Gracias a los avances tecnológicos y médicos los seres humanos ahora vivimos más, sin embargo, en muchos países se observa como el envejecimiento y la salud en la tercera edad está desatendida y sin investigaciones diferenciadas por sexo.
Ante esta realidad conversamos con Sofía Rodríguez Araña, psicóloga especialista en ciencias biológicas y quien es asistente de investigación del Panamá Aging Research Initiative (PARI) del Centro de Neurociencias del Instituto de Investigaciones Científicas y Servicios de Alta Tecnología de Panamá (Indicasat).
Rodríguez Araña nació en Venezuela pero es parte de los casi 60 mil venezolanos que viven en el país centroamericano según cifras de la plataforma Refugiados y migrantes de Venezuela (R4V). Su camino en el Indicasat, nos cuenta, empezó con un voluntariado en 2019 que luego se materializó en una posición remunerada y fija.
“Tenía proyectado hacer mi maestría en 2020, pero cayó la pandemia y mi abuela tuvo cáncer, entonces me tocó ejercer de cuidadora. En ese interín, me contrataron y empecé a trabajar como coordinadora de proyectos y me quedé. La tercera edad me interesa porque amo a mis abuelos y realmente fue un impacto muy grande cuando los vi después de varios años sin ir a Venezuela. Si bien sabía que mi abuelo tenía Parkinson, no lo había visto tan deteriorado. Él era pintor y restaurador de artes y ya no podía hacer nada. Me quedé con eso dentro y el interés de estudiar el envejecimiento vino porque ahora, gracias a la medicina, vivimos más pero también convivimos con más enfermedades crónicas y más estrés. La modernidad no nos está dejando vivir realmente bien. En Indicasat uno de los objetivos que tenemos es responder a la pregunta «¿cómo podemos hacer un envejecimiento exitoso?«, detalla.
Vivir más, vivir mejor
El Indicasat destaca porque la mayoría de las científicas e investigadoras del centro son mujeres. Un hecho que debe celebrarse pues en las áreas STEM aún prevalecen muchos prejuicios. Un claro ejemplo fueron los premios Nobel de este año donde ninguna mujer fue galardonada en medicina, química, física ni economía.
“Existe la idea, o el estereotipo, de que las mujeres estudiamos la ciencia de las personas porque nos importan las personas y los hombres estudian la ciencia de las cosas porque no están tan en contacto con las emociones. En Panamá afectó mucho la pandemia porque había muchas mujeres listas para ascender o mantenerse en el Sistema Nacional de Investigación, pero les tocó ejercer como cuidadoras por ser mamás, abuelas, tías o hijas y gestionar todo en sus casas porque sabemos que las cargas no se comparten”, manifiesta.
La especialista indica que el enfoque diferenciado por sexo es necesario puesto que las mujeres vivimos más pero con más enfermedades como el Alzheimer. De hecho, un análisis elaborado por la organización Memoria y Salud y el Indicasat revela que por cada hombre hay dos mujeres diagnosticadas con esta enfermedad y algunas de las causas son la disminución del estrógeno a mayor edad y la carga mental – doméstica vivida que deteriora cognitivamente.
“Tenemos muchos estudios andando y una de las cosas que notamos es que la mayoría de quienes participan son mujeres porque a los hombres no les gusta participar en estudios de salud, especialmente si se les están haciendo preguntas de memoria o de funcionalidad porque entonces se quedan en shock ante la realización de estar envejeciendo. Otro hecho importante es que las mujeres tenemos problemas de salud ocupacional diferentes. Las mujeres mayores que ejercieron como amas de casa exclusivamente tienen peores resultados de cognición global, función ejecutiva e independencia, también tienen más depresión y más enfermedades crónicas. En Panamá todavía hay una brecha salarial significativa y de ocupaciones. Esa población de mujeres nos preocupa muchísimo”.
Otro de los datos que Rodríguez Araña comparte es en referencia a un estudio que analiza la brecha de escolaridad entre las mujeres que trabajaron dentro del hogar y fuera de él cuyo objetivo era determinar si la complejidad ocupacional y el nivel de educación eran factores que podrían influir en la cognición puesto que en otras investigaciones se ha determinado que sí.
“Descubrimos que las amas de casa de nuestra muestra estudian, en promedio, unos seis o siete años y las mujeres que pudieron entrar a un trabajo fuera de hogar y que tuvieron una carrera tienen unos trece años de escolaridad, es una grandísima diferencia”.
Percepción vs realidad
La psicóloga asegura que los hombres reportan ser más independientes, hacer más actividades y ser más activos, pero que esto no es del todo así pues al analizar las actividades de la vida diaria no son tan independientes.
“Ellos dicen que son más activos, pero realmente no lo son y con las mujeres, al revés. Ellas dicen que están peor, que no están haciendo nada bien, que no son tan activas, pero luego ves sus índices de independencia y son sumamente independientes y capaces”.
En opinión de Rodríguez Araña es fundamental que los países inviertan en programas de salud mental en todos los rangos de edad porque es pensar y apostar en sociedades más saludables pues se ha comprobado que “lo que más afecta la cognición de las personas mayores es la depresión, tener por lo menos un síntoma de depresión hace más posible que se tenga deterioro cognitivo”.
Finaliza asegurando que estar en una institución como el Indicasat le ha cambiado la vida pues está cumpliendo su propósito de trabajar por algo más grande.
“He aprendido mucho de todas estas lideresas de la ciencia porque son una fuente de sabiduría. Poder compaginar el trabajo con la maestría en neuropsicología es una bendición. También ha sido materializar el propósito de inspirar a las nuevas generaciones con actividades como las que realizamos cada 11 de febrero, que es el Día de la mujer y la niña en la ciencia, donde juntamos a niñas con científicas para que conversen, pregunten y compartan”.