España, 1913. Las mujeres no tenían derecho al voto, eso llegaría en 1933. No podían obtener documentos como el pasaporte sin el permiso de su padre pues la igualdad ante la ley llegaría en 1978. Divorciarse no fue posible hasta 1981 y el derecho a decidir sobre su cuerpo para interrumpir un embarazo no llegó sino en 2010.
A principios del siglo XX las mujeres eran consideradas meros objetos decorativos cuyo destino, porque no podía llamársele vida a eso, era elegido casi desde el nacimiento: crecer, casarse y dar muchos hijos. Pero no todas querían transitar ese camino, las rebeldes como les denominaban muchos siempre han existido y aunque la historia ha insistido en ocultarlas hoy en día a través de la pantalla podemos conocer más de ellas, tanto las reales como las ficticias para así inspirarnos e impulsarnos.
Desde hace poco más de un año la actriz Carmen Asecas ha podido dar vida a una de ellas: Catalina de Luján en “La Promesa”, serie dramática de Radio Televisión Española (RTVE) que se transmite de lunes a viernes en La 1 a las 4:30 pm. Conversamos con ella para abordar cómo ha sido su proceso al interpretar a una mujer joven de ideas avanzadas para esa España de 1913 con todos los juicios y desafíos que enfrenta solo por decir lo que piensa.
Catalina es una joven de clase alta en Andalucía que desea dirigir y ser responsable de su finca y los negocios de la familia pero está impedida de hacerlo a pesar de ser la hija mayor solo por ser mujer. No le interesa buscar un pretendiente ni asistir a eventos sociales pues sus ideales son otros: estudiar, trabajar y conocer el mundo. Es determinada, inteligente, una líder nata y aboga por la justicia social pues a diferencia de la mayoría de sus familiares cree en la igualdad.
Asecas, que nació en Alaska (EEUU) pero ha vivido la mayor parte de su vida en Valencia, España, asegura sentirse muy en línea con su personaje desde el primer guion que leyó y que el grabar sus escenas es una forma de terapia “para poder soltar desde un lugar creativo cosas que las mujeres seguimos arrastrando en una mochila. Mucha rabia, mucho desconsuelo por el hecho de que no nos escuchen y que nos aparten.”
La actriz que cuenta con estudios de Arte Dramático, Danza Contemporánea y Teatro nos comenta que solo hizo casting para interpretar a este personaje. “Fui directamente a ella y cuando leí el primer guion que me dieron era también la primera escena en la que sale Catalina, es decir, su presentación en la serie.”
“En esa escena ella está discutiendo con su padre contándole que los jornaleros también tienen derecho a cobrar un sueldo. Un discurso de lucha de clases, eso me emocionó porque yo me siento muy en ese discurso pues vengo de hacer teatro político, con unas ideas muy marcadas y a pesar de que me desmarqué un poco de ahí vengo de beber de esa corriente del teatro crítico. Entonces me conecté enseguida con ella. Entendí desde qué rabia hablaba, desde qué sensibilidad cuenta las cosas, que ella ve que todas las personas son iguales, esa lucha de clases constante de la que me siento súper partícipe. De no entender que existan personas que seamos más que otros o que unos estén por encima de mí me cuesta aceptarlo. Mi personaje es muy sensible, tiene mucho amor a la tierra, no se queda solo en el discurso sino que obviamente hay una profundidad para que ese discurso salga adelante”.
Añade que si bien lo que vive diariamente su personaje no pasa con tanta frecuencia hoy en día, todas de alguna forma hemos estado en sus zapatos.
“En La Promesa me siento muy libre, es un espacio de libertad y pienso que hacía falta que se viesen series donde el peso lo tengan las mujeres. Ya está bien que sean señores los que escriban las historias y no nos den lugar a nosotras, que las mujeres también tenemos muchas cosas que contar y desde lugares muy distintos, que tenga cabida todo.”
Respecto al auge de personajes que son referente y un ejemplo feminista señala que son necesarios pues “es el momento que se vean esas nuevas realidades y siento que llegará un momento en que podremos dar un salto y que ya no haga falta hablar de esas mujeres empoderadas sino que eso sea algo normal. Estoy deseando que, al igual que con el colectivo LGTBI no haga falta explicar ni mostrar estas realidades. Que no sea siempre lo hegemónico sino que exista diversidad y que se vea como algo normal. Eso es a lo que hay que aspirar.”
Ver y aprender
Al igual que Catalina, Carmen también quiere dirigir, no una finca sino un equipo de producción pues expresa que le encantaría y tiene muchas ganas de estar detrás de las cámaras.
“Me da mucho miedo porque existe mucha responsabilidad en ser el director de orquesta, llevar a tantas personas y tener una idea clarísima, pero siempre me ha llamado mucha atención y tengo ganas de contar mis propias historias. Hay varios cortos en la cabeza que quiero escribir y dirigir que van muy encaminados por esa parte crítica, que siempre me ha gustado. Es necesario que siempre haya un ojo crítico. Ahora tengo que observar y escuchar para luego decir, de momento tengo que aprender mucho.
En esa línea, reconoce que La Promesa ha sido una gran escuela pues el elenco lo componen actores y actrices veteranos y nuevos talentos. “Es muy especial ver como nos enseñan y lo ponemos en práctica los jóvenes. El equipo de trabajo es tan bonito, tan cariñoso y así todo funciona porque lo importante es el equipo”.
Carmen comenta que una de las cosas que más disfruta hacer en su tiempo libre es bailar. “Me encanta, me conecta conmigo misma el movimiento, pintar y cosas que me activen otras partes de la cabeza porque como hay que estudiar tanto y es tan frenético el ritmo de trabajo me tengo que nutrir de cosas que me ayuden también a estar fresca y dispuesta.”
Al preguntarle sobre qué podemos esperar de Catalina de Luján en próximos episodios indica que los obstáculos seguirán pues aunque maneje la finca de forma encubierta y la busquen desestabilizar, “nunca va a perder las ganas y la fuerza en ningún momento”.
Esa fuerza, finaliza, es la que muchas veces tantas mujeres han tenido que utilizar para sobrevivir en este mundo hecho por y para hombres.
“Hay quienes tienen que aferrarse a la energía masculina violenta de plantarse, de intentar ser más poderoso que nadie y si bien las mujeres podemos tener esa energía, hay una fuerza preciosa que la sociedad suele olvidar que es la sensibilidad y la creatividad, y éstas se nos han capado todo el rato. Muchas mujeres tenemos que enfrentarnos a un mundo de hombres poniéndonos el escudo de un hombre, hablar de cierta manera, discutir, argumentar y ser muy concretas porque sino no nos escuchan.”