Chimamanda Ngozi Adichie es una escritora, profesora y activista feminista que ha trabajado en pro de los derechos de las mujeres a través de la literatura y discursos desde su época universitaria y que luego adquirió reconocimiento gracias a su TedTalk en 2012 llamada “Todos deberíamos ser feministas”, la cual dio paso a un libro con el mismo nombre dos años después. Es considerada una de las feministas más importantes del siglo XXI.
Chimamanda nació en Enugu, al sureste de Nigeria, el 15 de septiembre de 1977 en una familia que ella misma ha descrito como “convencional de clase media, pero progresista”. Su padre era profesor y su madre secretaria de admisiones de la Universidad de Nigeria. A los 19 años, después de haber iniciado la carrera de Medicina, se trasladó a Estados Unidos gracias a una beca de dos años donde siguió su pasión de escribir y estudió Comunicación y Ciencias Políticas en la Universidad Estatal del Este de Connecticut.
La autora ha explicado en diversas entrevistas que ella siempre se ha considerado feminista, incluso antes de saber concretamente la definición de ese movimiento y que sus primeros choques con los estereotipos y los roles de género fueron, por supuesto, en casa donde a pesar de que tanto ella como a sus cinco hermanos les inculcaron que debían saber limpiar y ordenar solo a ella le hacían énfasis en aprender a cocinar porque era algo importante en la cultura nigeriana.
En una de sus más recientes obras espetó que “saber cocinar no es un conocimiento preinstalado en la vagina, se aprende. Cocinar, y las tareas domésticas en general, son habilidades que idealmente deberían tener tanto hombres como mujeres”.
En el año 2017 dijo al diario El País que “ser feminista te hace más consciente de esas pequeñas cosas, de que hay gente a la que no se le ocurre que las mujeres también somos seres humanos. Siempre que me preguntan cómo llegué a ser feminista, digo que yo no me hice feminista, siempre lo fui. Desde niña. Y no porque leyera un libro”.
Siendo una persona de color, está muy consciente de la interseccionalidad entre el feminismo y el racismo pues la discriminación que vive una mujer negra nunca será igual a la de una mujer blanca. Sin embargo, asegura no estar de acuerdo con la categoría “feminismos”, en plural, pues el movimiento es uno solo. Así mismo, ha señalado que falta documentación e investigación del movimiento feminista en África, Latinoamérica y Asia porque casi todo lo que sabemos está enfocado en la lucha de las mujeres en Estados Unidos y en parte de Europa.
Al preguntarle sobre los ataques racistas y machistas dijo que la diferencia estaba en cómo los demás validaban las experiencias de dichos ataques porque nadie dudaba de una injusticia racial, pero sí podían llegar a calificar de exagerada a una mujer que denunciaba una acción machista.
La profesora de la Universidad Wesleyana (EEUU) se enfoca en las historias y violencias cotidianas que viven las mujeres más que en la teoría feminista clásica pero sin restarle importancia pues reconoce que son los cimientos de la lucha.
“Siempre ha sido problemático para mí que la sexualidad femenina sea considerada como algo anormal (…) A una mujer de cierta edad que no está casada, nuestra sociedad le enseña a verlo como un profundo fracaso personal. Y a un hombre de cierta edad que no se ha casado, simplemente pensamos que no ha llegado a elegir (…) Nuestro mundo está repleto de hombres y mujeres a quienes no les gustan las mujeres poderosas, nos han condicionado tanto con que el poder es masculino que una mujer poderosa nos parece una aberración”, escribió.
Aunque no suele hablar mucho de su relación sentimental, está casada con el doctor Ivara Esege, profesor de Medicina de familia en la Universidad de Maryland con quien tiene una hija.
Su bibliografía consiste en diez libros que abordan la migración, el sexismo, el racismo y el feminismo:
Visión del feminismo
Para Chimamanda el feminismo “se trata de un aprendizaje, de un viaje constante, de pensar en cómo hemos sido socializados y cuál es mi lugar en el mundo.” Manifiesta además la necesidad de incluir a los hombres en la lucha por la igualdad de género. “Necesitamos trabajar con los hombres, enseñarles. La masculinidad es una cosa terrible.”
Advierte igualmente que si bien la lucha feminista es una lucha por los derechos humanos no se puede negar el problema específico y particular del género. “Sería una forma de fingir que no son las mujeres las que, durante siglos, han sido excluidas. Sería una forma de negar que el problema de género se centra en las mujeres.”
“Mi propia definición de feminista es que feminista es un hombre o una mujer que dice: «Sí, hay un problema con el género tal como es hoy, y debemos arreglarlo. Debemos hacer las cosas mejor«. Todos deberíamos ser feministas hoy para que en 100 años no tengamos que serlo porque entonces el mundo debería ser justo e igualitario”.
Destaca que “la política y las leyes son importantes, pero cambiar las normas culturales y la mentalidad lo es aún más».
Sin duda, Chimamanda hace honor al significado de su nombre en igbo, lengua originaria en Nigeria y varias partes de África, “espíritu que no se puede romper”.
Frase poderosa:
Fuentes consultadas:
El País, Vogue UK, El Mundo, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), Silenzine, Wikipedia