revisamos logros, pero sobre todo fijamos metas y hacemos promesas. Las mías, las de siempre, seguir aportando tiempo y otros recursos, todos los que pueda y tenga, para que ninguna mujer, niña o adolescente, se quede atrás. Tenemos el privilegio de estar viviendo momentos críticos para nuestro movimiento y estas son buenas fechas para que las personas que creemos en las transformaciones culturales renovemos nuestra energía e ilusión en torno a sus compromisos. ¡Bienvenido 2023!