Era de tarde en la Plaza Serrano de Palermo, Argentina. El sol brillaba en una calle que se encontraba apacible por la calma de un día feriado mientras dos hombres se encontraban fuera de un Volkswagen Gol tocando guitarra. Lo que no sabían quienes pasaban por allí es que esos acordes no buscaban entretener, sino opacar el ruido de gritos. Por un tiempo nadie se imagino que en lugar de tomar el sol, estos muchachos le servían de campana a otros cuatro amigos que se turnaban para violar a una mujer de 20 años que habían drogado.
Los vecinos de la zona por fin se dieron cuenta. Gritaban desde sus ventanas “¡Violadores!” intentaron parar la situación, retuvieron a los agresores y llamaron a una policía que se tardó en aparecer. Cuando por fin llegaron los efectivos, encontraron a una mujer que ya no tenía fuerzas ni para gritar, desvanecida, prácticamente inconsciente. Los causantes de este daño fueron 6 hombres de entre 20 y 24 años:
- Ángel Pascual Ramos.
- Tomás Favian Domínguez.
- Lautaro Dante Ciongo Pasotti.
- Ignacio Retondo.
- Franco Jesús Lykan.
- Steven Alexis Cuzzoni.
Estos violadores tienen cara y nombre, los testigos de este hecho atroz se encargaron de fotografiarlos y difundir esos seis rostros desafiantes y carentes de culpa en todas las redes sociales. Pero aunque en este caso los culpables están perfectamente identificados, la responsabilidad no es solo suya.
Toda la sociedad que culpabiliza a la mujer y justifica el comportamiento del hombre como “instintivo” es cómplice de este tipo de hechos, que se repiten día tras otro con el consentimiento de un sistema lleno de cómplices.
El primer acto de justificación es catalogar al hombre que viola como enfermo mental. Sol Despeinada, médica y docente, explicó a infobae que ninguna droga o enfermedad hace violar personas, sino que se trata de una grave consecuencia de la arraigada cultura machista que predomina en la sociedad.
Se puede encontrar una prueba contundente de esta afirmación si se da un vistazo a la cantidad de violaciones grupales que han tenido lugar en Argentina en el transcurso de los últimos dos años.
En enero de 2020 una reunión entre amigos en Mendoza terminó con una joven de 21 años abusada por 4 hombres. Para agosto de 2021 una niña de 16 años denunció a la justicia una violación grupal, cuatro hombres quedaron detenidos, uno de ellos pertenecía al círculo íntimo de la víctima. Solo dos meses después, en octubre de 2021, una joven fue interceptada en la vía pública por tres hombres, quienes la llevaron a una zona en construcción para abusar de ella y golpearla.
La cantidad de casos de violación grupal traspasa las fronteras argentinas. En Uruguay, la denuncia de una violación grupal de una mujer de 30 años estremeció por completo al país. También, España todavía arrastra los recuerdos dolorosos de la agresión sexual a una joven de 18 años perpetrada por los seis hombres que conformaban La Manada en Pamplona, durante el año 2016. Graciela Atencio, directora de la web Feminicidio.net, recordó en La Vanguardia que este fue el video más buscado en el ámbito porno.
En la India las mujeres también deben luchar a diario con la lacra de la violencia sexual. La Oficina Nacional de Registros Criminales indica que un año se llegan a denunciar 90 violaciones diarias, un número que podría ser aún mayor si se incluyesen los casos que permanecen ocultos.
Estos datos se mantienen en alza aún después de que cuatro hombres fueron ahorcados como sentencia por la fatal violación de una estudiante en un autobús en Delhi. Aunque este caso provocó importantes cambios en las leyes del país, los delitos de este tipo no disminuyen.
Ante un escenario en el que los gritos de auxilio no logran acallar la violencia, nosotras solo conservamos la etiqueta de víctimas. Ahora tenemos voz y estas agresiones han ganado visibilidad, sin embargo, las violaciones grupales no parecen disminuir, mucho menos detenerse. Ni siquiera la protección de la luz del sol puede salvarnos de los actos de hombres racionales que el mundo se empeña en tratar como animales y calificar de manada. Mientras se mantenga este pensamiento, no nos queda otra opción que seguir denunciando.