Son muchos los desafíos que enfrentamos las mujeres, no existe un solo tipo de mujer, somos tan diversas y diferentes, que allí está precisamente nuestra riqueza, por ello, existen diferentes feminismos, unidos todos por un mismo hilo conductor, que es el avance de los derechos de todas las humanas, han servido para el enriquecimiento de la teoría feminista, del activismo, transformando la realidad, favoreciendo por ejemplo la misma creación de ONU MUJERES y la obligación de comprender y transversalizar el enfoque de género, interseccional, entre otros, para el análisis de diferentes situaciones en el mismo contexto humanitario.
Ante las diferentes demandas existentes, desde el reconocimiento de los derechos sexuales, derechos reproductivos, la despenalización del aborto, la visibilización y la necesidad de un abordaje integral de todas las formas de violencias de género, desde el acoso sexual callejero, la explotación sexual, hasta las formas más extremas como la trata de niñas y mujeres, y los distintos tipos de feminicidios, entre otras formas de violencias que han mostrado la necesidad de fortalecer los distintos Sistemas de Administración de Justicia, con verdaderas políticas judiciales basadas en enfoque de género e interseccional.
Pero ¿Cómo hemos logrado todo? Con unión en la diversidad, como bien lo señala Ciriza, Alejandra a los procesos de construcción de vínculos entre las jóvenes que se han ido incorporando al movimiento al calor del Ni una menos, de los paros internacionales de mujeres y de los últimos avatares en la lucha por el derecho al aborto, y las veteranas activistas feministas fogueadas en procesos largos (Ciriza, Alejandra, 2020, p. 146), todo ello ha sido un choque, pero que ha implicado una cierta continuidad en la presencia pública y ha abierto umbrales de visibilidad respecto de temas considerados irrelevantes hasta no hace demasiado tiempo, como el acoso callejero; o sencillamente impronunciables e incluso estigmatizantes, como el aborto (Ciriza, Alejandra, 2020, p. 147), hoy cada día nuevos Tribunales Supremos de Justicia se pronuncian a favor de la despenalización del aborto, pero también se registran retrocesos.
Como bien lo afirma Ciriza, Alejandra, la irrupción de las jóvenes se suele presentar como una suerte de salto abrupto, sorpresivo, novedoso: la revolución de las hijas, de las pibas, que ha sido masiva, desafiante, repentina, le agregaría creativa, pero la misma no ha sucedido en el vacío, no se puede borrar o desconocer la historia de los movimientos feministas, como si las jóvenes hubiesen emergido sobre un terreno social y político vacío, hijas del azar y no del complejo entramado de las genealogías feministas, precisamente esa irrupción se inscribe en una trama a la vez que la transforma (Ciriza, Alejandra, 2020, p. 149), con la irrupción de las / les jóvenes y la continuidad en las calles, generándose una suerte de inversión del mapa: las iniciativas internacionalistas parten de los sures movilizando en contra de la violencia patriarcal, generalizando en el continente la lucha por el derecho al aborto, agitando las banderas de paros internacionales que ligan la violencia corporal y emocional y explotación laboral (p. 151).
Los movimientos virtuales de #MiPrimerAcoso y #MeToo son ejemplos muy claros de cómo esta nueva generación de mujeres ha podido sacar a la luz un fenómeno que se mantenía en la oscuridad de una experiencia personal vergonzante y compartirla con miles o millones de mujeres que sufrían el mismo tipo de agravio, sólo por el hecho de ser mujeres, volviendo colectivo un problema que estaba individualizado y normalizado, logrando romper con el silencio que caracterizaba a la violencia machista (Buquet, Ana, 2022, p. 14), especialmente las violencias sexuales.
Más todas las formas de agresión sexual con las que las mujeres jóvenes deben lidiar en su vida cotidiana en las calles, el transporte y las aulas universitarias. Ni el espacio público ni el privado son lugares seguros para las mujeres. Este siglo XXI está marcado por uno de los problemas más fuertes y profundos que viven las mujeres de casi todo el mundo: la violencia de género (Buquet, Ana, 2022, p. 12).
Encontrar nuevas formas de organización, sin liderazgos ni protagonismos jerárquicos, también ha sido parte de la búsqueda de las feministas de esta cuarta ola, este cambio de posición frente a los movimientos sociales tradicionales (en cuanto al liderazgo masculino) ha sido una característica muy notable de las estudiantes universitarias que se renombran, no solo buscando el posicionamiento de los movimientos de mujeres con su propia identidad, al llamarse colectivas, sino construyendo relaciones internas de carácter más horizontal, de empatía con sus otras compañeras y en la lógica de que todas pueden hablar y ser escuchadas (Buquet, Ana, 2022, p. 21), sin reproducir las estructuras tradicionalmente patriarcales, que se caracterizan por el establecimiento de jerarquías.
Destacándose iniciativas como de “Las Tesis”, que reunió a miles o millones de mujeres a nivel mundial con un cántico que ha tenido mucho impacto, más allá del territorio chileno, cuya letra habla por sí misma: “Y la culpa no era mía, Ni donde estaba ni como vestía. El violador eres tú. Son los pacos, los jueces, el Estado, el Presidente. El Estado opresor es un macho violador” (Barranco, Dora, 2022), visibilizando una de las formas de violencias sexuales más atroces que suele quedar impune, como lo es la violación sexual, con creatividad y arte hicieron llegar el mensaje.
En este sentido, indudablemente el movimiento feminista, variopinto e insurrecto, es el movimiento social más importante, es decisivo el reconocimiento de las genealogías que hicieron posible su emergencia, del mismo modo que su carácter tenso y la tentativa de mostrar las tramas de visibilidad e invisibilidad que las condiciones en las que se teje generan. Si la cuestión de las identidades goza hoy de un destaque amplio, otros asuntos, como las relaciones entre capitalismo y patriarcado han pasado a ocupar un lugar escasamente perceptible, incluso para quienes son portadoras de tradiciones subalternizadas, no digamos ya para las liberales, para las cuales todo se juega en la idea de libertad como elección, aun cuando se digan sororas y traigan a colación a nuestras ancestras… debidamente indiferenciadas y expurgadas de sus robustas tradiciones de izquierda (Ciriza, Alejandra, 2020, p. 155), por ello, la sororidad no es una moda, no es una palabra utilizada como un edulcorante, debe ser un compromiso de vida, desde lo interno a lo externo.
Comprendiendo que todo conocimiento es geopolítico, las dinámicas centro-periferia que rigen las producciones de conocimiento, a reconocer los centros en las periferias y las periferias en los centros, planteando desafíos y retos que no son fáciles de atravesar, pero que sus aportes nos pueden llevar a andar caminos más justos, más comprensivos, más solidarios y más críticos (Oyhantcabal, Laura, 2020, p. 112).
Un ejemplo de ello, las mujeres negras/afrocolombianas se han venido construyendo desde el legado de sus ancestras cimarronas y palenqueras un feminismo que cuestiona los planteamientos universalistas del feminismo eurocéntrico y andinócéntrico, transformándolo y enriqueciéndolo, redefiniendo términos como género y patriarcado desde las circunstancias locales y los contextos particulares para que estas investigaciones no terminen constatando, lo que ya todas sabemos, que estas mujeres son oprimidas por estructuras patriarcales, siendo el feminismo pionero en el cuestionamiento al positivismo de la ciencia; sin embargo, las investigadoras feministas caen en él cuando no revisan su marco teórico inicial, estructurado por la teoría feminista, provenga ésta de donde provenga, a partir de los resultados del proceso de investigación, en este camino de revisión y adaptación permitiría enriquecer el feminismo con categorías nuevas, surgidas de las experiencias locales y del reconocimiento de las múltiples estructuras de poder que actúan sobre las mujeres negras, indígenas, campesinas, populares, no heterosexuales (Lozano, Betty, 2010).
Aunque todavía tenemos muchos desafíos y demandas que aún no han sido cumplidas, lo cierto es que las mujeres unidas en la diversidad, el respeto, reconociendo, valorando y enriqueciéndonos de las diferencias, asumiendo la sororidad como un compromiso de vida, podemos seguir avanzando por un mundo libre de todas las formas de violencias de género, más justo.
Referencias:
- Barrancos, Dora y Buquet, Ana (2022). Mujeres Movilizadas en América Latina.
- Ciriza, Alejandra (2020). TRAMAR/URDIR/ANUDAR GENEALOGÍAS FEMINISTAS SITUADAS. LOS DESAFÍOS DEL ESPACIO Y EL TIEMPO.
- Oyhantcabal, Laura (2020) LOS APORTES DE LOS FEMINISMOS DECOLONIAL Y LATINOAMERICANO.
- Lozano, Betty (2010). El feminismo no puede ser uno porque las mujeres somos diversas. Aportes a un feminismo negro decolonial desde la experiencia de las mujeres negras del Pacífico colombiano.