Ojo, este texto incluye spoilers. Está dirigido a personas que ya vieron la película.
Vi la película “Barbie”. En general me gustó, pasé un buen rato, sin maravillarme. Me gustó la cinematografía, la capacidad de traducir a lenguaje visual un mundo que, desde la mirada infantil, da vida a lo estático. Siempre he envidiado un poco el tipo de imaginación que permite dinamizar lo estático para jugar. Yo puedo considerar y recrear historias en mi imaginación, pero para hacerlo no me ayudan o me ayudan muy poco los muñecos y otras representaciones estáticas, quizá con la excepción, sin pasión, de los legos o de lo que requiera ser armado, que me parece un poco más dinámico, tampoco mucho.
No imaginé que esta peli fuese un musical, a mí me cuestan los musicales, me caen pesados, entiendo que forman parte histórica del estilo de esta industria en EEUU, pero yo lo disfruto muy poco, no creo que haya “gozado” de más de cuatro o cinco películas musicales en toda mi vida: me vienen a la mente The Wall, Walk the Line o Across the Universe.
El guion me dejó un sabor agridulce. Tiene detalles que aportan explicación potente sobre asuntos complejos de manera muy simple y, por otro lado, tiene largos discursos políticos de perspectiva de género que parecieran poner en duda cualquier posibilidad de un procesamiento tan sencillo como el que se ha demostrado en otros pasajes de la película o, quizá, han sido presentados como empeño en dejar testimonio discursivo casi ajeno a la dinámica de la película, como si alguien hiciera la interpretación política de la película dentro de la película.
Creo que el verdadero poder de Barbie como narración está en el sentido contrario al de plasmarlo en discurso, está en esa traducción más propia del lenguaje del cine. Porque no es tan fácil hoy en día navegar en la terminología derivada de la perspectiva de género y, más allá del posicionamiento filosófico o ideológico de cada quien, aplicar esos elementos en ejemplos sencillos y muy gráficos es difícil.
Esta peli lo logra varias veces, con mucha eficiencia, por ejemplo: con Barbie descubriéndose “fallida” al perder la brutal curva de tacones en sus pies o al descubrirse estrías en la piel. Con una Barbie violada, destruida, expresada, entre otras señales, por apertura brutal de sus piernas (simbolizando, quizá, que abrir mucho las piernas no es bueno para las mujeres) pero igual con resiliencia, con una sabiduría superior y un rol maduro y práctico que cumplir. Con Kent “masculinizándose” en un pequeño grupo de escenas, al contactar el mundo real patriarcalizado o, con la parodia de la guerra (anticipada en los celos mutuos de dos hombres) o, también, con el ejercicio de sororidad implícito en la reconstrucción de la salud mental de las Barbie´s.
En general hay decenas de ejemplos poderosos, construidos sobre miradas, gestos y diálogos cortos que tienen un impacto enorme en términos de meta-mensaje. Otros, aun siendo más largos, parecen mejor integrados al guion, como la canción en la que un Ken lleno de dudas sobre sí mismo pregunta por qué no alcanza a “ser”.
Debo aclarar que no conozco mucho el mundo Barbie. Gracias a una guía turística que me acompañaba (mi esposa) supe que hay muchas Barbie´s y también muchos Kent´s, al que yo creía novio de Barbie y siempre físicamente el mismo. Quizá si supe que había una Barbie negra o una Barbie distinta a la más común que se veía en las estanterías de juguetes, pero mi mente, al pensar en Barbie y en Kent siempre pensaba en dos tipologías muy definidas de muñecos, ambos caucásicos, jóvenes y bastante sexualizados en sus atributos físicos. Igual no me sentí “perdido” durante la película y caí fácilmente en cuenta que Kent es un admirador incondicional de Barbie, pero no su novio y que su “inutilidad” es parte de un diseño de marca.
Soy aficionado al cine, especialmente a la producción estadounidense de cine, tanto en su línea hollywoodense, como en las producciones independientes. Esta afición es simple, de usuario, hedonista, no soy aficionado en el sentido de “saber” de cine, su historia o detalles de su industria. Supongo que algunas cosas de esta versión de Barbie (cabe suponer que llegarán otras entregas) han sido diseñadas dentro de una intención narrativa para reflejar las potencialidades de un ejercicio más independiente de las personas y, especialmente, de las mujeres. Me parece un ejercicio muy bien logrado y, como he comentado, con o sin el documento interno que le ponen a explicar a algún personaje, creo que el trabajo es bueno. Al terminar la película pensé en algunas de las dinámicas que propiciaban la historia y su reflexión y observé dos ausencias temáticas casi contradictorias con la caracterización de patriarcado y con la resolución de todo el conflicto que, en un momento dado, se escenificó en la historia.
Me refiero a que los hombres, tanto los del mundo real que momentáneamente conocen Barbie y Kent, como los de Barbieland después, no ejercen muy explícita e intensamente la violencia sobre las mujeres. La violencia contra ellas existe: miradas y piropos de hombres en el mundo real, una nalgada de un extraño a la que Barbie reacciona con un golpe que casi la sorprende más a ella que al extraño; ejecutivos corporativos narcisistas y manipuladores; se les arrebata a las Barbie´s sus casas en Barbieland y se subyuga la voluntad femenina y su poder implícito…Pero no hay un empujón, un apretón, un golpe, ni siquiera la amenaza de usar la fuerza física o armas de guerra para recuperar posiciones perdidas.
No creo que esto sea casual. En parte se puede justificar porque así es Barbieland y, en el caso del mundo real, porque no estuvieron mucho tiempo. Pero ese carácter de violencia explícita ausente facilita que, por ejemplo, las mujeres recuperen el poder solo gracias a su inteligencia y su astucia, pero apelando a las leyes y a la democracia, no tanto por otras formas de “golpe de estado”, tan de moda en ese mismo EEUU hoy. Quiero suponer que el mensaje es: las mujeres pueden lograrlo y lo pueden hacer sin violencia, que queda solo para la guerra como asunto de hombres. Me gusta, es didáctico. Aunque me queda la duda ¿sin ser violentadas? Eso lo veo más como un matiz propio de película infantil. Tampoco hay muerte. A veces en películas infantiles de Disney hay más violencia implícita y más muerte que en ésta. El principio de la crisis personal que sufre Barbie incluye pensar en la muerte, pero se deja en términos filosóficos, no se incluye la muerte en la trama.
Yo creo que esa ausencia (la de la violencia más explícita e intensa contra las mujeres por parte de los protagonistas masculinos) ubica esta historia, claramente, en el rango de película para todos los públicos, es decir, infantil. Si ustedes quieren, “familiar” porque da pie a conversaciones relativamente difíciles sobre asuntos complejos.
El otro gran ausente de Barbie es el sexo (casi tan increíble como el primero y solo explicable por el mismo motivo anterior). Siendo Barbie y Kent productos tan claramente sexualizados en sus apariencias, algunos chicos parecieran estar atraídos por las chicas, pero sin saber por qué. Esto da pie a un constante “ataque” pro noviazgo por parte de Kent. Cualquier espectador, además, lo reconoce enamorado, sin mala intención, concentrado en ella y solo ella, incluso luego de su “masculinización” forzada desde el mundo real, Kent accede a múltiples posibilidades de otras Barbie´s, pero pareciera seguir enganchado con su amor. La única expresión sexualizada de esa atracción es su vocación por un beso labial de Barbie.
Ahora voy a lo siguiente, lo que más me impacta y me parece un poco más incomprensible: la Barbie de Barbieland, la idealizada en la narrativa, no quiere. Otra vez, esto se puede comprender como un diseño de Barbiland y ya está. Se puede entender. Pero luego del contacto con el mundo real, aún no quiere ¿por qué? Han podido dejar entrever que tiene dudas y que, quizá, a espaldas de Kent ha visto con buenos ojos a otro Kent o que vio en el mundo real múltiples posibilidades o, en una movida más arriesgada, que Barbie quizá, es lesbiana (pareciera dejarse traslucir en algunas escenas en los Kent´s actitudes más próximas a la atracción homosexual, pero no me resultaron tan evidentes en las Barbie´s ni en su protagonista principal).
No, ella no pareciera tener deseo sexual, no al menos uno que le quite un minuto de concentración sobre la felicidad del poder de las mujeres en su mundo…sin sexo ¿Quizá se ha puesto de moda el mundo sin sexo y se pretende vincular el feminismo con esa tendencia y el machismo y el patriarcado con la contraria, el ser más instintivo y básico? Me descoloca un poco esto.
Seguramente es otra manera de mantener la historia en el rango de lo infantil, sin siquiera considerar el mundo adolescente (una de las protagonistas humanas femeninas es una adolescente y esto pareciera sugerir que este público es importante para la historia), pero, a mí, me cuesta entender el mundo adolescente sin la revolución hormonal que considera el sexo como un asunto importante, casi prioritario. Quizá es una limitación que impuso Mattel a la historia, para que Barbie siguiera siendo virginal de cuerpo y alma. Barbie no es ni siquiera Eva. No cede a la manzana, ella tiene su propio paraíso.
¿Será que hay en la narrativa un argumento tan biologicista que impide a Barbie sentir atracción por falta de órganos sexuales? Esa falta se hace explícita en uno de los diálogos (al menos la de vagina, cabe suponer que la de todo su sistema reproductivo), quizá para algún despistado que al conocer alguna muñeca Barbie no lo haya verificado (yo lo hice de niño en lo que tuve oportunidad).
Aún con la decisión de mantener a Barbie 1 (antes del mundo real) y Barbie 2 (después del mundo real) ajena al sexo, la Barbie 3 (hecha humana por su “madre” creadora) pareciera asumir el reto de “sexualizarse” en términos biológicos acudiendo a un ginecólogo. ¿Dejarán para la segunda entrega las exploraciones físicas y sentimentales de una Barbie empoderada también con respecto a su sexualidad? ¿O esto seguirá siendo una película infantil con un argumento feminista especialmente orientado a niños y niñas?
La segunda entrega de Barbie podría romper el tabú de hablar de sexo con los niños y usar lenguaje visual para establecer distinciones y contribuir a una integración más saludable y completa del sexo en nuestras vidas adolescentes y adultas ¿No les parece? Quizá esto moleste más a los grupos conservadores que el mismísimo feminismo.